La Opinión de Zamora

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Zamora, ¿un hogar para siempre?

El 29 de agosto se cumplen cinco meses de la llegada de la primera familia a Sanabria | Los refugiados, muy “acogidos y agradecidos” por la hospitalidad de los zamoranos

Familia ucraniana apoyando al equipo femenino de Ucrania en la regata del Lago de Sanabria . | Cedida

Zamora se ha convertido en algo más que un refugio temporal. La inesperada acogida que han ofrecido los zamoranos a los ucranianos, les ha permitido apartar la mirada del horror de la guerra que han dejado atrás.

La colonia de Ucrania más numerosa de Sanabria y Carballeda. | Cedida

El pasado 24 de agosto hace seis meses que se cumplía desde el primer ataque de Rusia contra Ucrania y por ello muchos ucranianos debieron huir de su país para salvar sus vidas. Ahora son más de 200 los refugiados que se encuentran formando una nueva vida en la provincia de Zamora. Los lugares donde más se han asentado son en Sanabria, la capital, Villardeciervos, Benavente y Carballeda, entre muchos otros.

Este es el caso de las hermanas ucranianas Svitlana Havrylenko y Natali Minina, junto con sus tres hijos y su amiga Tania, llevan en España cinco meses, que se cumplen este 29 de agosto, tras salir de Kiev prácticamente al inicio de la guerra. Su vida está en reconstrucción, si es que se puede volver a levantar una vida de cero. Fue la primera familia de refugiados en llegar a la comarca de Sanabria, y su integración es sobresaliente, con la ayuda de la familia de acogida y del pueblo en el que han establecido su residencia.

En estos cinco meses “todavía estamos reconstruyendo nuestra vida”. La familia pasó a vivir de una capital como Kiev a un pequeño pueblo de una veintena de personas, pero “era necesario que nos mudáramos a un pequeño lugar para poder recuperar nuestras fuerzas” asume Svitlana. La familia de acogida Arias Ramos “ha sido muy hospitalaria y desde los primeros días nos integraron en sus vacaciones familiares. Nos sumergimos desde los primeros días en el día a día de una familia española”.

En el caso de estas dos hermanas de Kiev han mantenido su trabajo gracias a la conexión por Internet con Ucrania, mientras que su amiga Tania trabaja en la hostería, en un establecimiento de la comarca. El empleo ha sido fundamental para mantener unos ingresos mínimos. El idioma es una de las principales barreras en este proceso de integración, en un nuevo país, con una cultura diferentes que van consiguiendo. Svitlana apela a un dicho que dice que “si una persona quiere entenderte, te entenderá. Los españoles se esfuerzan mucho y entienden nuestra “versión” del idioma español. Quieren comunicarse con nosotros”. Su familia por su parte hace todo lo posible por ir aprendiendo español.

24 de febrero

Tuvieron que atravesar un largo camino para conseguir la “paz”, su primer destino tras su huida fue la ciudad de Khmenytski, donde permanecieron casi un mes ayudando a los voluntarios en la retaguardia para preparar alimentos y material para el ejército ucraniano y para los afectados por los bombardeos. “No piensan ni en la edad y tu fuerza física todos hacían lo que podían”. Sus palabras son reveladoras “los niños ayudaban a tejer las redes de camuflaje para los vehículos militares”. Todo esto acontecía “con el ruido y los aullidos de las sirenas y las alarmas. Es muy desestabilizador para tu estado moral y psicológico” lo que sometía a todos los refugiados a un fuerte estrés. Un día “cuando daba mi paseo mañanero volvió a sonar la sirena y corrí a la casa de acogida a recoger a los niños y dije “ya es suficiente”. Sospechaba que “se estaban preparando para un ataque militar mayor” y en ese momento comenzaron a llegar las noticias de la matanza de población civil en Bucha y “fue muy aterrador”. En ese estado de “desesperación” y el huir lo más lejos posible apareció España “sin conocer a nadie aquí, huyendo a lo desconocido y asumiendo la responsabilidad de nuestros hijos”. Salieron de Ucrania a Polonia en un autobús de línea regular a la frontera. Tras varios días rondando por estaciones y siendo ayudados por voluntarios consiguieron llegar a España. “Cuando los niños se fueron a la cama en España ya sabíamos que no hacía falta levantarse para correr al refugio”.

El tener que irte de tu lugar por obligación y de esta manera les produce mucha añoranza, “echo de menos Kiev, el camino al trabajo, las cafeterías en las que me sentaba, los amigos, el vendedor del mercado que siempre te aconsejaba comprar salchichas frescas”, cuenta entre sollozos.

Si que es verdad que muchos piensan que en España “ahora se presta menos atención a la guerra de Ucrania” pero eso “no quiere decir que los españoles estén haciendo poco, cada familia que nos rodea trata de ayudarnos de una manera u otra, haciendo que nuestra estancia aquí sea cómoda y tranquila, dándonos la oportunidad de aprender y trabajar”. Quizá “los europeos estén cansados, pero eso es exactamente con lo que cuenta el ejército ruso. Rusia manipula la energía y la crisis alimentaria”.

Cuando tienes que irte de manera forzosa, rápida, dejando los enseres y objetos personales en un lugar donde te sientes como en casa, es cuando te vuelves totalmente consciente del cambio emocional y social que se ha dado tu vida.

La palabra con la que cierran sus vivencias es “incertidumbre”. “No sabemos para cuánto tiempo nos íbamos ¿para mucho tiempo? ¿Para siempre?”. Las palabras familia, niños, amigos están en la conversación, por suerte pueden conectar con ellos a través de la tecnología y del wifi de su hogar, en el que ya se cocina tortilla española, se plantan tomates y berzas y se aprenden palabras en español, poco a poco, con la ayuda de todos los voluntarios de Zamora.

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