Al amanecer de este jueves, Oksana Kharina se levantó, consultó las noticias y asistió espantada a las primeras imágenes del ataque ruso sobre Ucrania. “Todavía estoy temblando”, reconoce esta mujer, residente en Zamora desde 1999, pero natural del país que se ha convertido en el escenario de un horror inimaginable en pleno continente europeo y bien entrado el siglo XXI. “Mi familia vive en una ciudad al oeste, bastante lejos de la frontera, así que físicamente no está afectada, pero sí moralmente. Todo el mundo está muy nervioso”, narra esta española de adopción, conocida en la ciudad por su papel como directora del coro Aures Cantibus.

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Como muchos otros, Oksana Kharina creyó durante semanas que los movimientos del presidente ruso, Vladímir Putin, tan solo implicaban “un juego con sus músculos”. Ahora, su percepción es que el ataque sobre Ucrania “amenaza a todo el mundo”. “El futuro depende de lo que vaya a hacer este loco a partir de ahora”, asegura. La mujer afincada en Zamora rechaza los motivos esgrimidos por el país invasor para justificar sus acciones y alerta sobre el padecimiento de sus compatriotas en la provincia. Aquí hay personas que siguen la guerra desde su casa en España, a 3.600 kilómetros de distancia y con circunstancias como familiares muy enfermos o seres queridos en pleno foco del conflicto, en territorios como Lugansk.

Oksana Kharina y su marido Viktor Kharin, ucranianos residentes en Zamora Cedida

Oksana Kharina tiene a la mayor parte de su familia en Lviv. Lo mismo le ocurre a su marido, Viktor Kharin, que trabaja en la Universidad de Salamanca y que se muestra especialmente preocupado por el futuro que le espera a su hija: “Esto no va a acabar aquí; va a llegar a un escenario peor. La pretensión de Rusia es llevar la cosa a mayores y darle una patada al culo al mundo”, afirma. Este ucraniano residente en Zamora ve muchos paralelismos entre la invasión iniciada ayer y la ofensiva alemana de finales de los años 30 sobre los Sudetes, con Adolf Hitler a la cabeza. “Él también decía que había una minoría alemana oprimida”, advierte Kharin.

Las "falacias" de Putin

A su juicio, Putin está utilizando “falacias” para apoyar su argumentario y sostener una invasión que está causando estragos en el ánimo de la familia de Kharin: “Están extremadamente preocupados”, afirma este ucraniano, que habla ruso y que sostiene que así lo ha hecho siempre “sin preocupaciones”, como muchos otros "patriotas" de su país que han hablado la lengua de sus padres sin ninguna molestia, más allá de que “siempre hay algún idiota”.

Esa preocupación intensa que cita este académico residente en Zamora se palpa también en la voz de Yana Shchupka, una profesora ucraniana que ejerce en Benavente y que sufre mientras trata de discernir entre las noticias falsas y verdaderas que se distribuyen a través de los medios y de las redes sociales, al tiempo que mantiene un contacto permanente con Krivói Rog, donde reside su familia, a unos 400 kilómetros de Kiev.

El pavor de la gente

Shchupka traslada el pavor de sus seres queridos ante el sonido de sirenas, la destrucción de infraestructuras y, sobre todo, la amenaza de que la aniquilación y la muerte se extiendan por el país. Algunos de sus amigos en la capital le han trasladado su inquietud por el cierre de los bancos o de las farmacias; por la súbita ruptura de la normalidad en el territorio.

“Intento llamar a cada familiar para saber cómo están. Piensas que todos deberían venir para aquí, pero es imposible. No puedo hacer nada ni aunque quisiera”, lamenta Shchupka, que reconoce que la política no es su fuerte, pero que confía en un cese rápido de las hostilidades. Mientras, desde aquí, combina sus quehaceres diarios en la rutina española con la carga del conflicto siempre presente.

De vuelta a Moscú el domingo

También está en la provincia, aunque temporalmente, Pablo Torres, un profesor zamorano que enseña geografía e historia en Moscú. El estallido de la guerra le ha pillado de visita en casa, pero su intención es regresar el domingo, desde la perspectiva de que el conflicto solo alcanzará la capital rusa si se internacionaliza. En tal caso, pocos lugares del continente se encontrarán a salvo, según indica.

Torres encara estas horas “con mucha preocupación por todo lo que está pasando”, y reconoce que el desarrollo de los acontecimientos le ha pillado por sorpresa. Y no solo a él. Ninguno de sus compañeros en Rusia esperaba una invasión. “Parece que solo importan el dinero y la prepotencia de Putin”, constata este docente zamorano, que apunta que alguna de sus colegas le ha trasladado ya su sentimiento de “vergüenza” por compartir bandera con sus dirigentes.

“Los propios habitantes del país están asustados por las consecuencias que puede tener todo esto”, añade Torres, que relata el complejo caso de un compañero cuya pareja es de origen ucraniano. En circunstancias como esa, la mezcla de sentimientos aflora como parte de un horror cuya duración todavía es un misterio.