Definir el territorio y los valores universales singulares del paisaje cultural de Zamora para poder entrar en la candidatura de la Unesco. Es la madre del cordero, el objetivo que está detrás del trabajo que está desarrollando el Ayuntamiento y la Diputación de Zamora para conseguir esta declaración, que tiene carácter inmaterial, y que se considera puede ser importante para el futuro turístico y económico a largo plazo de la ciudad además de una mejora de la calidad de vida para todos sus habitantes.

El punto de partida es el esfuerzo del Ayuntamiento por conseguir una declaración del tipo Patrimonio Mundial de la Unesco, como tienen otras ciudades. Una alternativa pasaba por utilizar el románico como elemento fundamental que tiene un inconveniente: la saturación de declaraciones que existen ya en el mundo basadas en las "piedras", que hacen que el proceso sea largo y tortuoso, con escasas posibilidades de éxito y, en caso de lograrse, sin que aporte demasiado sobre lo que ya existe en otros lugares.

Por eso, con el consejo de la Junta de Castilla y León y el apoyo de la Diputación se eligió otro camino: lograr una declaración de Patrimonio de la Humanidad de carácter inmaterial, en un concepto que se denomina Paisaje Cultural. ¿Qué significa eso? Que Zamora tiene que demostrar que cuenta con unos valores universales en el paisaje, entendido éste como un concepto amplio. Es decir, el paisaje no sólo como resultado estético del panorama que uno puede otear desde un alto, desde la ventana de su casa o cuando viaja con el coche, sino como amalgama de unos valores que incluyen las huellas del pasado en los edificios (ahí entra el esplendoroso románico o la curiosa Catedral de tintes binzantinos), el pasado y presente agrícola, plasmado en estructuras como la de los viñedos centenarios, la toponimia de caminos y lugares, que habla del cruce de culturas y caminos, el eje vertebrador de la ciudad con relación a las comarcas del Vino, el Pan o Sayago, de los símbolos, de la riqueza de fauna y biodiversidad, los hechos históricos relevantes y de otros muchos factores que se pueden incluir en esta determinación.

Sin embargo, el proceso es más complejo que cuando la base es un estilo arquitectónico como el románico, donde se puede acudir a fuentes históricas y los muchos estudios existentes sobre las distintas iglesias y monumentos. El concepto es aquí más difuso, y necesita prácticamente crear un nuevo cuerpo teórico. Por eso se suceden los seminarios con especialistas en distintos ámbitos, muy diversos, capaces de montar una estructura original que defina no sólo lo que es el paisaje cultural de Zamora, sino demostrar que tiene una identidad que partiendo de lo local representa valores universales originales.

Representantes institucionales implicados en la candidatura. Desde la izquierda José Calvo, Jesús María Prada, Juan Carlos Prieto, Georges Zouain, Francisco Guarido y Christoph Strieder Emilio Fraile

Hay que saber descubrir en el paisaje la historia, la economía, el papel de la ciudad como cruce de culturas y caminos, incluso la variedad geológica que se plasma en los elementos constructivos de edificios como la Catedral, la economía antigua y moderna que ha dejado aceñas y molinos de viento, la agricultura y ganadería que conforma el entorno de la ciudad o la biodiversidad de las ricas riberas del Duero, además de la memoria que guardan los paisajes de lo que fueron otros tiempos, o los elementos simbólicos e identitarios que se mantienen en manifestaciones como las procesiones de Semana Santa. Y hacer con ello un informe coherente que confiera a Zamora valores universales. Todo ello siguiendo caminos muy poco explorados, y por tanto más difíciles de recorrer, aunque con más opciones de llegar a la meta que por rutas más trilladas.

LO QUE HACE INCONFUNDIBLE A ZAMORA, según el experto Pascual Riesco

  1. Una peculiar síntesis de relaciones con el mundo, a través de modos de amasar lo local y lo global.
  2. Sus industrias y artesanías propias, que forjan alianzas peculiares con el territorio.
  3. Su creatividad cultural
  4. La riqueza y vitalidad narrativa y autodescriptiva incorporada a sus tejidos.
  5. El espesor histórico de su paisaje, rico en capas y manifestaciones de continuidad

No se trata por tanto de potenciar tal o cual cualidad de la ciudad para "aprobar" en la Unesco. No se trata, por ejemplo, de arreglar las iglesias románicas, como ya se hizo, para que pasen el examen de los especialistas. Se trata de pensar, investigar concienzudamente y poder presentar un informe "sobre todos los valores que tiene la provincia y que tiene la ciudad y después definir el territorio y los valores universales singulares que pueden entrar en la candidatura", en palabras de Georges Zouain, que es el asesor de proyectos de la Unesco que colabora con el Ayuntamiento en esta iniciativa.

La tarea, como se ve, no es nada fácil y requiere, sobre todo, de mucho trabajo de investigación e intelectual para levantar una propuesta coherente y con ciertas garantías de éxito. Por eso se suceden los seminarios con expertos, se busca la implicación desde todos los campos, se está trabajando con absoluta unidad institucional y se lleva a cabo un trabajo menos vistoso de dosieres y reuniones de despacho.

Se consiguió la calificación como Reserva de la Biosfera Transfronteriza Mesta Ibérica, también por la Unesco, tras un largo camino culminado con éxito, pero al que aún no se le ha sacado todo el partido. Y por qué no, puede lograrse el marchamo de Zamora, Paisaje Cultural por un camino menos trillado que el de otras declaraciones de Patrimonio de la Humanidad basadas sobre todo en los monumentos.