Una avioneta descargó agua en algún punto entre Santa María de Valverde y Villanueva de las Peras. Eran las cinco de la tarde. Siguiendo las indicaciones de los agentes medioambientales refrescaron la zona. Fue una de las últimas acciones aéreas entre los valles de Valverde y del Tera.

A esa hora todo el perímetro estaba inactivo. Efectivos de la UME hacían labores de retén en Pueblica de Valverde, dónde el último foco problemático había sido combatido desde las siete de la tarde del martes.

Vehículos de la Unidad Militar de Emergencia iban y venían desde Tábara hasta Pueblica, o desde algunos de los puntos dónde se estaba trabajando en refrescar zonas para evitar que se reavivara el fuego.

Un camión de la UME haciendo guardia en Pueblica de la Tarde. J. A. G.

Durante toda la mañana se había trabajado entre Faramontanos y Pueblica de Valverde, en el flanco este del incendio. Tres motobombas, un helicóptero y una avioneta, un bulldozer, cinco agentes medioambientales en dos emplazamientos, y una cuadrilla de Burgos, además de la UME.

Los efectivos se iban desplazando en ese eje, moviéndose a las zonas donde había posibilidad de que se reavivara algún foco.

Un vehículo de la UME en dirección a Pueblica de Valverde. J. A. G.

La tarde del martes uno de estos focos se había reavivado en Pumarejo de Tera. Una cuadrilla se desplazó a la zona y pidió apoyo aéreo para refrescar. Mientras sobrevolaba el área se descubrió otro foco reavivándose. Pudo así ser controlado.

El incendio fue caótico y descontrolado el lunes por la tarde. El viento movía el fuego como una turbina”, explicaron dos soldados de la UME.

Un ciclista observa un edificio quemado en Santa Croya. J. A. G.

Un agente medioambiental con casi treinta años de servicio lo describió así: “daba igual lo que se hiciese. Yo no había visto comportarse antes el fuego de esta manera. Los medios eran insuficientes para atender todos los focos y había que priorizar”.

El martes por la tarde bajaron las temperaturas y la humedad del aire llegó al 70%. Ambos factores resultaron decisivos para la situación mejorase.

Una dehesa, tras el incendio, a escasos kilómetros de Pueblica de Valverde. J. A. G.

En las localidades de Valverde y del Tera afectadas por el fuego había regresado la normalidad. En Pueblica, los bares habían abierto y había parroquianos jugando la partida.

Los vecinos, en cada localidad, repetían con férrea convicción que si todos se hubieran ido, si hubieran desalojado por completo los pueblos, los daños hubieran sido irreparables.

Colmenas arrasadas entre Santa Croya y Litos. J. A. G.

Con la lista de prioridades marcadas por un fuego incontrolable y con los medios limitados, el papel de los vecinos que se quedaron resultó crucial para defender las poblaciones.

Ya se lo dije, si el fuego bajaba de Litos quemaría todo el monte”, constató un vecino de Pueblica que el lunes por la mañana había vaticinado lo que ocurriría si el viento seguía soplando así. Fue lo que ocurrió.

Vecinos de Micereces refrescándose en el monte el martes J. A. G.