"Buenas noches, Zamora... la ciudad que más se hace querer y admirar". Así termina la carta abierta del periodista Fernando Ónega a Zamora. Es su forma habitual de cerrar La Brújula de Onda Cero y, en esta ocasión, ha sido el turno de la provincia, donde "ya es Semana Santa, se nota en el ambiente la gran Pasión", la excepcional. 

Una carta en la que Ónega ha hablado de patrimonio y arte, pero también de despoblación: "Déjame pedirle a España que te escuche. Escucha, España, que Zamora pide voz. Pisé sus pueblos y se quejan de que se despueblan. Hablé con sus gentes y hablan de envejecimiento. Zamora es la nación pujante de Benavente, de Toro y de Puebla de Sanabria, pero también de Fuentecésar, donde quedan 75 habitantes, y de Pobladura de Valderaduey, donde quedan 64".

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Ónega, en los estudios de La Brújula. Onda Cero

La transcripción completa de la carta, aquí:

Mis respetos, Zamora. 

Acudí este domingo a verte para poder hablarte esta noche. Necesitaba andarte y palparte... y me hablabas, Zamora, con los versos de León Felipe. "Piedra fui para ti, piedra soy y piedra quiero ser". 

Te veía en la distancia con ecos de romance, Zamora tiene por nombre "Zamora la bien cercada, de un lado la cerca el Duero, del otro, Peña Tajada".

Me impregné en tus calles de recuerdos que parecen morriña y me he sentido zamorano calle arriba, calle abajo: la Farola, Santa Clara, Plaza Mayor, Catedral... me empapé de ciudad vieja para probar las cachuelas, el pan de la Tierra del Pan y el vino de la Tierra del Vino... y el queso y las cañas y la Ternera de Aliste. 

Bajé al Duero a acompañarlo, mandato de Gerardo Diego, y qué bella luz es Zamora desde la vega del río: las Aceñas, la muralla, las cúpulas que dibujan tu cielo, las peñas de Santa Marta... 

Qué hermosa luz es Zamora, en cada piedra una historia, en cada historia, una gloria. Y esa gloria es caminarte. Entrar en una iglesia y asombrarse, y entrar en la siguiente y asombrarse más. Y mirar a cada lado y en cada lado un monumento con la Alhóndiga del Pan, la Casa del Cid, los palacios del Cordón, los Momos y Doña Urraca. Con tus veintitantas iglesias y conventos, que pareces ciudad de santos y quizá lo seas, museo románico de piedra... ¿cómo no ibas a dar grandes poetas?

Escuchad, españoles, cómo queda en Blas de Otero: "Contra el azul del cielo, torres se dibujaban, románicos mosaicos, ágiles espadañas". 

Déjame pedirle a España que te escuche. Escucha, España, que Zamora pide voz. Pisé sus pueblos y se quejan de que se despueblan. Hablé con sus gentes y hablan de envejecimiento. Zamora es la nación pujante de Benavente, de Toro y de Puebla de Sanabria, pero también de Fuentecésar, donde quedan 75 habitantes, y de Pobladura de Valderaduey, donde quedan 64... Y déjame decirte, España, que en Zamora ya es Semana Santa. Ya se nota en el ambiente, la gran Semana Santa de Zamora, la excepcional. 

Cogí el libro de dibujos de Paco Somoza, lo tengo al lado como el códice somocino. Enmarqué al Cristo imponente en la noche y la Virgen de la Soledad que tanto me conmueve. Y con ellos en la mano te digo "Buenas noches, Zamora". Posiblemente, la ciudad que más se hace querer y admirar. 

Fernando Ónega