Dicen que el vino lleva, en su aroma y su sabor, toda la belleza y la fuerza de los paisajes donde crece la uva. Quizás sea eso lo que explique el éxito de los vinos de Palacio de Villachica. La empresa cuenta en Toro con una bodega que se levanta sobre un pago de ensueño en la Dehesa de San Andrés, a orillas mismas del río Duero, con las torres de la ciudad de Doña Elvira al fondo y junto a una antigua casa señorial llena de historias.

Uno de los viñedos de Palacio de Villachica en la DO Toro. Abajo el equipo de la bodega brindando.

Allí abrirá Palacio de Villachica su “Club de la Barrica”, un espacio que podrán contratar empresas y particulares para la celebración de eventos privados en un espacio reservado entre las barricas de roble, donde maduran algunos de los mejores tintos de la DO Toro. Un lugar elegante, con distinción y en el que se respira el vino, metafórica y literalmente.

El sabor de cuidar bien la tierra B. E.

La historia del grupo Palacio de Villachica arranca en Ribera de Duero en 2017 y actualmente hacen vinos en esta DO, en Rioja y, por supuesto, en Toro. Su bodega toresana se ha convertido en la “joya de la corona” para la empresa y, de hecho, es la que ahora da nombre a todo el proyecto: El palacio está en la propia Dehesa de San Andrés, rodeado de viejos viñedos, y perteneció en el siglo XIX a la aristócrata Victoriana Villachica.

En esta dehesa los bodegueros cuentan con unas 25 hectáreas a lo que se suman otras 50 hectáreas de viñedos en el término municipal de Valdefinjas. Tanto las cepas centenarias como las de nueva plantación son cuidadas con mucho mimo a lo largo del año, mediante técnicas de manejo respetuosas con el medio ambiente, para tener el máximo control de la uva de la que salen sus vinos y lograr así el sabor perfecto que busca Palacio de Villachica.

Tres crianzas

La empresa elabora tres crianzas, uno en cada Denominación de Origen, que demuestran cómo la tierra imprime carácter al vino, ya que a partir de la misma uva tempranilla salen tres tintos con aromas y sabores diferentes en Rioja, Ribera de Duero y Toro.

“Arbocala” es un vino más desenfadado y suave en el paladar, ideal para un público joven, que tiene 10 meses de maduración en barrica. Lleva el nombre legendario del primer asentamiento humano que según la tradición existió en las tierras de la ciudad de Toro.

Por último, para los paladares más exigentes está el vino “Dehesa de San Andrés vendimia seleccionada”, que comprime el sabor de la uva de las cepas viejas de Toro, procedentes de terruños muy concretos. Un vino de edición limitada con características únicas y singulares, muy rico en matices que realmente despliega en el paladar y en la nariz toda la fuerza y el carácter de la tierra toresana.