La Opinión de Zamora

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“Imparables, como un Miura”: Losacio se deshace en las llamas de su segunda pesadilla

El pueblo amanece entre las cenizas de dos incendios consecutivos: el último ha cruzado la linde de algunas de las casas, que aún humean

Losacio, rodeado de los restos del incendio. | J. L F.

Losacio ha amanecido tras superar el segundo incendio que ha vivido en menos de quince días y que esta vez sí ha traspasado las lindes del pueblo, una pesadilla que parecía “impensable” que regresara, como comentan los vecinos en la calle, que tras la noche, comienzan a reunirse a las puertas de las casas para conversar y vigilar para que ni una brasa más resurja.

Vecinos de Losacio refrescan una casa devorada por las llamas y que ha perdido el tejado y todo lo que había en su interior. | José Luis Fernández

Varias viviendas han sido tocadas por el fuego que se originó en Vegalatrave en la tarde del domingo. La de la familia de Paz, Fernando y Antonia ha quedado calcinada. Ni tejado ni vigas han resistido, y las paredes centenarias de piedra ya han empezado ha desprenderse. Las ventanas nuevas se han derretido junto al lavavajillas y al horno que la familia había traído este verano para que la hija del matrimonio disfrutara la vivienda con amigos.

El incendio cercó Losacio en tan solo una hora

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“Dicen que la casa era vieja y que no estaba habitada, pero era nuestra casa, la de la abuela”, lamenta Paz sobre un bien de alto valor sentimental que no pudieron proteger ante el avance de las llamas. Aún humeante, de vez en cuando rocían los restos que siguen calientes por el miedo a que se prenda y siga hacia la siguiente vivienda.

Exterior del municipio. | J. L F. Irene Barahona

El municipio de Losacio dio nombre al incendio que la semana pasada arrasaba más de 30.000 hectáreas. Los surcos negros de las dos catástrofes rodean el pueblo por completo, que como narra Fernando, quedó “cercado” en apenas una hora desde que se declarara. Él no ha dormido desde entonces, como muchas de las personas de Losacio que se resistieron a irse.

Bomberos apagan el fuego aún presente en una nave con alpacas. | J. L F.

Los coches no han dejado de entrar y salir de Losacio. Algunos vecinos regresan de Zamora, otros se marchan. Dos camiones de la UME y uno de los bomberos flanquean la entrada al municipio, donde las primeras naves de ladrillo están negras del hollín y de las huellas de las llamas.

En el pueblo los corrillos intentan analizar el avance del fuego y relatan cómo lo enfrentaron hasta que llegaron los primeros medios oficiales. “Imparable”, describe Fernando. “Como un Miura”, sigue Antonia, que también luchó por proteger la vivienda nueva donde la familia pasa los veranos.

Equipos mojan las alpacas incendiadas para evitar la propagación. | J. L F.

“Fue un cúmulo de imprevistos”, explican sobre unas horas en las que todo parecía ir en su contra, y en las que las llamas fueron lo único que los guiaba contra el fuego después de que un corte de luz los dejara sin suministro.

El perímetro que rodea el municipio de Losacio, arrasado por el fuego. | J. L F.

De la noche recuerdan la desesperación, la falta de medios a su alcance y la decisión que llevó a muchos a “arriesgar hasta el último momento”, explican sentados en la banqueta de casa sobre una comunidad que resistió todo lo que pudo hasta que llegaron los bomberos.

Los helicópteros continúan sobrevolando Losacio para coger agua. | J. L F.

Solo los más mayores cedieron a viajar hasta Zamora y abandonar Losacio, como Domingo, al que se le “ha metido el humo dentro del cuerpo”, y que no puede sacar, “va para largo”, concluye tras dos incendios que aún dejan restos en el pueblo, donde una nave de paja sigue ardiendo. “Hubo una crecida y se inundó, está podrida y por eso huele tan mal”, explica el anciano sobre el humo que sale de la nave ganadera y que baña el aire del pueblo.

Algunos vecinos conversan en la primera mañana tras las llamas. | J. L F.

“Gracias a la gente que nos vino a ayudar”, concluyen los afectados desde Losacio, pensamiento que dirigen a los vecinos que desde Muga, Puercas, Ferreruela y San Martín se unieron para frenar el fuego, del que aún tienen grabada la rapidez y los momentos en los que pensaron que “no acabaría”: el viento jugó la carta más importante para que las llamas no avanzaran más allá de la loma, dirección a Muga. Un incendio que sorprendió a todo el mundo, y que en menos de una hora recorrió los 6 kilómetros que separan el supuesto punto de origen del municipio, hacia donde todos miran como el foco de las llamas que por segunda vez ha asolado al inolvidable pueblo de Losacio.

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