“¿No hay otra manera de arreglarlo”. Las quejas de los vecinos terminaron por descubrir las triquiñuelas del dueño del autoservicio “Eloy-La Cuna del Jamón”, en el Puente de Sanabria, en cuyo sótano guardaba 600 litros de alcohol en garrafas sin etiquetar y sin precintos fiscales para vender, hallados el 4 de junio de 2018 en la inspección de dos guardias civiles, que descubrieron productos caducados en 2010 en ese mismo habitáculo, y otros, en la tienda de 2014 y 2015.

En total, 120 kilos de productos cárnicos, embutidos, 175 latas de conservas caducadas y sin registro sanitario, número de lote y etiquetado. El acusado, de iniciales E.C.S. y vecino de Zamora, acaba de ser condenado a 18 meses de prisión, a 5 años de inhabilitación para empleo y cargo público por cohecho; así como a otros seis meses de prisión y a 18 meses de inhabilitación para ejercer la profesión, oficio, disponer de industria o comercio como responsable de un delito contra los consumidores, y multas, según la sentencia que dictará la Audiencia de Zamora.

El soborno, todo a una carta

Ante la evidencia de los delitos, el tendero decidió jugar el todo a una última carta: el soborno. “Es una suerte que su compañero se haya quedado arriba”, le espetó, “mire, yo le doy a usted 2.000 euros y a cambio evita denunciarme”. Y dio otra opción más al agente: “Si no le quede más remedio que hacerlo, ponga menos cantidades de las existentes para que las multas no sean tan grandes”.

El imputado por cohecho y un delito contra los consumidores no se ahorró “agasajos”: “un día le invito a cenar donde me diga y le doy el dinero. Anote mi teléfono para que quedemos”.

El dueño del negocio de alimentación tenía garrafas reutilizables de 1,5 y 5 litros preparadas; y garrafones con 15 y 10 litros de aguardiente, licor de hierbas, vinos y mistelas.