Cuarenta personas al mes pasan por la Casa Betania, el edificio donde Cáritas Diocesana de Zamora desarrolla el servicio de atención a personas sin hogar. La capacidad de las instalaciones es de 28 plazas y en lo que va de año se ha prestado ayuda a 390 personas. Con una ocupación habitual del 85%, un 15% de estos residentes son de larga estancia, por lo que normalmente viven de forma continuada en este edificio del casco antiguo entre doce y quince residentes. “Nos adaptamos a sus circunstancias y somos muy flexibles, haciéndonos cargo de la realidad que vive cada uno. No se puede tratar igual al que viene sin conocer el idioma o al que necesita ayuda por motivos de salud”, pone como ejemplos la directora del centro, María León Gago.

Rueda de prensa de Cáritas Zamora sobre las personas sin hogar. EMILIO FRAILE

El lema de la campaña de las personas sin hogar de Cáritas para este año es “Fuera de cobertura”, con lo que se hace referencia a todos aquellos que no están “dentro de la red y necesitan regresar a ella para volver a entrar en la sociedad. Les cuesta más que a otras personas, tanto mantenerse como ser constantes”, justifica León.

Varios ejemplos

Ejemplo de estas personas que están luchando por volver a ser parte de la comunidad es Diego, un español de 48 años que lleva los seis últimos en esta situación, habiéndose dedicado toda su vida a la construcción. Los últimos trabajos en el sector de la viña no han sido nada fructíferos. “Se puede trabajar veinte días seguidos, en campaña, pero legalmente solo cotizas dos”, denuncia. Su adicción a las drogas le ha hecho dar el paso para ingresar en Proyecto Hombre —también de Cáritas— para recuperarse. “Es la primera vez que pido ayuda y me ha costado mucho, soy muy orgulloso”, confiesa.

Desde El Salvador, huyendo del horror de su país, llegó hace casi un año Carmen, primero a Madrid y más tarde a Zamora. “De la estación vine directamente a Cáritas”, recuerda. “Aquí encontré personas amables, muy lindas, y hasta ahora, nada me faltó. Los siento como mi propia familia”, agradece.

Personas sin hogar de Cáritas Zamora. EMILIO FRAILE

Un viaje más corto, desde Portugal, fue el que hizo Adriano tras su divorcio. Encadenando contratos de corta duración es imposible mantener el alquiler de un piso y en Cáritas le dan “casa, comida y ropa”, enumera. “Hasta ahora he tenido mala suerte, pero espero encontrar un empleo. Si no por Casa Betania, estaría en la calle”, confiesa.

Mohamed, natural de Marruecos, hizo su vida en España, pero se divorció y se quedó en la calle, “sin permiso de trabajo ni de residencia”, señala, lo que es un gran impedimento a la hora de encontrar un empleo. Con experiencia como peluquero y cocinero, en la actualidad está aprendiendo español para mejorar el idioma y abrirse así algunas puertas.

Acto en la calle

Para dar visibilidad a esta cruda realidad social, Cáritas Diocesana de Zamora ha organizado para este jueves un acto en la calle, que se celebrará a las doce del mediodía en la plaza de la Constitución, donde un grupo de usuarios leerá un manifiesto relacionado con el lema de este año, con el objetivo de dar los pasos necesarios para volver a estar “dentro de la red” que conforma la sociedad.

Despensa de alimentos de la Casa Betania de Cáritas. N. R.

El comedor social ofrece comidas diarias a más de 35 usuarios

La Casa Betania cuenta también con un comedor social que ofrece comidas a una media de entre 35 y 38 usuarios diariamente. La mayoría son los propios residentes, pero también acuden personas que viven en sus propias casas “y que por determinadas circunstancias, tienen algunos problemas para poner orden en su vida, así que aquí les atendemos con las comidas”, explica María León Gago, la directora de la Casa Betania, quien denuncia que el ingreso mínimo vital no es suficiente para que una persona pueda ser independiente.

“Otros tienen recursos económicos, pero no los suficientes recursos personales para afrontar una vida autónoma”, advierte. En este sentido, la directora señaló que hay usuarios con esas ayudas de menos de 500 euros “que les imposibilitan el acceso a una vivienda digna, más allá de un piso compartido en malas condiciones o realquileres horribles”, describió. Otros casos frecuentes son las personas que están en situación de irregularidad, puesto que carecen de permiso de residencia o de trabajo. “No se dan las condiciones para un acceso directo a través de dos años de empadronamiento”, aseguró.

De corta estancia

De las 390 personas atendidas hasta la fecha, también las hay que permanecen en Casa Betania una media de tan solo dos a tres días —sobre el 10%—, según los datos de Cáritas. “Ahora hay una gran demanda de estancias medias de mes y medio, que es el tiempo que necesitan para acceder a la ayuda suficiente para proporcionarles un mínimo recurso para acceder a una vida normalizada”, especifica la directora.

Voluntarias del comedor de Casa Betania en Zamora Cáritas Zamora

El COVID también ha traído estancias de tan solo una noche “para aquellas personas que no están vacunadas, ya que tenemos que proteger la salud de nuestros usuarios, porque algunos tienen serios problemas. Pero si luego se quieren vacunar, nosotros les ayudamos”, especifica.

Por otra parte, en este último año se ha descubierto un aumento del número de mujeres que piden ayuda de alojamiento. “Su situación suele ser siempre más compleja y cuando solicitan asistencia es que están muy mal, porque suelen ser más fuertes que los hombres”, compara.

En Casa Betania también se acoge a presos que tienen permiso pero no un lugar a donde ir. A este grupo se han sumado en lo que va de 2022 a 32 personas.