La suma de la incidencia del COVID-19 y de la presencia de una variante “potente” de la gripe -además de la gripe A- abre una temporada de otoño-invierno compleja desde el punto de vista asistencial. El propio consejero de Sanidad de la Junta de Castilla y León, Alejandro Vázquez, pronosticó este viernes que, a partir de las próximas semanas, se percibirá “una fuerte demanda” hospitalaria y también en atención primaria, a la vista de los datos que ya manejan las autoridades y que resultan preocupantes.

En esa línea, Vázquez se refirió también al ritmo lento que lleva la vacunación frente al COVID-19, que en esta ocasión está combinada con la de la gripe “siempre que sea posible”. “Se ha notado cierta disminución en la petición de vacuna por parte de los usuarios”, admitió el consejero, quien hizo un llamamiento a la población: “Las vacunas son una herramienta de salud pública absolutamente imprescindible, que han mejorado notablemente la calidad de vida y el tratamiento de las enfermedades infecciosas”, recordó el mandatario autonómico.

Prudencia antes de hacer una valoración

A la espera de que los ciudadanos respondan a ese llamamiento, desde la gerencia de Zamora impera aún la prudencia en lo tocante a lo que puede ser la campaña. Sus responsables sí aceptan que ha aumentado el movimiento en los últimos tiempos, aunque también deslizan que es pronto para hacer una valoración clara.

Sea como fuere, las perspectivas hablan de un aumento de las hospitalizaciones que, por el momento, se percibe de manera leve en lo referente a los pacientes COVID. Si el martes Sanidad hablaba de 26 enfermos en planta y uno en la Unidad de Cuidados Intensivos con esta patología, ahora son 29 las personas en la zona ordinaria y dos las que permanecen en la sala de críticos, según la última actualización de la Junta.

Si se tienen en cuenta todas las patologías, el Complejo Asistencial de Zamora se sitúa en estos momentos con un porcentaje de ocupación del 80% en relación a las cifras habituales, con 316 hospitalizados en planta.

El control del COVID

En ese sentido, resulta evidente que el control del COVID en unas cifras razonables facilita que el Complejo Asistencial pueda mantenerse también lejos de los niveles de saturación. Por lo pronto, la incidencia de casos se queda ahora en 380 positivos por cada 100.000 habitantes a 14 días en la provincia, en unas cifras ligeramente mejores que las que presenta el conjunto de Castilla y León.

La tasa se encuentra más o menos estabilizada, aunque esos valores no dejan de ser una referencia para evaluar cuál es el escenario en el que se maneja Zamora. Desde que la notificación de los casos dejó de tratarse de un modo más estricto, la oscilación de la curva sirve básicamente para observar la tendencia que siguen los contagios, y ya no tanto para considerar la incidencia como el valor exacto que se debe tener en cuenta.

El mismo criterio se puede aplicar para la evolución de los casos por municipios. En estos momentos, el mapa que actualiza dos veces por semana la Junta de Castilla y León revela que hay muy pocas zonas de la provincia en riesgo muy alto. Una de ellas se ubica al noreste, e implica a lugares como Matilla de Arzón o Villaferrueña.

En cuanto a los municipios principales, ninguno de ellos se maneja en cifras especialmente preocupantes. La incidencia de casos COVID en la capital se sitúa en estos momentos en 281 contagios por cada 100.000 habitantes a 14 días, mientras que la tasa de Benavente y Toro es de 410 y 106 respectivamente, sin alcanzar los 500 que marcan el riesgo muy elevado. Solo el discurrir de las semanas mostrará si las cifras de coronavirus y gripe se elevan hasta el punto de provocar problemas asistenciales.