La Opinión de Zamora

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Zamora cambia de fase pandémica con el fin de la cuarentena para casos leves

La estrategia que empieza a aplicarse hoy supone otro paso hacia la normalización del COVID, aunque mantiene el foco en los vulnerables

Retirada de vallas en Ifeza tras el fin de una de las fases de vacunación. |

Después de dos años largos de pandemia, Zamora da hoy otro paso hacia la normalización del COVID como una enfermedad con la que habrá que convivir sin renunciar a las interacciones sociales comunes. Este lunes entra en vigor la estrategia de vigilancia y control frente a esta patología tras su fase aguda, un protocolo de actuación aprobado la semana pasada por la Comisión de Salud Pública y que, entre otras cosas, supone el fin de las cuarentenas para las personas asintomáticas o que presenten síntomas leves.

Vacunación en el recinto ferial. | Jose Luis Fernández

Con más de 100.000 zamoranos protegidos con las tres dosis y más de un 90% de la población inmunizada con las dos primeras, el cambio de paradigma supone además que, desde hoy, Sanidad solo va a contar los casos graves y aquellos que se den en ámbitos vulnerables, como sucede con los centros sanitarios o sociosanitarios, o espacios que alberguen personas susceptibles de padecer los efectos más adversos de los contagios.

Desahogo para atención primaria

En principio, con las nuevas normas, se pretende ofrecer un desahogo a la cargada atención primaria y tan solo se practicarán pruebas diagnósticas de confirmación a las personas mayores de 60 años, los inmunodeprimidos, las embarazadas y las personas que tengan contacto con entornos vulnerables, además de a aquellos casos en los que los afectados hayan estado recientemente en una región en la que circule otra variante.

En cuanto a los detalles del comportamiento que deberán seguir las personas contagiadas que ya no tendrán que guardar la cuarentena habitual, el protocolo dicta que, sin llegar a aislarse como anteriormente, el afectado tendrá que “extremar las precauciones y reducir todo lo posible las interacciones sociales”. Además, deberá portar en todo momento la mascarilla y extremar la higiene de manos durante los diez días posteriores al inicio de los síntomas de la enfermedad.

Del mismo modo, estas personas tendrán que limitar especialmente el contacto con las personas vulnerables y renunciar a asistir a eventos multitudinarios donde podrían contagiar a un mayor número de ciudadanos. Estos aspectos no dejan de incluir cuestiones de aplicación lógica.

Conviene subrayar también que una de las claves de esta estrategia es el complementarla lo más rápido posible con los tratamientos anticovid en los centros asistenciales, porque “van a abrir una posibilidad muy importante para controlar también la infección” en los casos de peor pronóstico, según indican diferentes expertos en la gestión de la pandemia.

Por ahora, Zamora y el resto de España ya cuentan con dos aprobados: el primero Evusheld, de AstraZeneca, que actúa de profilaxis exprés en las personas inmunodeprimidas que, pese a estar vacunadas, no generan anticuerpos. Y Paxlovid, el antiviral de Pfizer destinado a pacientes con síntomas leves pero que pueden desarrollar COVID grave, del que hoy mismo llegarán las primeras 11.900 dosis del total de 344.000 previstas.

El teletrabajo aparece como mejor opción para los contagiados

El teletrabajo aparece como la mejor opción para los contagiados, siempre que sea posible y que el enfermo no se vea incapacitado para ello por su sintomatología. Así lo indica la estrategia aprobada por la Comisión de Salud Pública, que matiza que los empleados de entornos vulnerables o los que asistan a estos colectivos no acudirán a su trabajo en los primeros cinco días desde el inicio de síntomas o de la fecha de diagnóstico.

Al quinto día, y si los síntomas han desaparecido totalmente, se les hará una prueba de antígenos que, de ser positiva, se repetirá cada 24 horas hasta dar negativo. Asimismo, los hospitalizados deberán estar aislados durante el ingreso hasta obtener una prueba negativa o una PCR positiva compatible con cargas virales bajas, aunque los profesionales podrán adaptar estas recomendaciones tras la valoración de cada situación.

Solo se identificará a los contactos estrechos de estos grupos y ámbitos vulnerables, a los que se les indicará la realización de una prueba a los 3-5 días del seguimiento; como ya se estableció a principios de marzo, no realizarán cuarentena, aunque deberán extremar las precauciones durante 10 días y minimizar interacciones.

De este modo, la idea es que las personas que hayan dado positivo por COVID tengan el menor contacto posible, especialmente en espacios cerrados y contacto estrecho, como puede darse dentro de un lugar de trabajo. Esa idea convivirá con el hecho de que puedan salir a la calle siempre y cuando cumplan las normas básicas.

Una sexta ola “diferente” a las vividas en etapas anteriores

En la justificación de la nueva estrategia, la Comisión de Salud Pública alude al hecho de que la sexta ola ha sido “diferente” a las vividas en etapas anteriores. El texto habla de “una elevadísima incidencia con una mayoría de casos con síntomas leves o asintomáticos que han supuesto una presión muy alta sobre los sistemas de atención primaria y salud pública, y un porcentaje de ocupación hospitalaria y de camas de UCI muy inferior al esperado comparado con lo que se ha producido en el resto de la pandemia”.

Esa realidad se ha percibido también en Zamora, donde la incidencia rozó los 4.000 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días, sin que la presión hospitalaria llegara a ser tan elevada como para poner contra las cuerdas al Complejo Asistencial. “Con el aumento de la cobertura de vacunación y la inmunidad generada a partir de infecciones naturales, se considera que la mayoría de la población está protegida contra el COVID-19 grave. Los datos muestran que la protección se ha mantenido incluso frente a una variante lo suficientemente diferente a las anteriores desde el punto de vista antigénico como para producir altísimas incidencias en la población con inmunidad previa, como es la variante ómicron”, justifica la estrategia para argumentar los cambios en el modus operandi.

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