La Zamora rural ha perdido más de un 50% de sus oficinas bancarias en apenas un lustro. Esa es la dura conclusión que ofrecen los datos oficiales del Banco de España, recogidos este lunes por Ical. Según esa estadística, entre 2016 y 2021, los municipios de menos de 5.000 habitantes de la provincia padecieron el cierre de 59 de las 112 sucursales que tenían hasta ese momento y se quedaron en tan solo 53. Un desplome total.

Esa caída del 52,7% en tan solo cinco años supone el segundo peor dato de la comunidad autónoma, y es que a Salamanca le fue aun peor, con el cierre del 54,2% de las oficinas. Para el resto, el golpe fue algo menor, pero el medio rural de las nueve provincias se vio afectado por una circunstancia que acentúa la exclusión financiera que sufren miles de ciudadanos. En concreto, Ávila perdió un 31,4%; Burgos, un 32%; León, un 46,7%; Palencia, un 50%; Segovia, un 25,6%; Soria, un 27%; y Valladolid, un 50%. La caída media de la región fue de un 42% y la nacional alcanzó el 30,6%.

De este modo, como suele ser habitual cuando se habla de estadísticas negativas, Castilla y León sufrió un golpe mucho más duro que el resto de España, y Zamora se vio sensiblemente más castigada que el conjunto de la comunidad. Además, en el caso de la provincia, se puede ubicar bien en el calendario el momento en el que el sector encajó el mayor derrumbe en esta etapa; ocurrió en 2019, cuando en un solo año echaron la llave 39 sucursales en municipios de menos de 5.000 vecinos.

Más allá de los cierres de oficinas en el medio rural, conviene señalar que ese movimiento de clausura de sucursales se ha generalizado también en las zonas urbanas durante los últimos años. Solo en la última década, Castilla y León ha perdido un 45,4%, lo que provoca que más de un 80% de los ayuntamientos de la comunidad carezca ahora de este recurso financiero en su ámbito territorial.