La Opinión de Zamora

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El casco antiguo de Zamora vuelve a engalanarse para el Corpus Christi

Los zamoranos se vuelcan con una festividad que aboga por la caridad y da protagonismo a los más pequeños de la casa

Los niños de comunión salen de la Catedral para iniciar el recorrido. JOSE LUIS FERNANDEZ

El casco antiguo de Zamora amanecía esta mañana con un aroma especial, el del romero, que cubría con un fino manto —acompañado por el toque de color de cientos de pétalos de flores— el recorrido que va desde la Catedral hasta la Plaza Mayor. Ese camino fue el que hicieron los niños y niñas que este año han celebrado su comunión, vestidos con sus trajes de gala y regando las calles de más pétalos.

No iban solos en este camino festivo, sino que la Tarasca volvía a salir a la calle —tras el desfile de ayer por la tarde— para acompañar este séquito tan especial, guiado por el obispo de Zamora, Fernando Valera, quien acababa de celebrar una eucaristía en la Catedral, conmemorando así el Día de la Caridad.

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Corpus Christi en Zamora Jose Luis Fernández

Los encargados de engalanar horas antes las calles de esa zona de la capital habían sido un grupo de hermanos madrugadores de la Cofradía del Corpus Christi, protagonista de una festividad que este año se vivió con mayor devoción si cabe, puesto que la última vez que se pudo celebrar fue en 2019. Después llegaría la consabida pandemia, aunque el pasado año, desde el Obispado, se optó por recuperar la esencia de esta conmemoración con un pequeño recorrido dentro de la propia Catedral.

Vuelta al recorrido original

Sin embargo, esta era la primera vez que Valera hacía el recorrido original del Corpus como obispo de la diócesis. Salió acompañado por otros sacerdotes y avanzó por las calles del casco antiguo, parándose con especial cariño en el pequeño altar que se ubica en el convento del Tránsito, donde las madres acomodan a los hijos que han nacido en el último año para recibir la bendición del obispo.

El recorrido se engalanó también con varios altares particulares y la música también tomó protagonismo, con el acompañamiento de los grupos de dulzaineros y redoblantes, flauta y tamboril y gaitas de la Asociación Tradición y Música Popular, además de las gigantillas de Zamora.

Todos ellos llegaron a la Plaza Mayor, donde esperaba la Virgen de la Concha y donde tuvo lugar la bendición de la custodia, antes de finalizar la procesión en la iglesia de San Juan.

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