La Opinión de Zamora

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Sergio Cabrera | Director de cine

Sergio Cabrera: “Los argumentos rusos para invadir Ucrania se parecen a los de Hitler, siento que estamos en 1939”

“Si el sueño común es muy grande, la posibilidad de cambiar las cosas lo es también, y la solidaridad ayuda”

El director de cine colombiano, asentado en España, Sergio Cabrera, en Multicines Zamora, que proyectó “La estrategia del caracol”. Ana Burrieza

La lucha social y la solidaridad como motor de cambio, la defensa de la cultura como herramienta fundamental para que un país deje su huella son algunas de las convicciones que siembran los trabajos del cineasta colombiano asentado en España desde hace décadas, Sergio Cabrera. En su laureada película “La estrategia del caracol”, la de mayor proyección social de su filmografía, están presentes esos valores, de los que el propio Cabrera habló en el Ciclo de Cine y Derecho organizado por el Colegio de Abogados de Zamora en Multicines Zamora. En todos esos conceptos profundiza en esta entrevista.

–Sorprende que un director de cine consolidado como usted dé su consentimiento para que el original de “La estrategia del caracol” pudiera verse en Zamora y que venga a presentarla.

–Es emocionante, es como el padre que acude a ver el resultado de los estudios de su hijo. Me halaga muchísimo que tenga interés para el público, que haya gente que quiera verla, va a cumplir 30 años. Es poco común que, después de tanto tiempo, se mantenga viva, lo normal es que cumpla su ciclo activo y pase a las videotecas o filmotecas. Prácticamente todos los años se proyecta cinco, seis, ocho veces en diferentes partes del mundo. Siempre trato de que se pueda proyectar, esa es la razón de ser de una película: contar cosas y que se vea.

El laureado director de cine e n Zamora. Ana Burrieza

–Eso quiere decir que el mensaje de su trabajo permanece en el tiempo, que vivimos en una sociedad con valores muy similares a los vividos en 1993.

–Sí, en esencia, el tema que toca la película sigue vivo, incluso, más que entonces: lo solidaridad, la creatividad políticas y la capacidad que tenemos de modificar nuestro entorno. Las películas no son obras teóricas ni tesis filosóficas, simplemente un instrumento para hablar de cosas que a uno le interesan y creo que quizás es la única de mis películas con esa suerte, he hecho siete y la que más permanece en el tiempo es esta.

"El mensaje de la "La estrategia del caracol" sigue vivo, incluso, más que entonces: lo solidaridad, la creatividad políticas y la capacidad que tenemos de modificar nuestro entorno"

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–¿Qué similitudes encuentra entre aquella sociedad, inmersa en una crisis económica muy fuerte, y esta de 2022 que no ha salido de la del COVID y entra la de la guerra de Ucrania?

–La esencia de la película tiene mucho más que ver con un mundo más pequeño, con la relación que del individuo con su entorno. Cuando se hizo todavía existía ese mundo de violencia y conflictos internacionales, pero es mucho más importante en la película ver los mecanismos que despierta la solidaridad entre un grupo de personas y cómo encuentra soluciones propias a sus problemas en lugar de aplicar soluciones que fueron útiles o inútiles en otro momento.

–Es una película muy social, ¿qué influencias tiene?

–Tiene mucho que ver con mi experiencia como militante de izquierda, desde los 12 años a los 23 viví en China, un país socialista en la época de Mao Tse-Tung. Me tocó vivir un mundo muy revolucionario, donde pesábamos que el mundo podía cambiar y que nuestra responsabilidad era cambiarlo. A mi regreso de China lo intenté activamente, participe en movimientos revolucionarios, inclusive, entré en el movimiento guerrillero colombiano. Pero vi que todos esos esfuerzos generados por experiencias ajenas, por el ejemplo de la revolución cubana, china o rusa, no nos servían.

"Quería mostrar en esa películo que uno puede cambiar las cosas si hay un ideal común, se pueden unir las fuerzas y trabajar en la misma dirección aunque haya opiniones divergentes"

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–¿Cuál cree que es el camino para lograr ese cambio?

–Utilizando nuestra propia creatividad para modificar las cosas. La revolución que no pude hacer en grande decidí hacerla en pequeño. Lo que sucede en esa casa de “La estrategia del caracol” es una revolución en miniatura, siguiendo los pasos y los protocolos de una revolución. Quería mostrar que uno puede cambiar las cosas si hay un ideal común, se pueden unir las fuerzas y trabajar en la misma dirección aunque haya opiniones divergentes. Si el sueño común es muy grande, la posibilidad de llevarlo a cabo también.

–Parece que hemos retrocedido en derechos y en libertades.

–Claro, siento que estamos en 1939 o así, porque, efectivamente, todos los argumentos que da el Gobierno ruso para invadir Ucrania son los que usó Hitler para invadir Checoslovaquia, y la forma en que lo está haciendo es muy similar. Es terrible, pero, digamos que, desde el mundo del arte o del cine, específicamente, lo único que puedes es reflexionar sobre lo que sucede. Esta es una revolución muy vieja, porque es de hace 30 años, pero el mundo no ha cambiado tanto.

–¿Y los cambios que ha podido haber son mínimos?

–Sí y dentro de cien años, este capítulo de la historia serán tres líneas, para nosotros es muy doloroso, pero en la historia de la humanidad es otro gesto en el que la violencia triunfa sobre la razón.

"La existencia de la UE es una prueba de que es posible tener una mínima unidad de criterios, algo hemos avanzado, pero al pensamiento bárbaro de una persona como Putin es difícil enfrentarlo con razonamientos lógicos"

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–Estamos rodeados de conflictos bélicos, muchos sin visibilidad, pero hay muertos constantemente en guerras, en esto no hemos avanzado mucho.

–En cierta forma sí hemos avanzado, la existencia de la UE es una prueba de que es posible tener una mínima unidad de criterios, pero al pensamiento bárbaro de una persona como Putin es difícil enfrentarlo con razonamientos lógicos.

–Como espectador de la guerra de Ucrania, ¿cree que terminará más pronto que tarde o es aventurado hacer augurios?

–Realmente, es difícil saberlo, todo indica que esa guerra va a ser muy sanguinaria y no le veo. Hago votos para que no se extienda, lo peor sería que siguiera invadiendo países como hizo Hitler, pero es difícil vaticinar cualquier cosa.

Sergio Cabrera junto al decano del Colegio de Abogados de Zamora, Norberto Martín Anero, en la presentación de la película en el Ciclo Cine y Derecho. Ana Burrieza

–¿Cómo está su país?

–En crisis. Es un país en el que se están enfrentando diferentes ideologías, desafortunadamente, la violencia sigue siendo muy intensa: en el último año han sido asesinados cerca de 6.000 ciudadanos luchadores por los derechos humanos y medioambientales. Es muy grave lo que está sucediendo, pero es cierto que hay alguna esperanza, este año hay elecciones a la Presidencia y es posible que representantes de la izquierda lleguen al poder y entren a manejar el Gobierno.

–Mientras la ultraderecha está avanzando a pasos agigantados en Europa, parece que en Latinoamérica la izquierda comienza a resurgir.

–Sí, siento que la derecha ha tenido el poder en Colombia y otros países de América Latina durante mucho tiempo y ha probado su incapacidad para generar riqueza, justicia e igualdad. De alguna forma, le toca el turno a la izquierda. Desafortunadamente hay países donde hay una izquierda que ha manejado muy mal el poder, como Nicaragua, Venezuela, incluso en Bolivia, pero siento que hay una efervescencia de la izquierda que está replanteándose sus posiciones y buscando liderar el cambio político en América Latina.

"La derecha ha tenido el poder países de América Latina durante mucho tiempo y ha probado su incapacidad para generar riqueza, justicia e igualdad; siento que la izquierda está emergiendo para dar un giro"

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–¿En Europa, qué ocurre para que la ultraderecha y el conservadurismo más duro campen casi sin freno?

–Me cuesta trabajo entender cómo se fragmenta tanto el pensamiento progresista de izquierda en España, lo que ha llevado a que la derecha se fortalezca. Asusta ver cómo en España, en Francia, en Italia, en Europa el pensamiento conservador y reaccionario gana fuerza, es difícil diagnosticar el por qué, pero es evidente que es así.

–¿Qué mensaje quiere en estos momentos transmitir con su trabajo, sigue en esa línea esperanzadora de que el ser humano puede modificar su realidad?

–Los intelectuales que miramos los procesos sociales en nuestro país o en los países en los que vivimos tenemos una responsabilidad de mostrar la sociedad, no nos corresponde, a los artistas solucionar problemas, no tenemos las herramientas, pero sí tenemos esa responsabilidad de visibilizar dónde falla la sociedad, dónde vale la pena llamar la atención para que los especialistas, los sociólogos entren intentar solucionarlos.

"El Estado español es necesario que se vuelque para mejorar la repartición de la riqueza"

–¿Y en el caso de España, con Vox ganando terreno?

–Es muy importante la necesidad de que el Estado se vuelque para buscar una mejor repartición de la riqueza, mejorar las condiciones de vida de todos, especialmente de quienes tienen recursos más bajos. De eso depende que la derecha no coja tanto poder porque eso son los vacíos en los que se basa para atrincherarse.

"Es repugnante que la gente se haya enriquecido con el dolor ajeno en la pandemia, que los ricos se hayan hecho más ricos"

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–¿Cree que la clase media en España ha desaparecido o se está diluyendo y que ese avance de la crisis está favoreciendo a las oligarquías, que parecen insaciables?

–He leído que durante la pandemia los ricos doblaron, en algunos casos, sus fortunas, es repugnante que la gente se haya enriquecido con el dolor ajeno, es inaudito que una pandemia permita que los ricos se vuelvan más ricos y los pobres más pobres, cuando, en medio de una dificultad como esta, lo lógico sería que la riqueza ayude a mejorar la condición de vida de la gente. Es así en todo el mundo. Las grandes marcas de lujo de ropa, de automóviles, de relojes... han crecido, han hecho un gran negocio porque, los ricos, gastan más en eso, en vez de en investigación, en ayudar a los más necesitados.

Los zamoranos abarrotaron la sala de Multicienes Zamora para ver "La estrategia del caracol". Ana Burrieza

–¿Falta esa solidaridad que usted defiende como factor esencial de transformación?

–En el mundo actual, digamos que ese sentimiento tan importante que es la solidaridad ha desaparecido o es muy débil, de eso trata “La estrategia del caracol”. Cuando hice la película quise hacer un canto a la solidaridad, en la historia de la humanidad siempre ha sido una virtud muy sospechosa, la gente solidaria despierta dudas.

"La esencia misma de la existencia de un país depende de la cultura, si no, estaríamos todos en los árboles"

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–¿Levanta recelos?

–Sí, muchas veces se piensa que la gente solidaria está sobrepasando los límites de la solidaridad y, muchas veces, es así realmente porque hubo un momento en el que en el mundo había que decidir entre la justicia y la solidaridad. Digamos que la justicia siempre es imperfecta, cuando se ejerce se intenta aproximar a la verdad, pero no lo logra con mucha frecuencia. La solidaridad, en cambio, que es un sentimiento puro y no tiene contraparte, despierta recelos porque existe esa idea de que la solidaria se puede convertir en revolucionaria.

–¿En qué está trabajando ahora mismo?

–Estoy en tres proyectos: uno es un gran documental sobre los caminos de Santiago. Estoy dirigiendo una obra de teatro en Colombia y, al mismo tiempo, estoy trabajando en una miniserie para televisión de la que no puedo contar mucho.

–¿Cuál es el trasfondo de la serie?

–Es la historia de un escritor tratando de recuperar los deseos de escribir.

–Todos los sectores económicos han sufrido mucho la crisis del COVID, pero los actores, las productoras, los cines han denunciado la falta de ayudas. ¿El Estado considera que la cultura mejor que casi no exista?

–En España, el Estado no se ocupa de la cultura con la intensidad que debería, se ocupan más aquí que en Colombia, pero menos que en Francia que los intelectuales españoles ven como un paradigma. España, por su cultura, debería tener el mismo cuidado e interés, la misma inversión que Francia, muchísimo más grande que aquí. Me llama la atención que en un país europeo como España no se aplique el mismo rigor y la misma mirada que en Francia sobre la importancia de la cultura en el desarrollo del país.

China es el ejemplo de que vale la pena trazarse planes y sueños para desarrollarse y progresar"

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–¿Cómo define esa trascendencia de la cultura para un país?

–Es el fundamento, los países llegan hasta donde llega la cultura, los forma, es mucho más importante que un libro o una obra de teatro, como dicen los chinos: “La cultura es lo que queda cuando todo lo demás se olvida”. Que existan intelectuales, artistas, personas que generan cultura es mucho más importante que el hecho de que haya películas, obras de teatro o bibliotecas, la esencia misma de la existencia de un país depende de la cultura, si no, estaríamos todos en los árboles.

–Cala más el discurso de que es más importante invertir en educación, en sanidad..., que en cultura.

–Sí, pero tiene que existir todo, hay que nivelar y darle a cada cosa su importancia.

–De aquella China que conoció a la actual, ¿qué reflexión haría sobre su evolución?

–Llegue en el año 1962, era un país muy pobre, que salía de una guerra muy larga, con 12 años todo lo que encontré me parecía normal, a esa edad uno se adapta rápidamente. Con los años he regresado con mucha frecuencia y he descubierto que la China actual no tiene nada que ver con aquel país en el que viví, se ha desarrollado de una forma impresionante. Es un ejemplo de lo que puede evolucionar una sociedad que se lo propone. A mí me tocó la época en la que soñaban con convertirse en un país poderoso y lo han logrado a base de sacrificio y de suerte. Es la prueba de que se puede cambiar, de que vale la pena trazarse planes y objetivos, tener sueños para desarrollarse. Cuando yo llegué allí, Colombia me parecía un país superdesarrollado frente a China.

"España, por su cultura, debería tener el mismo cuidado e interés, la misma inversión que Francia destina, con el mismo rigor y mirada por su importancia en el desarrollo del país"

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–¿Y la evolución política?

–La imagen que Occidente tiene de China es tergiversada, equivocada, lo ven como un país y es un continente y un imperio. Es una utopía pensar que se puede manejar como un país, por ejemplo, España sería un pueblito de China y los españoles tratan de darle lecciones de cómo se maneja la democracia, cuando veo que aquí no se pueden poner de acuerdo ni siquiera entre los partidos que gobiernan, no digo ya entre la oposición y los que gobiernan, ¿cómo se pretende que un país con 1.500 millones de habitantes, 20 españas, tenga un gobierno unificado, democrático y perfecto que no logramos tener nosotros mismos?

–¿Es tan difícil asentar allí la democracia?

–No creo que en un futuro cercano pueda ser democrática como nosotros lo entendemos. Podrán progresar e ir ganando terreno en determinadas áreas, pero se gobierna como un imperio, el Partido Comunista, de alguna forma, reemplazó al régimen imperial, siento que los ciudadanos chinos agradecen que, aunque haya restricciones democráticas, el país funcione. No sé cómo funcionaría gobernada por el PP o el PSOE (risas), sería complicado.

–Pero sí que se conculcan cada día los derechos humanos.

–Sí, eso es muy, muy grave, y no creo que a corto plazo se solucionen, los problemas que tiene China en el Xinjiang o el Tíbet son muy graves, ya quisiera yo que eso tuviera una solución, aunque son cuestiones que no conozco en profundidad son complicados.

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