La Opinión de Zamora

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Jano Remesal, subdirector de Comunicación Estratégica y Diplomacia del Ministerio de Exteriores

“Si la ciudadanía se empodera podrá exigir leyes más restrictivas frente a los lobbies”

“Es preciso conocer y entender qué pasa a nivel internacional porque las decisiones que tomes, incluso en lo privado, vendrán condicionadas por lo que ocurra muy lejos”

Jano Remesal en La Opinión-El Coreo de Zamora, donde dio sus primeros paso como periodista.| Jose Luis Fernández

Sigue siendo aquel chico del barrio de San José Obrero de Zamora, “Jano” Remesal Royo, aquel becario que llegó hace 19 años a esta redacción. Su vocación de periodista desde niño le permitió recorrer países como freelance para entrevistar a importantes personajes, y colar a sus lectores en lugares que pocos podrían permitirse. “Y yo jamás” con el pírrico sueldo de periodista. El deseo de construir una familia le paró en seco frente a una dura oposición para el Cuerpo Superior Técnico de Administradores Civiles del Estado (TAC). “80 semanas encerrado, siete horas de trabajo y ocho de estudio, dormía apenas cinco”. Y con 38 años, licenciado en Periodismo, en Ciencias Políticas e Historia, es responsable de una de las dos subdirecciones de comunicación del Ministerio de Exteriores: Comunicación Estratégica, Diplomacia Pública y Redes.

Alejandro, “Jano”, Remesal Royo durante una intervención en Colombia con la Agencia Internacional de Cooperación de España, donde trabajó varios años. cedioda

–¿Qué hace un freelance atado a un despacho de Exteriores?

–Soy periodista ante todo. Desde los 18 años trabajé cada verano como becario en redacciones, el primero aquí -en LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA-, tras la carrera comencé como freelance de viajes para un gran grupo de comunicación español. Visité más de 20 países, viví historias estupendas: estaba en Ginebra entrevistando a Tom Hanks y, al día siguiente, en Roma con Ewan McGregor. Fui a Brasil a un eco-resort durante diez días; entrevisté a la jugadora de tenis María Sharápova a Jorge Lorenzo, a Zac Efron...

Estaba en Ginebra entrevistando a Tom Hanks y, al día siguiente, en Roma con Ewan McGregor

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–De trotamundos a funcionario, de la noche a la mañana...

–La gente me dice “¡estás loco, con una vida tan interesante y divertida, dejar el periodismo para ser funcionario!”. Pero, al final, vivía en un decorado, en una vida estupenda en los mejores hoteles y restaurantes que jamás me iba a poder permitir. Al fin de mes, vivía con toda la precariedad que tiene el periodismo desde hace muchísimos años y con la incertidumbre de si, como freelance, iba a poder llenar la nevera al mes siguiente. Ese estilo de vida era difícilmente compatible con formar una familia, hubo meses en los que dormí fuera de mi casa 20 días.

–¿Por qué eligió la diplomacia como otra opción profesional?

–Siempre me ha gustado la información internacional y las relaciones internacionales. Estudié el máster en la Escuela Diplomática y me cambió la vida. Todos los años otorga becas bien pagadas para que sus alumnos vayan a vivir a embajadas, los estudiantes se van a China, a India..., yo elegí quedarme en Madrid, en el gabinete de prensa del Ministerio de Exteriores.

–¿Qué giro dio su carrera?

–Entré con la ministra Trinidad Jiménez, a los dos o tres meses hubo elecciones, mi directora general debió mirar a su alrededor y no debió ver a nadie que supiera mucho de comunicación. Le dijeron “tenemos a este chaval que es periodista y parece que le gusta”, y me contrataron. Pasé a ser asistente técnico y después como asesor de prensa en Exteriores cinco años.

–¿Le dio tiempo a opositar?

–Me convenció la directora general que me contrató, llegamos a ser amigos, e insistía en que tenía que entrar en el cuerpo diplomático, pero yo no quería esa vida, de un país a otro, y oposité a TAC. De lunes a sábado, durante 80 semanas trabajé como asesor y a estudié, dormía 5 horas al día.

Jano en una recepción con el rey Felipe VI en la Zarzuela. Crédito- Casa de su Majestad el Rey

–¿Cuáles son sus competencias como subdirector?

–Llevo toda la comunicación digital de Exteriores y la estratégica en el medio y largo plazo, la creación de campañas, la narrativa, que se llama ahora; la reputación online: la gestión de la comunicación, del mensaje..., depende a día de hoy de mí.

–La guerra de Ucrania, la crisis energética y climática están modificando las políticas nacionales de todos los países, ¿nos enfrentamos a una de las crisis de la humanidad más graves?

–Debemos prepararnos para vivir en un mundo en el que muchísimos problemas que ocurren muy lejos de nuestro entorno nos afectan de forma real y directa, problemas que no lo hacían hasta hace muy poco o que desconocíamos. Es aceptar que vivimos en un mundo extremadamente globalizado, con una interdependencia exagerada que trae estas consecuencias. La globalización es un packet, con cosas buenas y malas, no podemos pretender comprarnos un móvil muy barato hecho en China y que la parte negativa no nos roce.

–Los ciudadanos perciben que no se sale de una crisis y ya llega otra de lleno, ¿es irreal?

–No es que vayamos de crisis en crisis, sino que lo normal es que tengamos cierto nivel de alerta constante en este mundo en el que vivimos. Es cierto que la sobreinformación de hoy en día lleva a percibir los momentos negativos o diferentes crisis de forma mucho más frustrante, más angustiosa. Cuando hace 25 años no teníamos acceso a Internet, no sabíamos lo que pasaba al otro lado del mundo, pero no quiere decir que no pasara nada malo y que no nos afectara, solo es que no nos enterábamos.

El zamorano durante la despedida de la ministra Trinidad Jiménez, con quien comenzó a trabajar. (9) Ministererio de Asuntos Exteriores, Nolsom

–¿Eso implica modificar la forma de vivir en el día a día y de estar en el mundo?

–Exacto. Hace algunos años, las relaciones internacionales eran un campo de especialización, hoy no porque están insertas en tu trabajo te dediques a lo que te dediques, tanto en el ámbito público como en el privado, siempre habrá una vertiente de relaciones internacionales que van a estar en tu día a día. Eso implica que te enteras de lo que está pasando más allá, y debemos entenderlo para reaccionar porque las decisiones que tomes en el ámbito interno vendrán dirigidas o condicionadas, cada vez más, por lo que está ocurriendo muy lejos.

–¿Esta sensación extendida de que todo se está destruyendo, de que vamos a un mundo de caos es una fabulación o es real?

–Se habla mucho de que cada vez se vive peor, pero hay que poner todo en su contexto, habrá que ver en qué. Realmente no creo que sea así, tenemos una información que nos lleva a analizar la situación de una forma mucho más exhaustiva que hace un tiempo, pero no quiere decir que tú vayas a estar peor seguro, ni que esto sea un camino hacia ninguna parte, que todo vaya a empeorar. Tenemos que tener en cuenta que el nuevo tablero en el que jugamos va a ser mucho más complejo y deberemos tener en cuenta muchas más cuestiones en nuestro día a día, y jugar nuestras con nuestras piezas.

–El COVID, la guerra, las sequía, la crisis energética, las inundaciones, la viruela del mono..., los ciudadanos lo perciben como una especie de cataclismo. ¿Ha habido falta de previsión de los gobiernos para ir adaptando a las poblaciones para afrontar este nuevo escenario mundial?

–No es tanto una falta de previsión como dificultad en adaptarnos a esos cambios que vienen a mayor velocidad. El mundo actual es muy acelerado y, quizás, los problemas nos afectan de forma más directa y rápida frente a las soluciones que podemos darles, debemos dedicar más tiempo a esto. En el sector público hemos de adaptarnos y tomar medidas novedosas para problemas nuevos, pero en la empresa privada, en el ámbito familiar y personal, incluso, vemos cómo nuestro día a día no es el mismo, muchas veces, nos cuesta seguir el ritmo. Eso es lo que puede crear la ansiedad de no saber cómo responder a nuevas amenazas. Antes el mundo era mucho más previsible, más pequeño, teníamos todo mucho más en la mano.

–Se habla del cambio climático desde hace muchísimas décadas, ¿por qué no ha habido una respuesta adecuada de los gobiernos, una una planificación para afrontar sus efectos?

–El mundo del siglo XXI se enfrenta a dos problemas globales inestimables: la cuestión de género, no podemos seguir teniendo a un 50% de la población infrautilizada e infravaloradas; y el cambio climático, esa respuesta que debemos de dar porque no tenemos un Planeta B. Sus consecuencias son el paradigma de los problemas globales que necesitan de soluciones globales. Un incendio, una inundación, un tsunami, un tifón no entienden de fronteras, lo que ocurre en lugares absolutamente lejanos nos afecta a todos. Sinceramente, vivimos en el lado feliz del mundo, en la UE, el actor global que, de largo y desde hace más tiempo, mayor hincapié hace en la necesidad de solucionar esta cuestión.

El mundo del siglo XXI se enfrenta a dos problemas globales inestimables: la cuestión de género, no podemos seguir teniendo a un 50% de la población infrautilizada e infravaloradas; y el cambio climático

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–Parece haber fracasado.

–En los problemas globales hay otros actores, EE UU y China especialmente, y poco podemos hacer si no nos acompañan en la toma de esas medidas que, a corto plazo, no son agradables para la ciudadanía, a la que se deben pedir esfuerzos hoy que verán recompensados mañana. La UE hace tiempo que tiene esto claro, en los foros internacionales luchamos, España es uno de los países que lo hace con más ahínco. Pero no en todos los lugares del mundo se está dispuesto al mismo nivel de sacrificio, y combatir este problema es un proceso muy a largo plazo. Un montón de países en desarrollo es posible entender que no estén dispuestos, aún no están en el estadío que les permita aplicar estas políticas.

–¿Ese pacto global que se precisaría para salir de esta crisis está cerca?

–Con la pandemia del COVID, que nos puso entre la espada y la pared, entendimos que la única forma de salir adelante era cooperar. Demostramos que la humanidad es capaz de colaborar en un frente común siempre si vemos a muy en el corto plazo las consecuencias negativas o lo contrario. No paliaremos inundaciones en lugares en los que no había; incendios como los que está habiendo; ni la Filomena que venga, pero debemos paliar las cuestiones que en el medio y largo plazo afectan al clima.

–Eso implicaría transformar el sistema económico, mucho más complejo que bajar la calefacción tres grados en invierno.

–No debemos subestimar los pequeños gestos de cada persona en el día a día, se convierten en un gran cambio, marcan tendencias que si se consolidan, al cabo de unos meses, de unos años, resultan importantes. El gran reto de la comunidad internacional es que las buenas ideas que en algunos lugares se están teniendo se expandan, marquen una línea de actuación.

–¿Y el control industrial, que es lo que más contamina?

–Ahí están las teorías del decrecimiento que vienen a indicar que, tal vez, estamos creciendo por encima de nuestras posibilidades y no necesitamos aumentar el PIB año a año; ni en el día a día individual, el fast food y el fast fashion, tener que cambiar de ropa rápidamente, probar nuevas comidas constantemente, la última tendencia culinaria en el bar de la esquina de casa. Esas conductas son muy difíciles de erradicar porque a todos nos gusta vivir muy bien.

–Pero la industria genera esas necesidades, favorece esas conductas.

–El mundo industrial seguirá dando a la ciudadanía lo que esta reclame, por eso es básico hacer hincapié en que, como ciudadanos, le reclamemos a la industria, sector que más poder de cambio tiene, que sus opciones sean mucho más respetuosas con el medio ambiente y con los derechos humanos.

–¿Las grandes multinacionales, los lobbies que se enriquecen con esta otra forma de vida van a soltar la presa?

–Toda empresa, todo lobby, toda persona a lo único que tiene que estar sometida es a la Ley, mientras no haya leyes no puedes pedirles que velen por el bien del mundo, el rico va a ir a acumular más dinero. Debemos empoderarnos como ciudadanos y tomar conciencia de que nuestras decisiones individuales son las que van a cambiar el comportamiento de los poderosos a nivel mundial.

–Los gobiernos pueden legislar e impedir esa retroalimentación.

–Hace ya años que la legislación trata de velar por cuestiones de fondo sobre las responsabilidades que puede tener el sector privado, a lo mejor no a la velocidad que algunas personas quisieran. Pero insisto en que, para ello, la ciudadanía debe ser mucho más exigente. La sociedad tiene que decidir qué quiere ser de mayor y, a partir de ahí, el sector público irá legislando para que las leyes sean cada vez más restrictivas.

–¿Dónde está la UE a nivel internacional?

–Somos un reducto de paz y bienestar, pero muy poca cosa a nivel mundial. La UE está buscando su sitio en el tablero internacional en mitad de tensiones tectónicas para que cada actor encuentre su sitio. Serán necesarias renuncias para que España dé con el suyo, pero, aún así, la parte buena es que seremos un elemento importante, conseguiremos que nuestros intereses pesen y tendremos un futuro más halagüeño. Debemos ser pacientes.

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