La ordenación territorial de la superficie forestal pública y privada de la provincia y de la comunidad autónoma es esencial para mantener a salvo el medioambiente y a raya los incendios de sexta generación. El objetivo requiere definir y dotar esa ordenación de un instrumento de gestión eficaz, “invertir en una planificación que indique", por ejemplo, “hacia dónde va un bosque, que todos los montes tengan un enfoque técnico”, con los mismos criterios y tiempos de actuación.

No es otra cosa que “saber qué queremos conseguir con los montes y realizar un seguimiento y control" por parte de la Administración competente, explicó el experto Alejandro Martínez ayer en las Jornadas sobre Gestión Forestal organizadas por IU en Zamora.

Uno de los bosques de La Culebra arrasado por el fuego. EMILIO FRAILE

El experto, integrante de Agresta Sociedad Cooperativa de gestión forestal, con más de dos décadas de experiencia, indica que detrás de esos fuegos de sexta generación, incontrolables, "subyacen problemas profundos en la modernización de un sector y apuesta porque en los pueblos haya una industria y una economía asociada al recurso que se tiene, el agrícola, el ganadero, pero también el forestal: la madera, la biomasa”. Un recurso que se complementa con otros servicios que proporcionan los bosques como el ocio y el turismo rural, agrega.

Castilla y León solo tiene un 20% de superficie de bosques ordenada a pesar de ser una comunidad “eminetemente forestal” -con una extensión de más del 56% del total del territorio- que “solo está aportando el 1% del PIB”. Martínez expone que existe “un margen de crecimiento” más que evidente, que “precisa de políticas de implementación del conocimiento técnico y científico, de puesta en valor, industrial, etc. para que el producto forestal pase de ser una materia prima barata a una con recorrido tecnológico y que genere empleo”.

Reforma de los minifundios forestales

Otros de los desafíos políticos y técnicos es la reforma de la estructura de la propiedad forestal en Castilla y León, donde un 58% de su superficie es de este tipo, con más de 700.000 propietarios y una finca forestal media de 6 hectáreas, ya que “la coordinación de actuaciones, de lo que ocurre en esta amalgama de minifundios, tiene una complejidad enorme”, agregó el especialista.

En ese sentido, abogó por aumentar las unidades forestales para asegurar esa gestión necesaria, garantizar que todos los montes del mismo territorio estarán limpios y podados, lo que tiene una repercusión directa en la prevención, otra de las cuestiones que abordaron todos los ponentes, incluida la Pilar González, responsable de Medio Ambiente de IU de Castilla y León que reprochó a la Junta que no se aplique en esa tarea.

Vista aérea de la parte calcinada en la Sierra de la Culebra. EMILIO FRAILE

La actitud del Ejecutivo autonómico responde a que "no cree en lo público, en el medio ambiente y en el cambio climático, claves" para que el Gobierno autonómico establezca políticas “para combatir los incendios de sexta generación como el de la Sierra de la Culebra”. El sindicato CC OO, que también intervino en el foro junto a técnicos y bomberos forestales, afeó que el presupuesto para medioambiente no se ajuste a las necesidades de preservar el medioambiente y sea el mismo desde el año 2008. Los bomberos volvieran a exigir a la Junta de Castilla y León medios y formación.

El peligro de talar en La Culebra sin tener en cuenta los rebrotes

La reforestación tras los incendios pasa por respetar los castaños, las encinas, los sauces, robles, las especies autóctonas que ya empiezan a verse brotar en la Sierra de la Culebra. Para ello, la tala de los quemados no debe realizarse con máquinas pesadas que puedan destruir esos nuevos árboles, advierte y reivindica Ecologistas en Acción Zamora, a través de su ponente en las Jornadas de IU, Cristina Zelich. Evitar su uso impedirá apelmazar el suelo, que cambien las escorrentías, que la lluvia no arrastre toda la riqueza y las especies que comienzan a surgir, además de las cenizas.

En ese paisaje arrasado por el fuego, se han refugiado ya especies de pájaros diferentes a los que huyeron de las llamas, otros que buscan zonas abiertas. Los ecosistemas comienzan a reequilibrarse porque la naturaleza realiza su labor, incidió la ecologista, quien volvió a pedir tiempo para que esto se dé y la biodiversidad se recupere. Los estudios de la Universidad de Granda, tras el incendio de Lanjarón, indican que las parcelas en las que se sacó toda la madera afectada, todos los árboles quemados, frente a otras en las que se dejó parte de la madera, aquella no aprovechable económicamente, porque “el suelo necesita esa madera como nutriente”.

La descomposición de esa madera es muy lenta, por eso no se debe prometer a los habitantes de las zonas afectadas por el incendio de la Culebra que dentro de tres años podrán talar pinos, “hay que decirles que para que tengan un suelo rico, que les pueda realmente aportar algún beneficio, deben tener paciencia”.