La Opinión de Zamora

La Opinión de Zamora

Carlos Adeva Muralista

“Un mural es un monumento abierto las 24 horas del día durante todo el año”

“Las fotos que los visitantes hacen de nuestras obras y luego comparten en redes son una buena manera de difundir el arte”

El muralista toresano Carlos Adeva, posa con su obra sobre doña Urraca, que se puede ver en la calle Baborraz. | Miguel Rubio

Especializado en arte medieval, Carlos Adeva parece haberse convertido en el muralista oficial del 950 aniversario del Cerco de Zamora. A sus numerosas obras repartidas por la ciudad —además de las otras muchas que engalanan fachadas de su Toro natal— se acaba de unir el nuevo mural de la avenida de Vigo, donde representa a los cinco hijos que tuvo el rey Fernando.

–¿Ha sido un verano de intenso trabajo en Zamora?

–La verdad es que con este último mural pensaba tardar menos, pero el calor que ha hecho me ha obligado a no poder estar pintando más de cuatro horas al día. A mí me gusta hacer los murales muy rápido, para que el impacto sea mayor entre los viandantes, que sea toda una sorpresa.

–¿Se podría decir que se ha convertido en el muralista oficial del 950 aniversario del Cerco de Zamora?

–En cierto sentido sí, porque esta es la tercera obra que hago sobre ese tema histórico, después de los gigantes de Capitonis Durii en la calle de San Martín y el de doña Urraca en Balborraz.

Mural del Cerco de Zamora a manos de Carlos Adeva. Emilio Fraile

–¿Le ha resultado complicado el tener que adaptarse a la normativa de Patrimonio en todos estos murales, que se ubican en el casco histórico de la ciudad?

–Yo me ajusto a ella directamente ya, sin ningún problema. El Ayuntamiento de Zamora me da unas pautas sobre colores y demás y yo las sigo. Además, también hay que tener un poco de sentido común, porque lo importante es que todo quede lo mejor integrado posible y que ese mural termine viéndose como un monumento más. En ese sentido, creo que el ayuntamiento lo está haciendo muy bien, teniendo mucho cuidado con la ejecución de estos trabajos.

–¿Impone interpretar cuadros de otros artistas para sus murales, como este último, inspirado en una obra de su paisana toresana Delhy Tejero?

–Realmente no ha sido una interpretación, sino más bien coger una idea. La propuesta que hice para este trabajo fue inspirarme en ese cuadro de Delhy que se puede ver en el Ayuntamiento, con todos los hijos del rey Fernando sentados. Quería sacar esa escena fuera, para que se conozca a estos personajes, su historia y cómo se repartieron los reinos. Normalmente, el turista no puede visitar esa obra original, que está en el salón de plenos, pero estando en la calle, se le da la oportunidad de verla y descubrirla.

El tamaño de los trabajos no es algo que me imponga, pero sí que hay un gran esfuerzo físico detrás

decoration

–¿Cómo se enfrenta uno a un mural de grandes dimensiones?

–El proceso arranca en el Ayuntamiento, de la mano de la Concejalía de Barrios y Pablo Novo, un auténtico entusiasta que siempre está pensando en hacer cosas nuevas, lo que es de agradecer. La idea pasa a un boceto y de ahí al estudio de la obra, adaptándola a las dimensiones reales. El tamaño a mí no me impone para nada, pero sí que hay un gran trabajo físico detrás.

–¿Se siente cómodo trabajando sobre encargos o prefiere ir por libre con sus murales?

–Al ser especialista en arte medieval hago sin problema este tipo de trabajos, para mí son bien sencillos. Tengo muchos murales de este estilo, incluso en ciudades como Vitoria, ya que no hay muchos artistas especializados. Para Zamora es más sencillo encontrarme, porque vivo aquí (risas). Le tengo bien cogida la medida a esta modalidad y se pueden aprovechar de esta cercanía sin problema. Es cierto que me siento cómodo pintando en cualquier estilo, pero en este más si cabe, porque lo llevo haciendo desde hace más de 25 años. De hecho, mi primera exposición medieval fue en el año 1997.

Doña Urraca, Carlos Adeva, 2022. Calle Balborraz. Carlos Adeva.

–¿Qué opina del auge de los murales en las ciudades en general y en Zamora en particular, en estos últimos años?

–Lo cierto es que cuando yo comencé con el muralismo, no pensaba que iba a llegar a tanto. Yo empecé con el muralismo público por el año 2009, cuando se hacía en pocas ciudades. En Zamora apenas se conocía, pero ahora todo es diferente. Y a mí, como profesional, me encanta, porque, en primer lugar, es mi trabajo, pero también porque es algo muy enriquecedor, tanto a corto, como medio y largo plazo.

Mi primera pintura en una fachada fue en una tienda de Toro cuando solo tenía trece años

decoration

–¿En qué sentido?

–A corto plazo, la actuación sirve para integrar o arreglar un espacio de la ciudad; a medio, se convierte en un bien para la comunidad y a largo es una apuesta turística segura. Un monumento solo se puede ver por dentro en un horario determinado, pero un mural está abierto las 24 horas del día, los 365 días del año. Además, en el caso de Zamora, muchos de estos murales se están aprovechando para contar mucha historia. Eso, aparte de didáctico, enriquece también la visita y, de hecho, están empezando a proliferar visitantes que hacen turismo de murales, más que de monumentos. Además, tienen mucha repercusión mediática, no solo para la ciudad, sino también para el autor del mural. A mí me han publicado trabajos de la ciudad en páginas especializadas de otros países, como Italia o Estados Unidos, además de en blogs o redes sociales. Los que vivimos aquí no somos conscientes de esta repercusión internacional, pero existe. Las fotos que los visitantes hacen de nuestros murales y luego comparten en sus redes llegan a muchísimas personas y es una buena manera de difundir el arte. Además, de una manera totalmente gratuita.

Bellido Dolfos y Arias Gonzalo protagonizan este mural de Adeva. Cedida

–¿Recuerda el primer mural que pintó?

–Por supuesto, tenía solo trece años y decoré la fachada de una tienda de Toro con pinturas de cera, que era lo que tenía. Mi primer mural con pinceles sería dos años después. Me dieron 5.000 pesetas por decorar una bodega y lo hice con óleo. Precisamente, el otro día pasé por allí y estaba intacto, como el primer día, aunque hayan pasado ya treinta y cinco años.

Compartir el artículo

stats