La Opinión de Zamora

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alberto cubero | Director musical de la ópera “La araucana”
Alberto Cubero Director musical de la ópera “La araucana”

“La primera ópera en castellano la adaptamos al momento actual sin cambiar ni una sola palabra”

“La recuperación histórica tiene que poner la obra al servicio del público, de ahí que apostemos por una orquesta moderna”

Alberto Cubero en un receso de los ensayos de la ópera que estrenan en Zamora este domingo. | | J.L.F.

Alberto Cubero es el director musical de “La araucana”, una adaptación actualizada de la primera ópera en castellano, que firmara el salmatino José Lidón hace 230 años, una pieza que se estrena respetando el libreto original el domingo, día 31 de julio, en el Teatro Principal, dentro del Festival Internacional de Ópera de Cámara, que arranca el viernes con una gala lírica con Nancy Fabiola Herrera y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en la plaza de la Catedral.

–¿Cómo surge la recuperación de “La araucana”?

–Yo empecé como profesional en el Teatro de la Zarzuela de ahí que esté muy sensibilizado con la recuperación del patrimonio español, tanto de zarzuela como de ópera. Cuando me formé como musicólogo me di cuenta de la importancia que tuvieron unos señores que hace doscientos años intentaban luchar por una ópera nacional y me parecía interesante ponerla en valor. La sorpresa es su música que es espectacular. Está escrita con mucho criterio y pasa de todo en muy poco tiempo e incluso en el libreto se dice que es un ensayo en nuestro idioma de la gran ópera italiana y todo lo que ocurre en una ópera italiana en tres horas, pasa en una hora en su duración original. Además, la escritura no tiene nada que envidiar a la una de las grandes óperas de Mozart.

La sorpresa es su música que es espectacular. Está escrita con mucho criterio e incluso en el libreto se dice que es un ensayo en nuestro idioma de la gran ópera italiana y todo lo que ocurre en una ópera italiana en tres horas, pasa en una hora

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–Y ¿de qué manera llega a estrenarla en Little Opera?

–Realmente es un cúmulo de casualidades que pueda llegar esta ópera a Zamora. Una recuperación de este calibre no correspondería a un festival como Little Ópera de Zamora, por muy relevante que sea dentro del mundo de los festivales, la debería de haber acometido un teatro que cuenta con un mayor presupuesto, como el Teatro de la Zarzuela. Su rescate era un proyecto que yo ya tenía en mente y tenía claro que cuando tuviera la oportunidad de poder programarla, lo haría. El festival de Zamora se puso en contacto conmigo porque querían recuperar una tonadilla, “La graciosa”, y la valentía y la sensatez de Conchi Moyano, su directora, han hecho que su idea y la mía hayan acabado uniéndose.

ALBERTO CUBERO, DIRECTOR DE LA ARAUCANA, EN UNO DE LOS ENSAYOS JOSE LUIS FERNANDEZ

–¿Qué le impulsó a compartir su proyecto con Conchi Moyano?

–Me decidí porque la pieza la escribió José Lidón un músico de Béjar que no tiene mucho reconocimiento en la comunidad, cuando fue maestro de la capilla real, y el festival de Zamora es el único de ópera que hay en la región. A Conchi la convencí porque le enseñé algo de su música y le dije que era una oportunidad única, pero lo complicado fue ver cómo encajaba. Es una obra muy importante en la musicología, pues fue un primer intento de hacer una ópera en castellano a imitación de la italiana. A los dos días me llamó, me dijo que le interesaba, pero que no había presupuesto. Finalmente ha sido una negociación de meses hasta conseguir hacerla realidad.

–La pieza ¿originalmente duraba una hora?

–Sí, una hora por lo que se ajusta a las características de las piezas del festival. Las características de una ópera de cámara se cumplen, dado que esta pieza se estrenó para teatros públicos donde no había muchos recursos y para poder sufragar se hacían varias representaciones. Cuenta con cuatro solistas, aunque me he tomado una licencia para el coro que integran Víctor León, Hugo Porris, Enrique Sánchez y Aldán Pino.

Hemos creado una propuesta que hemos cambiado de tiempo para salvar algunas cuestiones complicadas que tenía el librero original. La adaptamos a 2022, sin cambiar ni una sola palabra porque está tan bien engranada toda la dramaturgia que hemos creado

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–¿Qué singularidades presenta esta propuesta lírica?

–En la parte musical nos encontramos una pieza mozartiana, pero muy avanzada en el tiempo muy cercana a Rossini con una carga dramática espectacular. Están muy bien escritos los recitativos, la parte entre “parlato” y cantado, en donde sucede toda la acción. Además, estoy muy contento de poder contar con el equipo que habitualmente trabajo, integrado por Guillermo Amaya, como director de escena, y su escenógrafo Pablo Menor y su figurinista Raquel Porter. Entre todos hemos creado una propuesta que hemos cambiado de tiempo para salvar algunas cuestiones complicadas que tenía el librero original. La adaptamos a 2022, sin cambiar ni una sola palabra porque está tan bien engranada toda la dramaturgia que hemos creado. La historia está situada en los años 80 del pasado siglo. Al espectador le va a tocar de cerca, ya que es una historia de amor con alguien encarcelado y con un intento de violación que ya está en el libreto original.

–“La graciosa y el compositor” también forma parte del espectáculo, pero ¿de qué manera?

–La propuesta comienza con “La graciosa” que nos sirve, sin cambiar ni una sola palabra, para situar una acción y una problemática y a continuación se articula todo. La dramaturgia está completamente unida. Las personas que acudan al estreno verán, una vez que se levante el talón, una sola historia.

–¿Ha sido laboriosa esa fusión?

–Ha sido complicado hasta que hemos definido las líneas de la dramaturgia. Una vez que las establecimos todo cuadraba. En cuanto a la música, la de la tonadilla es mucho anterior a la de Lidón, lo que fue un reto.

Quiero mostrar la ópera al gran público de ahí que utilicemos una orquesta moderna y un espectáculo cerrado para facilitar la comprensión a la persona que no sea especialista en música antigua

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–Y ante eso...

–Teníamos dos opciones o hacer un espectáculo teniendo en cuenta que lo importante es el público o bien hacer una obra de museo, que es lo que se suele hacer con instrumentos originales en un pequeño formato para el marco de un festival de música antigua. La tonadilla, aplausos y luego “La araucana”. Optamos por un espectáculo que no deje indiferente a la gente y que sienta que no le es ajeno. El objetivo de una ópera es que quien acuda no salga igual que como llegó, sino que salga pensado en lo que ha visto y en lo que ha pasado sobre el escenario. Quiero mostrar la ópera al gran público de ahí que utilicemos una orquesta moderna y un espectáculo cerrado para facilitar la comprensión a la persona que no sea especialista en música antigua y que quiere ver una historia que le va a hacer amar un poco más la ópera y perder los perjuicios hacia lo desconocido. Muchas veces se han recuperado ciertas óperas sin tener en cuenta al público y hace mucho daño a la recuperación porque estamos limitando su recepción a un público entendido y no la estamos mostrando al gran público. Desde mi punto de vista mis colegas se ciñen más a los circuitos cerrados, a festivales de gran prestigio, pero yo no comparto ese criterio.

–¿Por qué ese ir contracorriente?

–Porque cuando comencé en el mundo de la recuperación histórica estudié bastante y me fui al otro extremo, a que no me valía nada que no estuviera históricamente informado. Llegué tanto a ese límite que como cuando comencé a trabajar en el Teatro Real, con profesionales de mucha trayectoria, me di cuenta de que se podía encontrar un término medio: no dejar de lado al público, hacer un espectáculo atractivo y siempre compartiendo todo el conocimiento del historicismo. El mundo de la recuperación no puede ser tan sectario, sino que tiene que poner la recuperación al servicio del público.

El mundo de la recuperación no puede ser tan sectario, sino que tiene que poner la recuperación al servicio del público.

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–¿Qué nos puede decir de los profesionales que participan?

–Participan el pianista del Teatro de la Zarzuela, Ramón Grau, y los solitas, Sonia de Munck, que tiene una carrera muy extensa y trabaja en los principales teatros de España y es una suerte tenerla, lo mismo que a Ana Tonna, que ya ha participado en el festival y el tenor Juan de Dios Mateos, que está haciendo una carrera como especialista en Rossini espectacular aunque en España no ha tenido mucho recorrido es habitual en la ópera de Sídney en la de Berlín y se formó en la Ópera de París, y el barítono David Oller, que es único en España por los agudos. Estamos hablando de cuatro solistas de primer nivel nacional y con miras internacionales.

–Tras su estreno en el Teatro Principal de Zamora, ¿qué vida tendrá el espectáculo?

–Hay varias posibilidades de llevarlo a la Comunidad de Madrid. Se está hablando de representar el proyecto entre dos o tres veces más. Espero que tenga un buen recorrido una vez que se conozca públicamente el resultado de esta recuperación.

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