Alberto Morán es piloto del 43 Grupo de Fuerzas Aéreas, cuya misión es colaborar en la extinción de incendios forestales. Natural de Morales de Toro, a sus 27 años este militar se enfrenta al primer incendio en la provincia de Zamora. Todo un desafío por la magnitud y complejidad de uno de los fuegos más graves que ya traspasa la Sierra de la Culebra. Su Unidad pilota aviones del Ministerio de Transición Ecológica (Miteco), que son activados a través de la Unidad Militar de Emergencias.

–¿Cómo llegó a ser piloto?

–Entré en la Academia General del Aire en San Javier en 2015 y estuve cuatro años para hacer el curso de piloto y la formación militar; el quinto fue en Salamanca (Matacán) donde hice el curso de piloto de transporte. Cuando terminé, elegí el 43 Grupo, la Unidad del Ejército del Aire que tiene la base en Torrejón de Ardoz en Madrid.

–¿Esa pasión por volar dónde nació, parece algo raro en una provincia como Zamora?

–Es verdad, pero siempre me han llamado la atención los aviones. Antes de la academia entré en Ingeniería Aeroespacial en Madrid, donde estuve dos años. Empecé a visitar bases a través de algunas asociaciones del Museo del Aire en Madrid. Cuando conocí más el mundo militar definitivamente tuve claro que quería ser piloto.

–¿Es su primera intervención en un incendio de Zamora?

–Sí. El año pasado, al ser de aquí, durante la campaña de verano elegí el destacamento de Salamanca, en Matacán, por estar lo más cerca posible de mi tierra. Participé en algún incendio en Salamanca.

Desde que nos avisan, en una hora tenemos que estar ya en el aire

–Es un trabajo de riesgo, pero que requerirá templanza para afrontar situaciones extremas.

–De los vuelos de transporte, la extinción de incendios es de los más arriesgado porque volamos muy bajo, hacemos lanzamientos de agua a una altura de 20-30 metros. Y volando bajo tenemos el riesgo de los tendidos eléctricos, aves, el problema del humo y otros medio aéreos. Con el humo, si están participando también helicópteros y no hay una buena coordinación es complicado porque detrás de la descarga nos podemos encontrar otros aviones. Y para las cargas de agua, los pantanos o los ríos los utilizamos como pistas de aterrizaje para volver después a despegar. También nos podemos encontrar rocas, algún tronco flotando en las orillas. Es un vuelo complicado.

–¿Cuántos profesionales van en la cabina?

–Dos pilotos y un mecánico de vuelo. En otros países normalmente solo va piloto y copiloto, pero aquí llevamos mecánico de vuelo porque también tiene funciones en cabina. Lo más importante es que cuantos más ojos tengamos para mirar fuera, más cosas podemos ver.

–Se enfrentan a una misión con muchas sorpresas.

–En otro tipo de vuelos puedes planificar la ruta, pero aquí nos avisan de un incendio en determinadas coordenadas y a actuar. El Miteco es el que nos activa. Los aviones son del Ministerio, pero son operados por pilotos del Ejército del Aire. Desde que nos avisan, en una hora tenemos que estar ya en el aire. No podemos planificar nada porque no sabemos qué escenario nos vamos a encontrar. En el momento que llegamos es cuando vemos cómo está el incendio, el viento que hay, en qué zonas podemos descargar, cuáles son los pantanos más cercanos para poder cargar. Es algo que no está improvisado porque al final estamos preparados para ello, pero no podemos hacer una planificación previa de la zona de trabajo.

Volando bajo tenemos el riesgo de los tendidos eléctricos, aves, el problema del humo y otros medio aéreos

–¿Cuándo empezó a actuar en el incendio de La Culebra?

–El viernes a primera hora de la mañana. El jueves estuvieron participando el avión de Badajoz, que está en Talavera la Real, y el avión que está en Torrejón de Ardoz, en Madrid. Los dos de la base de Salamanca, el día anterior los desplegaron para los incendios de Lleida. Cuando llegaron el viernes empezamos a trabajar con ellos en Zamora.

Vista del incendio de la Sierra de la Culebra desde el avión pilotado por Alberto Morán Alberto Morán

–¿Qué escenario se encontraron al llegar al incendio?

–Estuve la semana pasada cuatro días trabajando en el incendio de Málaga y el escenario es muy diferente. El de la Sierra de la Culebra tiene muchos focos y muy separados entre sí, y además todos son bastante grandes. La zona está llena de humo y se ven los pueblos muy cerca de las llamas. Es lo que más impresiona. De hecho, el viernes estuvimos trabajando por la mañana en la zona de Mahíde y por la tarde nos enviaron a la de Villardeciervos porque las llamas estaban saltando una carretera.

–Hay un gran despliegue de medios pero a la vez el avance es espectacular, un incendio totalmente descontrolado.

–Desde el aire hacemos muchas descargas y sientes un poco la impotencia de pensar, esto no es suficiente. Porque había muchísimo humo. Al ser tan denso, había algunas descargas que no podíamos hacerlas donde nos gustaría. En las descargas intentábamos apurar más de lo necesario, siempre con los límites que tenemos de seguridad. Pero si el humo es denso se pueden parar los motores. Cuando ves poblaciones cerca siempre intentas llegar un poco más allá de ese límite, pero teniendo en cuenta que asumes muchísimo más riesgo.

El fuego de la Sierra de la Culebra tiene muchos focos y muy separados entre sí, y además todos son bastante grandes

–La prioridad son las personas y las poblaciones.

-Sí. Ayer (por el viernes) nuestro trabajo se centró en Mahíde y luego Villardeciervos, para que las llamas no se acercaran a los pueblos. Estábamos actuando aviones y helicópteros porque era la zona que más preocupaba.

–Cuando se llega a una situación tan límite hasta el punto de que el fuego se puede meter en una población la tensión tiene que ser tremenda.

–Claro, cuando se trata de bosque al final es nuestro trabajo y más o menos te acostumbras a la situación. Siempre te impacta, pero cuando ves poblaciones y se van desalojando pueblos; cuando además te toca tan cerca y conoces la Sierra de la Culebra de haber estado de pequeño, pues la verdad es que sí afecta bastante más.

–Es una extensión grandísima y todavía el incendio está lejos de ser controlado.

–Yo creo que hasta que no cambien las condiciones meteorológicas, cambie el viento y vuelva un poco hacia lo quemado o bajen las temperaturas y las llamas se pueda aplacar, es complicado. Ayer (el viernes) las llamas eran bastante altas en algunas zonas y creo que si no nos ayuda el tiempo, esto no se puede controlar.

Hay zonas donde el fuego alcanza tales temperaturas que no se puede acercar nadie

–¿Se puede llegar a ese extremo que ni los medios sean capaces de controlar el fuego?

-Pasó algo similar en el incendio del año pasado de Málaga. Había una zona a la que ni siquiera los medios terrestres y aéreos podíamos entrar porque se alcanzan tales temperaturas que no se puede acercar nadie al fuego. Lo que hace el personal de tierra es muchas quemas controladas o quemas de ensanche para ampliar los cortafuegos o adelantarse al fuego en la zona que va avanzando, quemarla y cuando llegue que ya no tenga nada combustible. Y nuestro principal trabajo es apoyar a los medios terrestres. Si es un punto muy pequeño desde el aire sí lo podemos apagar, lo más efectivo es descargar nosotros, bajar las llamas y la temperatura para que después entren los medios terrestres a rematar esa zona.

–¿Cuántas descargas se pueden hacer?

–Depende mucho de la zona. Por la mañana estuvimos cargando en el embalse de Ricobayo porque estábamos en la zona oeste del incendio y cuando nos movieron a Villardeciervos empezamos a cargar en el embalse de Valparaíso. Entre cada descarga tardábamos unos diez minutos. En cambio en el embalse de Ricobayo tardábamos entre la ida y la vuela 20 minutos. En este incendio en dos días hemos hecho 85 descargas.

–¿Cuántos litros de agua?

–La media son unos 5.500 litros. Nos fijan una zona y ahí trabajamos. Lo que se hace también es que los tres aviones seguidos descargamos en la misma en un periodo de dos minutos. Eso es mucho más efectivo porque al final son casi 17.000 litros los que lanzamos en dos minutos. Pero en lo que volvemos a cargar y a descargar, si no hay algún medio que consiga aplacar el fuego es fácil que se reavive de nuevo.

Desde arriba lo que más impresiona es cuando te vas acercando al incendio y ves las columnas enormes de humo

–¿Han realizado intervenciones de ese tipo en el fuego de Zamora?

–El viernes por la tarde estábamos trabajando en la zona de la sierra de Villardeciervos y entre una carga y otra nos dijeron que fuésemos más al norte porque el incendio acababa de saltar una carretera. Al ir los tres aviones y realizar tres o cuatro descargas quedó bastante controlada la zona.

–Debe ser desolador ver el paisaje de ceniza que deja el fuego en una zona tan arbolada.

–La verdad es que te bajas del incendio con una sensación de tristeza, de pensar estaré haciendo todo lo que puedo, por qué no podemos hacer más.

–¿Cuándo se empezará a ver la luz en este gran incendio?

–La noche del viernes al sábado al bajar más las temperaturas la altura de las llamas también bajó. Hay algunas zonas que impresionan mucho, ya no es tan agresivo en ciertos focos pero sigue fuera de control. Desde arriba lo que más impresiona es cuando te vas acercando al incendio y ves las columnas enormes de humo, los pirocúmulos, y lo pequeños que somos al lado de esas columnas.