Zamora pulverizó sus datos de visitantes en 2019. En 2020, todo cambió. El confinamiento domiciliario provocado por la pandemia, el cierre de comercios y establecimientos hoteleros, las posteriores restricciones a la movilidad y medidas sanitarias, además del propio temor al virus, sentenciaron un año negro para el turismo. Con unas estadísticas aún desvirtuadas, se antoja caprichoso volver al escenario de 2019 y más todavía cuando el escenario es distinto: crisis económica, cambio climático, guerra en Ucrania y un largo etcétera. Así lo considera el concejal de Turismo del Ayuntamiento de Zamora, Christoph Strieder. El edil hace balance de las últimas cifras del sector y analiza el nuevo panorama deslizando algunas de las posibles nuevas estrategias, condicionadas también por lo que depare el 28M. 

—El turismo en Zamora sigue creciendo, pero aún está muy lejos de las cifras prepandemia. ¿Aún es pronto para pretender alcanzar esos datos?

—Hasta el momento siempre hemos usado las cifras del 2019 o del 2018 como referencia del momento actual. En los últimos meses me han entrado dudas, respecto a si todavía podemos hacer esa comparación. Los años desde el 2020 hasta la actualidad… ¿qué significan? Hay una enorme discontinuidad que está destruyendo la ilusión cada día más para poder volver a la normalidad, a los tiempos de antes. Los tres elementos de la crisis: pandemia, cambio climático y economía, ahora se han convertido en un cambio cualitativo de nuestra realidad inmediata: cada uno lo percibe en su propio cuerpo. Cada vez hay notablemente menos dinero para viajar, el aumento de la temperatura perjudica gravemente los destinos en el interior, y la doble crisis energética, el fin y el veto por razones climáticas de los recursos fósiles y la escasez por la situación política (guerra contra Rusia en Ucrania) está poniendo en peligro de manera cada día más visible nuestro principal recurso turístico: el patrimonio natural y cultural de nuestra provincia. En el contexto de la emergencia energética, espacios territoriales como Zamora (y muchos más) están a punto de ser obligados a convertirse en zona de sacrificio para compensar la necesidad de energía de otros regiones y países. En este contexto, el desarrollo de proyectos turísticos o el desarrollo de la Candidatura de Patrimonio Mundial de la Unesco con la propuesta “Zamora Paisaje Cultural” son prácticamente inviables. Con las experiencias de este verano, y con la previsión de que este habrá sido el verano menos caluroso de los próximos años, hay que reflexionar sobre cambios profundos, también en los horarios de la oferta turística, aprovechando más las horas menos calurosas del día.

“En un contexto tan conservador como Castilla y León, que en Zamora esté gobernando un alcalde de IU, ha provocado mucha curiosidad y presencia mediática”

—En 2019, justo un año antes del comienzo de la crisis sanitaria, Zamora batió el récord de turistas. ¿Qué méritos hizo el Ayuntamiento para ello? 

—Zamora no ha tenido una gestión profesional del turismo. Cuando se creó la posibilidad con la Empresa Municipal de Turismo, anterior a esta corporación,  fracasó el proyecto por falta de control económico. A pesar de estas circunstancias difíciles, se ha hecho un enorme esfuerzo para introducir mejor el destino Zamora en ferias de turismo, mediante campañas de promoción, la ampliación de la oferta turística, sobre todo con el turismo de naturaleza en la ciudad, y por el gran trabajo en la oferta cultural y pequeños proyectos que han adquirido una dinámica muy fuerte, como el muralismo o la Ruta del Vino de Zamora. También el hecho de que, en un contexto tan conservador como Castilla y León, en Zamora esté gobernando un alcalde de IU, ha provocado mucha curiosidad y presencia mediática. Creo que también un factor fundamental en los pequeños éxitos que hemos tenido ha sido la colaboración incondicional con las administraciones a todos los niveles y con las entidades como CEOE y Cámara de Comercio. Aunque la colaboración con el sector privado, las empresas y la administración debería funcionar mucho mejor. Allá se ha perdido mucho tiempo y mucha energía e ilusión. Es una tarea aún por cumplir.

“La colaboración con el sector privado, las empresas y la administración debería funcionar mucho mejor. Allá se ha perdido mucho tiempo y mucha energía e ilusión. Es una tarea aún por cumplir”

—Atraer a más visitantes extranjeros y aumentar las pernoctaciones siguen siendo algunas de las asignaturas pendientes. ¿Cómo se está trabajando desde la Concejalía para alcanzar estos retos?

—Sí, ese es un tema muy importante, es un mercado enorme y de una gran variedad, así que hay que encontrar a estos viajeros que buscan lo que ofrece Zamora. Es una cuestión de continuidad y de invertir dinero en empresas que ayudan en la promoción en otros países. Antes de la pandemia estuvimos siempre en la Feria de Berlín organizando encuentros con turoperadores que suelen vender productos con las características de Zamora. La Junta de Castilla y León y Turespaña han sido un enorme apoyo en estas circunstancias para ayudarnos en introducirnos en los mercados y ferias en el extranjero. En eso es muy importante la colaboración: los viajeros que llegan del extranjero nunca van a destinos puntuales sino para conocer un territorio. Un buen ejemplo puede ser el turismo enológico: las rutas del vino de la provincia de Zamora deben presentarse como una única oferta y además incluir a Benavente y la Sierra de la Culebra; esa es una oferta inmejorable y atractiva para que un aficionado se quede tres semanas en el territorio. Lo mismo vale para el turismo ornitológico.

“Lo más importante es defender la originalidad y la autenticidad de la Semana Santa zamorana”

—La progresiva vuelta a la normalidad ha permitido este año el regreso de la Semana Santa. ¿Cómo de vital es la semana de Pasión para el turismo en Zamora?

—Cada destino tiene sus mitos turísticos y la Semana Santa y el románico son nuestros mitos. La Semana Santa llena bastante si las circunstancias climáticas lo permiten. Se podría potenciar tal vez alguna idea, algún programa o acontecimiento preSemana Santa o postSemana Santa para alargar la permanencia o atraer otro tipo de gente con intereses diferentes. Lo más importante es defender la originalidad y la autenticidad de la Semana Santa zamorana. Turísticamente la Semana Santa no tiene gran problema, hay que concentrarse en las épocas difíciles como el invierno: enero, febrero, marzo o junio, octubre y noviembre…

—Las obras para el futuro Museo de Semana Santa cada vez están más cerca. ¿Cuándo comenzará el derribo de las instalaciones actuales?

—Tengo que decir que no conozco la fecha exacta, pero como ya se está organizando el traslado de los pasos, seguramente comenzarán pronto las obras.

“Los pasos decisivos para la oficina de turismo conjunta, un proyecto apalabrado, se darán después de mayo de 2023, hasta ahora ha dependido de personas”

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—Parece que la coordinación entre administraciones en favor del turismo en la provincia cada vez es mayor. ¿Es así? ¿En qué punto están los trámites para abrir la oficina conjunta en la capital?

—El turismo no conoce fronteras ni los límites municipales. Para conseguir una gestión eficiente hay que entender el territorio como unidad, gobernado por dos diferentes administraciones. Hay muchos problemas con este tema, políticos y administrativos. Durante los últimos tres años la colaboración ha funcionado extraordinariamente bien. Pero el problema es que eso ha dependido de personas y la fluidez de la cooperación debe depender sobre todo de estructuras constantes de las administraciones. Ahora el proyecto común de la oficina de Turismo está en apalabrado, hay que hacer obras y eso tarda su tiempo… Pero eso ha sido una decisión de dos equipos, hay un proyecto y hay una propuesta de convenio. Los pasos decisivos se darán después de mayo de 2023.