La Opinión de Zamora

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Carmen Sanz Directora de El Mundo del Superdotado

“Tener un hijo superdotado en casa no es un drama familiar”

“Ser inteligente no es malo, el problema surge al no disponer de condiciones adecuadas para su desarrollo, como en España”

Carmen Sanz elmundodelsuperdotado.com

Desde hace ya casi veinte años, el gabinete psicológico El Mundo del Superdotado ayuda a familias con hijos que tienen capacidades especiales, bajo la dirección de Carmen Sanz Chacón. Un trabajo que se completa con la fundación que lleva el mismo nombre y que, desde 2011, se centra en la divulgación y en la formación del profesorado.

–¿Hay diferencia entre un niño superdotado y otro con altas capacidades?

–Altas capacidades es un concepto que tiene que ver con la educación, con alumnos que deberían recibir atención especial. Estamos hablando de más del 10% de la población que destaca en un área determinada. En cambio, superdotación es el 2% de la población, que supera el cociente intelectual en 130. Ese corte es el que se utiliza normalmente en los sistemas educativos para poder considerar a partir de ahí si una persona necesita atención educativa específica.

–El porcentaje de estos alumnos en bastante reducido según su último estudio. ¿Existe un índice bajo o todavía no se sabe realizar una buena evaluación?

–Los superdotados existen, pero no se identifican. Por pura estadística, un 2% de los estudiantes de nuestro país son superdotados. Si tenemos ocho millones de estudiantes, hay 160.000 superdotados, seguro. Otra cosa es cuáles están identificados y esto depende, por una parte, de la formación de los profesores, que siguen confundiendo a niños superdotados con niños con buenas notas y no tiene nada que ver. De hecho, hay mucho niño superdotado que se aburre en el colegio, saca malas calificaciones y los profesores le consideran incluso todo lo contrario, cuando se trata de una falta de interés y de aburrimiento, lo que le hace dejar de estudiar.

–¿Cómo se podría solucionar esta situación?

–El problema es no saber identificar por falta de formación del profesorado. Además, también existe falta de implicación de los directores de los centros educativos, porque es su obligación preocuparse por reconocer a los alumnos con altas capacidades. La ley dice claramente que estos alumnos necesitan un apoyo educativo específico y delega esa responsabilidad en las comunidades autónomas, que establecen sus protocolos. Pero la responsabilidad última recae en el centro escolar. Si el director no se preocupa, los profesores no se forman y el orientador no tiene tiempo, los niños se quedan sin identificar, con los que estamos perdiendo el talento de muchos miles que niños que podrían terminar siendo grandes profesionales, quedándose por el camino con fracaso escolar.

La obligación de los centros educativos es identificar las altas capacidades

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–¿Cuáles son las consecuencias?

–Es un daño muy grave, porque cuando una persona con una inteligencia superior al final tiene que desarrollar un trabajo más rutinario y menos creativo, no llegará a ser tan feliz como si desarrollara un trabajo a la altura de sus capacidades. El talento hay que desarrollarlo y explotarlo, dándole las condiciones adecuadas para ello. Por ejemplo, si Picasso nunca hubiera sido hijo de un pintor, a lo mejor no habríamos llegado a tener un genio de la pintura. El talento y la superdotación existen, es algo genético. El problema es que si no se tiene el entorno adecuado, no se llega a desarrollar y no llegamos a verlo plasmado en la sociedad.

–¿Los centros educativos ordinarios son lugares adecuados para estos niños?

–Si se establecen las medidas oportunas, puede ser un sitio para que un niño con altas capacidades se desarrolle pero se le debe dar la oportunidad de ser acelerado de curso, que es la medida más barata para permitirle ir a su propio ritmo, lo que repercutiría en un menor fracaso escolar.

Estos niños deben tener una atención especial, aunque eso no significa malcriarlos

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–¿Sugiere más medidas?

–Nosotros también proponemos en los centros las aulas abiertas de altas capacidades. Significa que pueda haber capacidades de enriquecimiento de estos niños de forma agrupada, por ejemplo, una hora a la semana, con clases especiales de materias que les interesen, como física, matemática o robótica. Es igual que cuando un niño destaca en música y se le envía al conservatorio o si es bueno en un deporte, que acude a un centro de alto rendimiento. Significa darles la oportunidad para que puedan aprender a otro nivel.

–¿Qué beneficios reporta?

–Lo bueno que tiene esta medida es que, aparte de estar juntos entre ellos, dejan de verse como bichos raros, que es algo muy positivo. Junto con subirlos de curso, son medidas que no implican mucho coste, más un tema de voluntad. También debería haber colegios especiales, porque igual que en el ámbito de la discapacidad hay niños que se salen de la norma y no pueden estar en un colegio normal, en la parte de arriba también hay niños que son diferentes, por lo que deberían estar en colegios especiales, ya que su cerebro va a una velocidad distinta y hay que aprovechar esas capacidades de otra forma. Desgraciadamente, en España no existen estos centros.

–¿Se encuentran estos niños con trabas sociales?

–Normalmente, en el aula lo suelen pasar mal, porque sus compañeros ni les siguen ni les entienden. Son niños con intereses distintos, por ejemplo, con seis años se apasionan por la astronomía o por los dinosaurios y no hablan de otra cosa. Así que, lógicamente, chocan con los compañeros y ahí se producen dos tipos de problemas. Uno, el rechazo, dejándolos fuera de los juegos u otras actividades, por lo que se sienten excluidos y lo pasan mal, se les baja la autoestima. Otros niños, al verlos distintos, se empiezan a burlar de ellos y les hacen la vida imposible. De hecho, uno de cada dos niños con altas capacidades sufre acoso escolar y eso es algo muy grave. En El Mundo del Superdotado nos vienen muchísimos niños con depresión, se sienten mal consigo mismos y terminan con problemas muy graves. Aparte, cuando se aíslan no desarrollan habilidades sociales y terminan siendo introvertidos. Es lo que llamamos la maldición de la inteligencia, como precisamente se titula mi libro, porque se termina con acoso y muchas veces también fracaso escolar. Ser inteligente no es malo, pero el problema viene cuando no te dan las condiciones adecuadas de desarrollo, que es lo que está pasando en este país.

–¿Qué actitud deben tener los padres ante un niño superdotado?

–Hay que aceptarlo con normalidad, ya que es un niño con una capacidad de aprendizaje superior a los demás y al que, por tanto, hay que darle esas oportunidades. Ni es un drama familiar ni una enfermedad ni nada por el estilo. En primer lugar, esto va por familias, así que si hay uno, lo más probable es que sus hermanos también tengan altas capacidades. A los padres siempre les sugiero que lo comprueben, porque es un tema genético y lo normal es que haya más casos en la familia. Aparte de esto, lo que tienen que hacer con su hijo es ofrecerle las oportunidades de aprendizaje y desarrollo que el niño demande, pero sin volverse loco apuntándole a doscientas actividades para que el niño no tenga tiempo ni para jugar. Pero tampoco despreocuparse, porque así vamos a tener problemas tarde o temprano.

–¿Qué medidas se pueden tomar para poder adaptarse a las necesidades de estos niños?

–Estos niños necesitan, por una parte, una educación a la altura de sus capacidades, con lo cual si el centro escolar no se las ofrece, los padres tienen que pelearlo para conseguir que le den la educación que necesitan en su colegio. Por otra parte, estos niños casi siempre van a necesitar un apoyo emocional, por lo que les suelo recomendar a la familia una consulta de orientación con un especialista y que se haga un seguimiento del desarrollo del niño. Se les debe dar una atención especial, aunque hay que tener claro que eso no significa malcriarlos. Necesitan que se les cuide, pero también que se les eduque, con actividades complementarias para que puedan aprender aquello que le interesa.

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