El incendio originado la tarde del miércoles en la Sierra de la Culebra avanzaba ayer con toda la fiereza hacia el valle del Tera.

Después de la comprometida situación vivida en Otero de Bodas por la mañana, el tiempo no daba tregua y los vientos de casi 40 kilómetros por hora, con rachas fuertes de 50 a 70 km/h, complicaban soberanamente las labores de extinción.

El fuego al lado de la carretera en la zona del valle del Tera y dos vecinos intentando controlar las llamas. | Emilio Fraile

“Esto es inabarcable” expresaba con toda la impotencia un agente medioambiental. De Otero pasó a Olleros donde los vecinos intentaban hacer contrafuegos. Tractores y palas salían a las puertas del pueblo en una defensa numantina del pueblo para evitar el avance hacia Calzadilla y Pumarejo.

El fuego toma el valle del Tera

Por la mañana ya se habían guardado los animales en las naves o llevado hacia el río intentando evitar males mayores. En el camino entre Junquera y Villar de Farfón se vio comprometida una nave ganadera que finalmente fue salvada por los servicios de extinción y los bomberos. Había temor por la suerte que pudiera correr el Santuario de Agavanzal. Un equipo se dirigió a la zona por la noche con el fin de intentar salvarlo.

El fuego toma el valle del Tera

Val de Santamaría, Calzadilla de Tera, Villar de Farfón. El fuego no daba tregua. En Villar de Farfón se hizo una evacuación de urgencia tras saltar el fuego el embalse y haber peligro para bienes y personas. Patrullas Guardia Civil consiguieron rescatar a 5 personas que aún seguían en la localidad.

El fuego toma el valle del Tera

La Milla de Tera, Melgar, Pumarejo. Al cierre de esta edición el viento cambió de dirección y se dirigía con todo el peligro hacia una gran explotación ganadera. Los medios de extinción acudían en su auxilio. “El humo ha cegado todo, no nos deja apenas ver nada” declaraba un trabajador.

El fuego toma el valle del Tera

Otras cuadrillas trabajaban para salvar Vega de Tera con la ayuda de vecinos. La maleza y la sequedad del terreno complicaban las tareas y, ya con la noche encima, el objetivo era salvar el pueblo.

Las llamas dejaban tras de si un paisaje desolador en una nueva jornada negra con cientos de vecinos desalojados de sus casas y sumidos en la más absoluta incertidumbre. “Estamos agotados, pero hay que seguir luchando por nuestros pueblos” expresaba Julia Fernández, alcaldesa de Calzadilla de Tera.

Al cierre de esta edición el viento no daba tregua en el que ya es uno de los incendios más grandes y graves de la península ibérica.