La Opinión de Zamora

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Misión: acabar con el putero en Zamora

Zamora, punto caliente de prostitución por su carácter fronterizo, trabaja a fondo para terminar con la demanda

Misión: acabar con el putero

“En el momento en que el putero no demande, la prostitución terminará por erradicarse”. Es la regla del dos más dos, pero la explotación sexual de las mujeres no entiende de matemáticas. Tampoco de derechos humanos. Y, en España, por el momento, ni tan siquiera de leyes. La ciudad de Zamora ha abordado recientemente esta problemática en un seminario organizado por la Concejalía de Igualdad. No es para menos. Capital y provincia son territorios donde cada día se paga practicar sexo. Se hace físicamente, en los más de cincuenta pisos y veinte clubes de alterne que se reparten por el territorio. También en la calle, menos. Y por Internet. Plataformas como OnlyFans han traído de nuevo el debate sobre si la pornografía es igualmente prostitución. La radiografía es desoladora para las víctimas. Personas, conviene siempre recordarlo, que a menudo sufren delitos de trata.

No hay que afinar mucho la vista para ver que la prostitución es un problema real en Zamora. De hecho, bastaría con no apartarla cuando, simplemente, aparece. Uno de los mantras de la Jornada de Trata y Explotación Sexual celebrada esta pasada semana en el centro cultural de la Alhóndiga fue que el problema siempre está más cerca de lo que parece. Como cuando el pasado mes de abril la Policía Nacional, en colaboración con agentes portugueses, liberaba a seis mujeres que eran obligadas a prostituirse en un club de San Martín del Terroso.

“La frontera con Portugal es un punto caliente de prostitución”. Lo dicen desde la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp), organización que trabaja en toda la Raya de la provincia de Zamora con mujeres que ejercen la prostitución y cuyas responsables prefieren no revelar sus nombres para que las víctimas no recelen. Allí hay mucho flujo de personas: víctimas y puteros. Es un sitio de paso. Por eso, incluso las mujeres van y vienen, así que resulta difícil trabajar con ellas. “En esta zona sí hemos detectado muchos casos de trata con fines de explotación sexual, pero es complicado seguir un itinerario por la propia condición del lugar”, detallan las profesionales.

Apramp lleva en Zamora desde el año 2017. Ahora mismo, la organización tiene contacto directo con 102 mujeres que ejercen la prostitución en el conjunto de la provincia. Según los datos de la Subdelegación del Gobierno correspondientes a finales del año 2021, en este territorio se cifran 133 personas dedicadas a este negocio. Por lo tanto, Apramp trabaja con buena parte de las mujeres prostituidas dentro de la delimitación geográfica zamorana. “Para nosotras es muy importante el lenguaje, llamar a las cosas por su nombre. Los clientes son los puteros y los prostituidores. Y las mujeres son prostituidas, porque creemos que no es elección de nadie ejercer la prostitución; decir prostituta no sería correcto”, destacan desde la organización.

¿Existe un perfil de putero? La realidad es que no. Para las asociaciones que trabajan en este ámbito, cualquier hombre puede ser un consumidor de prostitución y cualquier mujer puede ser víctima de trata y explotación sexual. Incluso, por Internet. “Plataformas como OnlyFans o los portales de pornografía existen porque hay demanda; los hombres cada vez demandan más prostitución, sea por el canal que sea. Al final, eso también es pagar por el cuerpo de una mujer”, advierten.

Internet es un territorio tan amplio como inabarcable. No se puede cuantificar. Pero sí se puede poner una chincheta en el mapa a los lugares físicos donde se practica la prostitución en Zamora. Los últimos datos oficiales hablan de casi medio centenar de pisos en los que se venden cuerpos de mujeres en el conjunto de la provincia. Más de veinte están en la capital. Y siete de ellos han abierto en este año 2022. El crecimiento es imparable. Tal y como destacan las expertas, los clubes están cerrando y la prostitución se está desplazando a este tipo de viviendas. Los proxenetas tienen una razón poderosa para hacerlo. “Son espacios invisibles, casi clandestinos”, explican desde Apramp. “Allí es muy difícil de detectar cualquier indicio de delito y para nosotras es prácticamente imposible acceder”, añaden. Punto para los explotadores.

Más notorios son los clubes de alterne. Los puticlubs, de toda la vida. Antes se anunciaban en la televisión, en la radio e incluso en la megafonía del campo de fútbol. Ahora son un poquito más discretos, pero casi impunes. “Se presentan como lugares de ocio a los que pueden ir los hombres para pasárselo bien; en absoluto son sitios secretos, ni se esconden”, detallan desde la organización que trabaja en Zamora.

El pasado año, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado ejecutaron 22 inspecciones en clubes de alterne de la provincia. En ellas se identificaron a 79 mujeres con perfiles de riesgo, de las que 32 eran víctimas de trata de seres humanos. Atendiendo a los lugares de procedencia, la mayoría de ellas venían de países sudamericanos como Uruguay, Colombia y Brasil, aunque también las había llegadas del este de Europa. Las autoridades, no obstante, han detectado una creciente tendencia de mujeres españolas ejerciendo la prostitución por necesidades económicas tras la crisis sanitaria. También se han contabilizado cinco transexuales y un hombre.

La pandemia del coronavirus cogió a no pocas mujeres en el interior de estos burdeles, a menudo en sitios perdidos en mitad de una carretera y sin recursos para poder salir a por lo básico. En esos momentos, fue más importante que nunca la labor de las asociaciones que trabajan con mujeres víctimas de explotación sexual y trata, que se encontraron con situaciones absolutamente desoladoras.

No obstante, el día a día, sin crisis sanitarias, es también suficientemente complicado como para tenerlo en cuenta. Para empezar, buena parte de las mujeres son extranjeras y han llegado a Zamora engañadas. Les dicen que vienen a trabajar de camareras o de limpiadoras y, de repente, están ejerciendo la prostitución. “En ese momento ya tienen una deuda que no van a poder pagar nunca”, revelan desde Apramp. Los proxenetas meten en la cuenta el dinero del vuelo, el traslado a la provincia, la ropa y las medicinas que tengan que tomar. A veces, también los condones. Y, a partir de ahí, las multas. Si un cliente no se toma una copa contigo, multa. Si tienes la regla y no puedes trabajar, multa. Multa, multa, multa. “Tienen que pagar por todo, así que la deuda es un círculo del que nunca se llega a salir”, comentan.

Las mujeres prostituidas lo son siempre por una razón. Eso, al menos, explican las asociaciones que trabajan con ellas. “Incluso las que dicen que ejercen libremente, al final, tienen una necesidad que es la de vivir, la de enviar dinero a los familiares, la de pagar alquileres o la de afrontar gastos”, ahondan desde Apramp. Por eso, muchas de ellas se sirven de las asociaciones para conseguir una nueva vida. Cada mujer es un mundo y no existen dos casos iguales. Por eso, las primeras necesidades a las que apuntan son completamente distintas en función de cada mujer. Pero sí que existe un punto en el que todas las víctimas que han estado ejerciendo la prostitución coinciden tarde o temprano. “¿Que qué es lo que nos piden cuando contactan con nosotras? Un trabajo de verdad”, sentencian las profesionales desde la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida.

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