La Opinión de Zamora

La Opinión de Zamora

Inmaculada Real Comisaria de la muestra sobre Lobo y Pisano

“La red de museos del exilio daría más visibilidad a artistas como Baltasar Lobo”

“El escultor zamorano presenta más influencias españolas de lo que inicialmente transmite su obra”

La comisaria de la muestra Inmaculada Real en la sala de exposiciones del Museo de Zamora ANA BURRIEZA

La doctora en Historia del Arte vinculada a la Universidad Complutense de Madrid, Inmaculada Real López, es la comisaria de la exposición “Pisano sale al encuentro de Lobo” que puede verse en la sala de exposiciones temporales del Museo de Zamora.

Este es el primer diálogo del artista plástico Eduardo Pisano con otro artista. ¿Por qué con Baltasar Lobo?

–Hubo una serie de circunstancias muy favorables como la proximidad de geográfica entre el museo permanente de Pisano en Cantabria y el Museo de Zamora, lo que permitía que fuera una muestra asequible. Además, el Museo de Zamora, la Fundación Baltasar Lobo y el Ayuntamiento acogieron muy bien el proyecto desde el principio. Además, el centro zamorano contaba con una agenda que nos facilitaba el espacio. Todo fueron inicios muy positivos para que la muestra saliera adelante.

–La muestra supone un acercamiento a la producción de ambos artistas. ¿Qué criterios ha seguido en la selección de las obras?

–Nos enfrentábamos con la dificultad de cómo hacer dialogar a dos artistas artísticamente tan distintos, pero cuyo recorrido biográfico fue similar, dado que ambos se exiliaron en Francia. Finalmente la exposición se ha estructurado en cinco puntos que abordan a veces con una proximidad y a veces con un distanciamiento. Se expone el tema de la Guerra Civil y el exilio, el trabajo, la tauromaquia, el peregrino y el Quijote y finalmente la mujer.

Se trata de una conexión espiritual o de mensaje entre ambos artistas, más que de estética

decoration

–¿Resultó complicado hallar estos puntos en común entre ambas producciones?

–Tuve que revisar bien la obra de Baltasar Lobo y de Pisano y reflexionar sobre qué puntos de conexión podía haber entre ellos. A primera vista no hay nada, pero luego cuando empiezas a ver que detrás de esa representación artística hay un mensaje a transmitir y es ahí donde podemos ver esa conexión entre ambos. Se trata de una conexión espiritual o de mensaje, más que de estética.

–Coincidieron en París, pero ¿llegaron a ser amigos?

–No tenemos testimonios. No hay un archivo de Lobo ni tampoco de Pisano y no hay epistolario entre ambos. Lo que sí sabemos es que coincidieron en exposiciones, por lo que ambos debían de conocerse y son de los artistas que tenían su estudio en Montparnasse, por lo que tendrían que conocerse a la fuerza. Partimos de que eran conocidos, además coincidieron en el mismo campo de concentración, por lo que, al menos, debieron de saludarse en alguna ocasión.

–Se ofrece una mirada compartida a cinco aspectos muy concretos.

–La muestra arranca con la Guerra Civil y el exilio. En este ámbito se aprecia la visión tan distanciada que tenían ambos. Mientras que Lobo representa el carácter violento, con obras como el soldado herido o una madre con una calavera probablemente de un niño, Pisano siempre está ajeno, no representa el drama de manera directa. Debido a su formación religiosa, Pisano va a representar más el tema de las procesiones, donde se puede ver el peregrinaje hacia el exilio.

–¿Qué nos puede decir de la concepción del trabajo?

–Reflexionamos sobre las clases trabajadoras en el período de los años 40. En el caso de Lobo, tenemos esculturas de un tamaño pequeño, lo que evidencia el grado de dificultad que tenía porque había escasez de materiales. En esta época Lobo se inspira en el arte ibérico, por lo que podemos comprobar que vuelve a resurgir las raíces en las que se inspiró en sus años de formación durante sus contactos con el Museo Arqueológico Nacional. El bronce de Lobo de la mujer pescadora nos permite conectar con Pisano, pues en el exilio él rescata el tema de los pescadores y el mar Cantábrico. Además, Pisano recoge, a través de unas ilustraciones, su paso por las Compañías de Trabajo Extranjero donde los españoles trabajaron tras su paso por los campos de concentración.

La experta en la sala de exposiciones ANA BURRIEZA

–¿Cómo vertebra la conexión entre las figuras tan simbólicas del peregrino y del Quijote?

–El Quijote se convierte en el emblema del exilio. Todos los exiliados, de alguna manera, evocan al Quijote que viene a representar esa peregrinación en defensa de los derechos y los valores. El Quijote vuelve a su lugar de origen para morir. Los exiliados siempre van a anhelar su regreso al lugar de origen para morir allí y no todos lo van a lograr, como le sucedió a Lobo y a Pisano. En caso de Lobo no está presente el Quijote, pero sí el peregrino. El Quijote lo que hace es peregrinar. El peregrino vaga hacia un destino que es lo que hacen los exiliados. En ese apartado está la escayola de la obra del peregrino que está en la tumba de Lobo en París, que simboliza el último viaje del peregrino.

–La tauromaquia presente en la sala del Provincial representa uno de temas abordados por el escultor terracampino.

–Es uno de los temas que tuve claros desde el inicio. En Baltasar Lobo vamos a encontrar el tema del centauro, la tauromaquia y la mitología, mientras que en Pisano vemos la representación de la tauromaquia de una escenografía mucho más clásica, quizá porque se trata de encargos que le hicieran. Para los exiliados la tauromaquia viene a revivir sus orígenes y su identidad.

Público contempla las piezas exhibidas ANA BURRIEZA

–La muestra concluye con la presencia de la mujer en ambas producciones.

–Está muy presente en ambos artistas, pero desde puntos de vista muy distintos. Lobo va a representar mucho el tema de la maternidad desde sus orígenes vinculados al anarquismo y en el exilio. También ve una metamorfosis del río Sena en mujer, lo que contrasta con la visión de Pisano que va a representar a la mujer más desde un punto de vista religioso. Concluimos con una figura de las mujeres de Montparnasse y del mundo de los cabarets y una última pintura que vincula a la mujer con el torero y el payaso, donde se ve una mujer más mundana.

–Al bucear en el legado del escultor zamorano ¿qué se ha encontrado?

–He conocido influencias más españolas que lo que aparentemente puede dar a transmitir Lobo en su obra. Hay un cambio en su estilo porque lo que conocemos antes de la etapa Guerra Civil son dibujos y de la etapa posterior son esculturas. Lobo en el exilio parisino entra en contacto con artistas de muchas culturas, pero la muestra nos permite conocer que hay determinados parámetros culturales que realmente no olvidó. El tema de tauromaquia, la escultura ibérica o la figura del peregrino… hay conceptos que son propios del exiliado y que no son exclusivos de Lobo o de Pisano sino que es a nivel generacional.

Las grandes obras están ya expuestas y eso no era lo que a mí me interesaba, yo quería buscar el concepto, el mensaje

decoration

–Las piezas exhibidas de Baltasar Lobo no son las que habitualmente se pueden contemplar en su museo.

–Efectivamente. A la hora de la selección he tenido muy presente que todas las de Lobo tenían que ser las que estuvieran en el depósito existente en el Museo de Zamora. Las grandes obras están ya expuestas y eso no era lo que a mí me interesaba, yo quería buscar el concepto, el mensaje. He intentado dar a conocer las obras menos conocidas de Lobo y mostrar la faceta menos conocida del escultor. Mis líneas de investigación evitan lo ya dicho. Prefiero identificar las lagunas y buscar respuestas a las preguntas que me planteo para abrir unos caminos.

–En el caso de Lobo ¿ha dado con algunas?

–Estoy estudiando la iconografía artística y el vocabulario del exilio desde un punto antropológico, ver cómo las raíces de los orígenes brotan o cómo los artistas vuelven a su lugar de origen. Yo ya había estudiado a Lobo para mi tesis, dado que es uno de los artistas exiliados cuyas colecciones regresan a su lugar de origen. He investigado a más de 30 museos de artistas exiliados que deciden volver o bien definitivamente o porque lo necesita retomar el contacto con s su tierra. Estos artistas al regresar se dan cuenta de que en sus lugares de origen son unos desconocidos y sienten que tiene que donar sus obras para que sean conocidos.

Un hombre contempla algunas de las piezas exhibidas ANA BURRIEZA

–El legado de Lobo está en Zamora y todavía carece de un espacio digno para ser mostrado y es un artista poco conocido. ¿Se trata de una contante en estos artistas?

–Reúno bajo el término de museo del exilio a todos los artistas que donan sus colecciones y gracias a su generosidad vuelven esas obras a España. La mayoría de ellos son monográficos gestionados por fundaciones que dependen de ayuntamientos y que no se conocen más allá. Tienen un problema de visibilidad compartido. Lo que sucede con Lobo es una constante y de ahí que esté trabajando por crear una red de museos del exilio, pues sería ideal que se conectaran entre todos ellos para poder trabajar de manera conjunta y los artistas, como Lobo, tendrían más visibilidad.

–¿Con qué problemas se está topando?

–Las competencias. Aunque la mayoría son municipales también los hay autonómicos y el que no, estatal, como el Reina Sofía. Esa diferencia hace que unos sean más visibles que otros y que a la hora de crear esa red se haga a modo de proyecto.

Compartir el artículo

stats