El precio del combustible está poniendo contra las cuerdas a muchos sectores profesionales. El mundo del transporte padece especialmente los efectos de un incremento de los costes que se ha disparado en el último año, pero no es el único ámbito golpeado. Las cifras indican que la gasolina se ha encarecido en casi un 30%, mientras que el diésel se ha elevado incluso algunos puntos porcentuales más, una circunstancia que se hace notar de forma evidente en el bolsillo de los particulares.

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La situación ha llegado a un punto en el que la gente ha comenzado a hacer chascarrillos para comparar el precio de la gasolina con el coste de productos prohibitivos. Al menos, que no falte el humor.

Quizá, a quienes menos gracia les haga este panorama es a aquellos que utilizan su vehículo a diario para desplazarse al trabajo, sobre todo a los que viajan a otros pueblos o ciudades hasta cinco veces por semana y están viendo cómo, a lo largo del último año, su cartera va mermando por culpa de la subida de los combustibles.

Sin alternativas

La cuestión no es baladí, sobre todo si el afectado carece del recurso de un transporte público que se ajuste a sus horarios o de la alternativa de compartir la responsabilidad de llevar el coche con algún compañero que se encuentre en la misma situación. El precio de la gasolina de 95 se ha elevado desde los 1,31 euros por litro que se podían pagar mediado el mes de marzo de 2021 hasta rondar peligrosamente los dos euros; 1,87 ayer, según los portales especializados. El diésel no se queda atrás, y se sitúa en 1,85 euros, tras hallarse por debajo de 1,20 hace un año. Con ese escenario, cualquier desplazamiento rutinario provoca un agujero en el bolsillo del conductor.

Salamanca, un destino habitual

Según las cifras de movilidad publicadas recientemente por el Ministerio de Transportes o por los estudios elaborados por el Instituto Nacional de Estadística en base a la telefonía móvil, Salamanca es uno de los destinos diarios habituales de los zamoranos, del mismo modo que los habitantes de la capital vecina encuentran en esta ciudad uno de los lugares donde desarrollar su tarea profesional.

Pues bien, si un desplazamiento de ida y vuelta entre Zamora y Salamanca podía costar, de media, entre 8 y 10 euros hace justamente un año, ahora la factura diaria se puede incrementar unos 3,80 euros de promedio, si se tienen en cuenta unos consumos estándar. Esto supone que, para los trabajadores que tengan que moverse cinco días a la semana entre un municipio y otro, el impacto mensual del incremento del combustible en el último año pueda rondar los 80 euros por cada afectado.

Un día de trabajo para pagar el sobrecoste

Aquí ya depende del sueldo de cada cual, pero al menos una jornada completa de trabajo puede ir destinada exclusivamente a pagar ese incremento del coste del desplazamiento. Esta realidad afecta a un buen puñado de funcionarios que viven en Salamanca y trabajan en Zamora o viceversa, a determinados trabajadores de la universidad y también a empleados del sector privado que aprovechan la escasa distancia entre ambos municipios para encajar así su vida laboral y personal.

Más allá de Salamanca, existen otros desplazamientos relativamente habituales que provocan costes incluso mayores, como es el caso de Valladolid, donde el gasto extra del desplazamiento de ida y vuelta diario con respecto a lo que se pagaba el año anterior puede alcanzar, de promedio, los seis euros, o de León, donde esa cantidad ya se dispararía por encima de los ocho. Además, este pago extra no aparece aislado, sino que se combina con el incremento del coste de la electricidad y otros suministros, y también de determinados productos de la cesta de la compra. La tendencia alcista ha reducido el poder adquisitivo de las familias.

En lo referente a los desplazamientos desde la capital de la provincia a otros municipios zamoranos, conviene indicar que la diferencia en el coste diario de ir a Benavente en marzo de 2022 con respecto a marzo de 2021 alcanza los cuatro euros de promedio; para Toro, los dos euros; para Puebla de Sanabria, los seis; o para Fuentesaúco, los cuatro escasos.

La cartera se resiente

Para muchos de estos casos, especialmente para los desplazamientos interprovinciales, la alternativa de transporte público resulta una quimera por los horarios y por las frecuencias, lo que obliga a los interesados a coger el coche cada mañana. Si la escalada no cesa, sus trayectos diarios irán minando el volumen de su cartera sin que se vislumbren demasiadas soluciones que estén en su mano.