La Opinión de Zamora

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Incendio en Sierra de La Culebra: “Los pinos son una bomba de relojería”

El roble melojo, el carballo, es la especie más resistente al fuego, sería un cortafuegos natural y tras los incendios brota y se regenera en dos o tres años, indican los expertos

Imagen que presentaba ayer un pinar abrasado en Villanueva de Valrrojo. M.J.

“Los pinos son una bomba de relojería” para los bosques, para los parques naturales. Los expertos lo saben y los vecinos, no solo lo saben, sino que lo padecen como ha ocurrido en el incendio de mayores dimensiones de la historia en Castilla y León, uno de los más grandes de todo el territorio español, que se ha llevado por delante más del 40% de las 70.000 hectáreas de la Sierra de la Culebra en poco más de 72 horas.

Un operario en la boca del incendio de La Sierra de la Culebra. Emilio Fraile

La oposición frontal que se vuelva a recurrir a este tipo de coníferas para reforestar la superficie calcinada tiene una razón de ser más que evidente, “son árboles pirófanos”, han ayudado a que el incendio se propagase con más rapidez, detalla el experto y vecino de Manzanal de Arriba, Julio Fernández Peláez. “Las coníferas arden muy deprisa y el fuego transmite muy deprisa a través de ellas” a través de estos árboles.

Estas características singulares de los pinos explican que, “frente a las extensiones de pinar, aunque haya cortafuegos” para impedir que se propaguen las llamas, “no sirven de mucho porque las yescas, las piñas secas, vuelan y llegan a todas partes, la transmisión de ese fuego es explosiva” allí donde caen.

Cuando la reforestación se realiza con robles o castaños, incluso encinas, “eso no sucede”, añade Fernández Peláez, integrante de la Junta Directiva de Ecologistas en Acción de Zamora. El gran riesgo que supone la plantación de pinares cuando se desata un incendio está en la base de la vieja reivindicación de los lugareños, que exigen que la Administración recurra a esas otras especies autóctonas del pulmón del Noroeste de la provincia Zamora, de las cuatro comarcas que la conforman: Sanabria, La Carballeda, Aliste y Tabara.

El plan de reforestación, la gestión de esta actividad es esencial para impedir desastres medioambientales como el sufrido en La Culebra, debe dar paso a esas plantaciones propias de los bosques españoles, aunque su desarrollo sea más lento y se destierre las coníferas. El experto incide de forma especial en que “el roble melojo de la provincia, el carballo como lo conocemos en la zona, el común, es la especie más resistente al fuego”.

VÍDEO | Paseo entre las cenizas por la Sierra de la Culebra tras el incendio

VÍDEO | Paseo entre las cenizas por la Sierra de la Culebra tras el incendio A. A.

La afirmación se sustente en el hecho cierto de que “los roales de robledales se están salvando”, por eso estos árboles “serían un perfecto cortafuegos, necesarios cuando se produce un fuego mayor. Entonces, hace falta la barrera vegetal”. Ejemplos hay en la trágica historia de los incendios forestales, varios en el propio pueblo de Julio Fernández Peláez, “los robles vuelven a brotar y a regenerarse. En Manzanal, la zona del Couto, se quemó hace 20 30 años y después de dos años se recuperó. Lo mismo ocurrió en Asturianos”, insiste para afirmar con rotundidad que, “al cabo de cinco o seis años, la plantación de robles vuelve a estar como antes del fuego”.

Estos argumentos explican el empeño de los zamoranos que residen en esta reserva natural en que se acuda al roble y al castaño, por eso “no se acaba de entender esa reforestación de pinos”, máxime ante la crisis climática. Pero, si la Administración hace caso omiso a esta petición, al menos “que se limpie bien el monte de la hoja del pino, la pinocha, y de los restos de piñas para evitar el riesgo si se genera un foco de fuego. No se puede dejar a su merced”.

Coto de Caza en Villardeciervos tras el incendio. Mariam A. Montesinos/ Efe

Además, esta alternativa permite a los lugareños disponer de recursos para completar sus pírricas economías, ya que la mayoría de habitantes de esta zona son jubilados ganaderos y agricultores, que también recogen castañas, además de aprovechar las setas que crecen en sus troncos.

Ignorar esta riqueza entorno al roble es “dejarnos sin recursos en nuestros pueblos cuando se produce un fuego”. Vuelven los recuerdos de hace 31 años, cuando tras otro incendio de grandes magnitudes, y se recurrió a los pinos, “fue un error desraizar lo que había, roturar el terreno para plantarlos”, expone Fernández Peláes. “Dan pasta a medio plazo pero también la da roble y las setas también se dan en estos árboles”, otra riqueza que el fuego ha borrado del mapa.

VÍDEO | Colmenas abrasadas por el incendio en Sierra de la Culebra

VÍDEO | Colmenas abrasadas por el incendio en Sierra de la Culebra A. S.

Aquí los vecinos pasan de los 80 años, estamos indefensos ante todo, nos han quitado todo con este fuego, la posibilidad de trabajar en el medio natural”. Y Fernández Peláez vuelve sobre el debate de que la Administración autonómica apueste por “el cuidado real de la sierra, que daría trabajo fijo a mucha gente de los pueblos durante todo el año” para prevenir los incendios en verano. Además, se remite al Plan Forestal de la Junta de Castilla y León, “en el que se dice qué plantar, cómo reforestar, con abedul, especies autóctonas”. Que no se quede en papel mojado, que se aplique.

“No puede ser que la caza y el negocio de la madera convivan con una zona que es Reserva de la Biosfera y Red Natura”

La Sierra de la Culebra no solo esta dentro de la Red Natural 2000, la red ecológica europea de áreas de conservación de la biodiversidad, sino que fue catalogada por la Unesco como Reserva de la Biosfera, una de las 738 zonas con ese reconocimiento de nueve países del mundo. Implica que estos espacios tienen Zonas Especiales de Conservación (ZEC), de acuerdo con las condiciones que exige la Directiva Hábitat y de Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) designadas de acuerdo con la Directiva Aves.

Esos reconocimientos deberían convertirla en un espacio “sagrado”, especialmente cuidado para impedir su destrucción, ya que esa catalogación ensalza la riqueza de un espacio natural en el que se persigue “asegurar la supervivencia a largo plazo de las especies y los tipos de hábitat en Europa, contribuyendo a detener la pérdida de biodiversidad”, según el Ministerio. “Es el principal instrumento para la conservación de la naturaleza en la Unión Europea”, recoge esa Administración en la definición de esta denominación.

Es, precisamente por esta razón, que “debe ser contemplado como parque natural y no puede ser que conviva con la caza y el negocio de la madera, del que los pueblos reciben beneficios que no revierten en el mantenimiento”, sostiene Julio Fernández Peláez, una reivindicación con la que no todos los habitantes de los pueblos que están incluidos en La Sierra de la Culebra defienden, motivo de debate en la provincia de Zamora.


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