Pues me había equivocado al anunciar a esta racial cantaora como una novedad en Zamora capital, y me equivoqué dos veces porque había estado en dos ocasiones, hace entre veinticinco y treinta años. Casi nada sus dos presencias. Una, precisamente en La Peña con la sonanta de Fernando Moreno y otra en El Festival Flamenco de Zamora, de la mano de la troupe del genial Manuel Morao.

Corregido el error, tengo que afirmar que la gran Macarena no defraudó a nadie. Exhibió talento, saber estar, conocimiento flamenco, sentido del compás y complicidad con el respetable, mucha comunión con los peñistas y acompañantes.

Macarena rompe por toná, debla y toná grande. De píe y acercando su presencia al auditorio.

Continúan por tientos, de precisa ejecución coronados por tangos en los que en un par de coplas homenajeó a Pastora Pavón, Niña de los Peines. En los tangos, como en el resto del cante festero estaría acompañada por el maestro de las palmas y los jaleos Manuel Vinaza, y lógicamente por la bajañí de Nono Reyes.

Malagueñas de Enrique El Mellizo, cante con el que se desenvuelve como pez en el agua. La corta y la grande, cerradas por un verdial y un fandango abandolao de Frasquito Yerbagüena. También muy aplaudida.

Fandangos, tres, dedicados a Miguelín Picarrico de Toro. Todos en la onda de Manuel Agujeta aunque en el origen estuvieran El Almendro y El Sevillano.

Descanso.

Vuelven para interpretar bulerías por soleá. Precisamente uno de los puntos fuertes de la jerezana y que también daban juego para que El Nono se luciera como sabe. No cabe duda, estamos ante un gran guitarrista. Y que instrumento con clavijero clásico. Los sones y creaciones de María La Moreno, Antonio Frijones, Niño Gloria y Antonio La Peña, una vez más resonaron e impregnaron el sagrado templo de “Amigos del Cante”, y, por extensión, del flamenco hispano.

Muy buena interpretación por cantiñas, empezando por la que da nombre a todo el cuerpo, siguiendo por romera, rosa y caracoles. Una inteligente muestra del gaditano palo festero sin tener que recurrir a las que aunque preciosas, manidas alegrías de Cádiz.

“Claro que no me puedo ir de Zamora sin cantar por seguiriyas”. Tres monumentales coplas del cante de los cantes, el más patético y de más profundo aguijón. La primera del Loco Mateo partiendo de posible estructura musical de Tomás El Nitri, la segunda de Diego Marrurro y el cierre de Manuel Molina. Las tres marcadamente jerezanas, independientemente de que El Nitri pudiera estar por ahí.

Para despedirse, excelente adiós. Generosa riestra de bulerías, incluyendo cuplé por bulerías. Pero lo mejor de todo fueron sus agraciadas, artísticas y gitanas pataitas. De lo mejor que ha resonado en “Amigos del Cante” en muchos años. Macarena, ya lo había pronosticado en la previa, es una artista total, en este caso muy bien arropada por sus acompañantes.

Otra noche para los anales.