“En Kiev hay terror, bombas y muerte. Cada día fallece gente, también niños pequeños, y las personas duermen todas las noches en un búnker”. La guerra ha estallado en Europa, y su realidad sobrecoge. Especialmente, si la narración de esas escenas procede de una mujer que habla con la congoja de sentir el mayor de los afectos por algunas de las personas que viven hoy bajo ese pánico infinito. El testimonio que encabeza este texto procede de las palabras de Olena, una mujer ucraniana residente en Zamora que piensa en su madre y en su hija cada vez que se entera de un ataque o escucha cifras de víctimas. Ellas están allí; ella lo mira desde la distancia sin saber qué ocurrirá mañana.

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Esta mujer ucraniana lleva apenas dos años en España, uno de ellos en Zamora, y se hace entender en castellano, a pesar de sus problemas con el idioma. “Todo es muy trágico y muy difícil para Europa entera”, advierte Olena, cocinera de profesión, y habitante de la ciudad, donde convive con sus otras dos hijas, aún en edad escolar. Su vida dio un giro cuando Rusia decidió invadir Ucrania. Desde entonces, habla cada noche con su madre y su hija para saber cuál es su situación y también la de Kiev.

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“Mi hija tiene 22 años y está encerrada en casa. Allí la situación es muy difícil para comprar alimentos. En Kiev hay menos supermercados abiertos y cada persona puede llevarse solamente una barra de pan”, apunta Olena, que añade, además, que lo más cómodo es adquirir conservas. Según la versión de su familia, la adquisición de productos frescos se ha vuelto muy compleja.

Peor en Jarkov

La mujer ucraniana residente en Zamora pone en el foco el sufrimiento de Kiev por sus relaciones familiares, pero reconoce que hay otros lugares que están padeciendo de un modo más intenso la crueldad de la guerra. “En Jarkov, cerca de la frontera con Rusia, ahora no hay nada. La plaza de a Libertad, una de las más grandes de Europa, ahora no está”, lamenta.

Olena padece la realidad de su país, pero reivindica la dureza del pueblo ucraniano, una capacidad de resistencia que demuestran también sus compatriotas residentes en España. Ella misma forma parte del grupo que está organizando movilizaciones en su ciudad de residencia para alzar la voz contra la guerra y sumar apoyos en la comunidad local para expresar su rechazo hacia la invasión.

Con ese objetivo, Olena y el resto de los miembros de un grupo de ucranianos residentes en la zona, con base en Salamanca, han convocado una manifestación contra la guerra que tendrá lugar el sábado, a partir de las diez de la mañana, en Zamora capital. La comitiva partirá desde la plaza de Alemania para poner rumbo hacia la Plaza Mayor. Los organizadores, en su mayoría hijos, padres o hermanos de individuos que sufren el conflicto en primera persona, esperan la presencia de ciudadanos españoles que se solidaricen con su pueblo y con su padecimiento.

Apoyo de Zamora

“Ya nos está apoyando gente de todos los sitios”, asegura Olena, que cita en particular a la Cruz Roja y a la Policía como dos de los colectivos que están empatizando con la realidad que padece Ucrania. Ese respaldo se está percibiendo a su vez en la entrega de material, medicamentos y alimentos no perecederos que ha organizado uno de los contactos de esta mujer en la zona. Se trata de Iván, el médico residente del Complejo Asistencial, cuyo llamamiento también está teniendo una gran acogida.

El almacén situado al pie del centro de salud Santa Elena acumula cajas de solidaridad entregadas por los zamoranos en una acción que aún sigue abierta. De hecho, Olena aprovechó su paso ayer por la zona para colocar un nuevo cartel en la puerta: “Aquí se acepta ayuda para ucranianos”. Ella misma incide en que el soporte que les ofrecen no es solo material, sino que hay españoles que ya se han puesto en contacto con ella para hablar de soluciones en forma de vivienda para refugiados e incluso de acogida de niños.

Esas vías se tendrán que explorar cuando llegue el momento. Mientras, Olena se afana en promocionar la recogida de material y en llamar a Zamora a participar en la movilización: “¿Tú vas a venir?”, cuestiona antes de marcharse y de repetir una vez más: “Las ucranianas somos fuertes”.