La Opinión de Zamora

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La crónica negra de Zamora: 600 crímenes en dos siglos

El estudioso Bernardo Calvo Brioso documenta más de 600 asesinatos producidos en la provincia entre el siglo XVII y el siglo XIX en su último libro

Bernardo Brioso con su libro en las instalaciones del periódico.

Un acercamiento a la historia más oscura de la provincia, a la parte más siniestra de la sociedad zamorana, sus crímenes, representa la materia en la que ha profundizado intensamente Bernardo Calvo Brioso.

El estudioso, gran conocedor de las mascaradas de la provincia y autor de publicaciones sobre historia, etnología, didáctica y arte, se inició en esta investigación que ahora ve la luz en un volumen titulado “Crónica negra de la provincia de Zamora anterior al siglo XX” de “una manera totalmente casual”.

“Estaba consultado para un trabajo los libros de difuntos de la iglesia de San Torcuato y me topé con el fusilamiento de dos soldados en la Plaza Mayor de Zamora. Empecé a recapitular y me di cuenta de que no había leído a ningún historiador nada sobre el asunto”, explica Calvo Brioso.

Su curiosidad le hizo seguir consultado los archivos con la intención inicial de redactar un artículo para publicarlo en el anuario que edita el Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo. Sin embargo, la cantidad de documentación que ha localizado en el lustro que ha invertido a esta materia “me ha desbordado”, asevera este hombre que ha acotado su investigación a entre 1600 y 1899 un periodo en el que ha localizado documentalmente “más de 600 homicidios”.

“La crónica negra no es únicamente los homicidios y asesinatos, crónica negra también es la miseria en la que vivía la gente”

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La extensa publicación de 475 páginas no solo se centra en los delitos cometidos, sino que el profesor jubilado también ha querido poner de relieve la situación social, materia a la que dedica el primer capítulo. “La crónica negra no es únicamente los homicidios y asesinatos, crónica negra también es la miseria en la que vivía la gente”, indica el autor que menciona que los trajes de los difuntos servían para ubicar su origen. “Nuestra provincia al estar cerca de Portugal sufrió mucho más por las guerras en comparación con otros territorios como Salamanca”, remarca con pesar en sus palabras.

A luz de la documentación que ha cotejado, fundamentalmente consultada en el Archivo Diocesano y en el Archivo Histórico de Zamora, “desde que comenzaron los partidos políticos en España y a partir de la Guerra de la Independencia, se incrementaron muchos los crímenes”. El autor sostiene que “se generó una tensión social hasta en los pueblos muy pequeños que incluso lo reflejan los jueces en sus sentencias”.

“La diversión de los muchachos era medir sus fuerzas y de repente, aparecía un gallito que desafiaba y luchaban sin armas en principio. La mayor parte de las veces quedaba en nada, pero, a veces, algunos tenían mal perder y causaban un homicidio”

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Entre los asesinatos que ha localizado los producidos por amor, por robos, por motivos políticos, entre otros motivos, pero Bernardo Calvo Brioso se duele de los producidos entre los jóvenes. “La diversión de los muchachos era medir sus fuerzas y estando en grupos de repente, aparecía un gallito que desafiaba y luchaban sin armas en principio. La mayor parte de las veces quedaba en nada, se daban la mano y terminaba, pero, a veces, algunos tenían mal perder y causaban un homicidio”, describe.

Los objetos utilizados para acabar con la vida más generalizados eran las cachas algunas de hasta ocho centímetros de grosor, y el arma blanca, dado que “todo el mundo la llevaba de manera habitual para partir la comida o para emplear en el trabajo.

Además, el investigador destaca que la cantidad de pistolas, revólveres y armas que la población tenía “independientemente de su posición social”.

El autor también documenta una ejecución por garrote vil l en el sitio tradicional que era el campo de Marte, aunque tiene un total de 61 registradas porque “las hay muy fuertes” asegura el autor que ha huido del morbo.

El perfil de asesino entre el siglo XVII y finales del XIX, responde a un hombre de entre los 18 y los 30 años, aunque el autor apunta a un segmento de homicidas de “entre los catorce y los dieciocho años”.

Respecto a qué comarcas tiene mayor índice de criminalidad, Bernardo Calvo Brioso apunta a La Guareña, la de zona de Toro pero luego en Sayago en el núcleo de Fermoselle. Además, el investigador desmiente que en el período estudiado Zamora tuviera un nivel elevado de criminalidad. “Yo había leído en Madoz que la provincia de Zamora era de las provincias donde más crímenes se cometían de España y eso lo desmiento”.

Los infanticidios "“Los cometían mayormente mujeres solteras para ocultar su alumbramiento, las demás mujeres del pueblo, sabían que esas mujeres que estaban embarazadas y son también las que las denuncian”

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En cuanto al sexo femenino, ellas “todas eran casadas menos una que es viuda” y de edades comprendidas entre los 20 y 40 años. Los delitos que cometen corresponden a asesinar al marido o una suegra a una nuera acaecido en Carbajales de Alba y los infanticidios. “Los cometían mayormente mujeres solteras para ocultar su alumbramiento, pero lo que me sorprende, a pesar de los refajos cantidad de ropa que llevaban, es que las demás mujeres del pueblo, sabían que esas mujeres que estaban embarazadas y son también las que las denuncian”, enumera el investigador dedicado toda su vida a la educación.

Bernardo Calvo Brioso asegura que también consumaban este delito a veces “algunas casadas cuyos maridos habían marchado a trabajar fuera” e incluso ha localizado un caso de una mujer que cuando “buscaban los restos de la criatura, localizaron a tres más”.

En “Crónica negra de la provincia de Zamora anterior al siglo XX”, que ve la luz en la Editorial Semuret y que presentará el próximo mes acompañado de una exposición, el autor también presenta la evolución de la justicia. “En alguno de los crímenes del XIX se puede apreciar que los jueces eran propios vecinos de los pueblos que pedían en un asesoramiento e incluso hay juicios que llegaron a durar hasta ocho años”, explica.

Hasta finales XVII la justicia en era de doble instancia. Primero se juzgaba en el pueblo en el pueblo o en la ciudad donde se hubiera cometido el delito, y luego se remitía a la Real Chancillería de Valladolid de la que dependía la provincia zamorana. Allí daban “la sentencia definitiva que no siempre coincidía con la que se había dado en la población zamorana” subraya el investigador que apunta que en enero del año 1883 empezaron a funcionar las Audiencias de lo Criminal, en la provincia había en la capital y también en Benavente.

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