Parece que fue ayer cuando el irrepetible Agustín García Calvo charlaba con algunos miembros de la Asociación Ferroviaria Zamorana, recordando sus frecuentes viajes en tren. Siempre en tren. Ese tren con el que recorrió gran parte de la geografía española y buena parte de Portugal y Francia. Su defensa de este medio de transporte, tanto para viajeros como para mercancías, quedó patente a raíz del cierre de líneas decretado en el año 1984, liderando el movimiento por la reapertura de los ferrocarriles clausurados. Desgraciadamente, al igual que muchos de los que lucharon por recuperar los servicios ferroviarios, no pudo ver cumplido ese anhelo. 

Pasados ya 10 años de su fallecimiento le recordamos con cariño y nostalgia. Nostalgia como la que él mismo sentía al faltar una parte fundamental de esa red ferroviaria por la que tiempo atrás se luchó por recuperar. Era como decimos usuario frecuente, pero casi nos atrevemos a decir que un aficionado más al ferrocarril, y desde luego siempre sensible y clarividente con las enormes ventajas que tiene, y que por desgracia no se aprovechan.

Dedicó alguno de sus libros a este medio de transporte, que sin duda fue una importante fuente de inspiración. Nos dejó múltiples poemas en los que se descubre ese sentimiento de acercamiento al tren, al hecho de poder viajar de forma cómoda, segura, ecológica, social. Disfrutaba de cada viaje, compartiendo su sabiduría con los demás, poniendo de relieve la gran ventaja del ferrocarril sobre el automóvil.

En el año 2008 la Asociación Ferroviaria Zamorana tuvo el privilegio de contar con su presencia en unas jornadas culturales organizadas con motivo del 50 aniversario de la Estación del Ferrocarril. Nos deleitó con su sabiduría, con sus versos sobre el ferrocarril, alguno de ellos musicalizado por Luis Ramos.

En muchas ocasiones nos preguntamos sobre la opinión en el plano ferroviario, que AGC tendría sobre la situación actual. Después de casi 38 años de cierre del ferrocarril Plasencia-Astorga y el nulo interés por recuperarlo, la llegada de la alta velocidad, los graves problemas que se presentan sobre el transporte, mientras continuamos con una de las tasas de trasporte de mercancías por ferrocarril más bajas de Europa...

Nos parece por ello muy oportuno reseñar alguna de las intervenciones, como siempre brillantes, que sobre esta cuestión escribió Agustín García Calvo. En el año 1987 redactó el “Manifiesto de la Coordinadora en Defensa del Ferrocarril”, 35 años después podemos afirmar que sigue estando vigente, e incluso en algún fundamento que allí se exponía, ironías de la vida, se ha convertido casi de obligado cumplimiento político.

Por aquella época en Zamora nos manifestábamos en la calle, y también en distintos foros sociales y económicos, en los que debatíamos abiertamente sobre las nefastas consecuencias que traería aquella fatídica y cortoplacista decisión de cerrar líneas férreas, entre las que se encontraba nuestro ferrocarril entre Plasencia y Astorga. Desgraciadamente no nos confundimos; el análisis era fácil, salvo para todos los políticos que siguen pensando exactamente igual que los que decretaron el nefasto cierre, es decir, casi todos.

El cierre sin embargo no vino acompañado de ese progreso que nos dijeron que iban a traer los modernos autobuses y las amplias carreteras, y menos aún la modalidad de transporte de mercancías por camión. Para los que crean todavía en aquellas bondades de sustituir un medio de transporte superior como es ferrocarril por el coche o el camión, basta con que se analicen los precios de los combustibles, la inflación, el cambio climático, etc. Y eso sin entrar en otros temas de no menos importancia, como el de las poblaciones que ven como las autovías contribuyen un poco más a su despoblación.

A buen seguro que a muchos lectores ya les habrá venido un calificativo a la cabeza: ‘románticos’. Pues sí, es algo recurrente y que se suelta tal vez con menosprecio (y con ignorancia), y que se identifica con reivindicaciones de tiempos pasados. Se asocia a vías y trenes del siglo XIX, y aunque no sabemos el motivo, también se asocia conciertas corrientes políticas.

En estos momentos la economía gira en torno a nuevos planes energéticos, eficientes, no contaminantes y beneficiosos para la salud. Cuando se apuesta por ello, el transporte de personas y mercancías por ferrocarril es totalmente imprescindibles; incluso en el diseño de las ciudades se empieza a regular el uso y la ‘presencia’ del automóvil por sus perniciosos efectos en la salud, y, sin embargo, sigue costando ver el ferrocarril como una solución.

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En Zamora ya tenemos AVE, un tren velocísimo, moderno, el mejor medio de transporte que nunca hayamos tenido en la historia, y aunque a muchos les deslumbre, la realidad es carecemos de ese ferrocarril social, ese ferrocarril que nos pueda unir transversalmente, el tren que articule el norte con el sur. Nos hemos quedado como si esto fuese un simple apeadero, como lugar de paso que ya no aspira a mucho más, pues nuestra ciudad y provincia se han dado por vencidas. La política manda, y solamente obedece al término radial, únicamente radial, y lógicamente con un único centro, del que todo parte y por el que todo pasa.

El tren, como nos decía Agustín Garcia Calvo, es un medio superior que abarca mucho más que un desplazamiento “turistificado” y carísimo. El tren es mucho más que todo eso: es la vertebración del territorio, como también lo es el movimiento de las mercancías. En ningún caso debe ser como un túnel que ignore todo lo que queda a su alrededor. Puede y debe ser como un río con sus afluentes, al que todos pueden aportar, incluso desde esos sitios despoblados que atraviesa velozmente, para que pueda cumplir como ese medio de transporte que ha llegado a transformar la Historia.