Los vecinos de Moraleja y Morales del Vino viven en alerta desde primeros de año, cuando se han intensificado los asaltos a viviendas, en torno a la decena, para robar joyas y dinero fundamentalmente, según denuncian los habitantes de ambas poblaciones.

La “preocupación e indefensión” definen el estado de ánimo en el que se hayan los habitantes de estos municipios, cuyos grupos WhatsApp arden con quejas constantes por la falta de protección que sienten, quejas que han hecho llegar a este diario. Tal es la desazón en la zona de la urbanización de Morales del Vino, que los vecinos están comenzando a controlar matrículas de vehículos que no pertenecen a ninguno de los residentes en esa localidad, turismos que levantan alguna sospecha.

Los ladrones actúan siempre cuando tienen la certeza de que los dueños de las viviendas que eligen están fuera, de modo que pueden perpetrar sus robos con la tranquilidad de que no se toparan con nadie que pueda reconocerles si la Guardia Civil logra detenerles. De modo que, se cree que realizan una labor de vigilancia previa a irrumpir en el domicilio que convierten en objetivo si quienes viven en él salen durante unos minutos a pasear o a realizar la compra, tiempo suficiente para entrar y llevarse objetos valiosos.

Los ladrones se cuidan de no romper puertas o ventanas para no incurrir en un delito de robo con fuerza en las cosas, con mayor pena de prisión, de uno a tres años la más leve. De esa forma, si son arrestados se enfrentan a un hurto, que pude costarles una condena máxima a 18 meses de cárcel cuando lo robado no exceda de los 400 euros, si el valor es inferior se les impone solo a multas.

Ese “modus operandi” fue el utilizado por los cacos que robaron dos veces en una misma casa habitada de Morales del Vino para llevarse dinero. El municipio contabiliza otros cuatro asaltos en inmuebles diferentes, todos primeras viviendas, entre enero y este mes de febrero, aunque estos hurtos vienen dándose desde noviembre, indican los vecinos.

Los habitantes de Moraleja han sufrido en menos de un mes otros cinco robos, cuatro de ellos en casas habitadas de las que se llevaron dinero y joyas, según testimonios recabados por este diario. Uno de los asaltos, denunciado el 3 de febrero, tuvo lugar en una vivienda, situada en la calle de la Magdalena, que suele ocuparse a temporadas, de la que sustrajeron un televisor.

Los “dueños de lo ajeno” desmontaron la ventana del comedor para acceder al interior y salir de allí con el electrodoméstico, según relata la dueña en redes sociales, en las que otros vecinos inciden en el aumento de este tipo de delitos en la zona. En otro de los casos, los delincuentes esperaron a que la propietaria saliera a pasear, mientras que, en otro caso, entraron al inmueble por la puerta de la cocina tras comprobar que nadie podía sorprenderles mientras “faenaban”. Residentes de Moraleja echan en falta el puesto de la Guardia Civil, convencidos de que la presencia de los agentes disuadía a los ladrones.

Hay que apuntar que los cacos eligen como blanco de sus fechorías localidades que, por lo general, tienen fácil acceso a carreteras nacionales o autovías como es el caso de Morales del Vino, próxima a la A-66, aunque este no es el caso del otro municipio.

La Policía Nacional arresta a cacos que fingían revisar la luz

La Policía Nacional ha detenido a un individuo que se hacía pasar por revisor de la luz para entrar en pisos a robar dinero y joyas con la excusa de realizar una inspección de la instalación eléctrica por orden de la Junta de Castilla y León. El arresto del delincuente tuvo lugar tras producirse un par de denuncias, una de ellas fue la que permitió localizar a tres individuos en las inmediaciones de la vivienda que acababan de asaltar, de la que se llevaron un importante alijo.

Durante la persecución policial, los ladrones arrojaron las joyas por la calle de Balborraz, muchas de ellas recogidas por un ciudadano que llegó a “llenar un bolsillo de la cazadora y no pude coger más, no me cabían”, según relató. El ciudadano entregó las alhajas a los agentes y advirtió de que había muchas más a lo largo de la calle. Los policías dieron alcance a uno de los integrantes del grupo, reconocido por los perjudicados, al igual que otros dos, que están en busca y captura.

La Policía Nacional cree que los individuos trataban de alcanzar el turismo en el que se desplazaron para perpetrar los hurtos, aparcado cerca porque “son coches con caletas”, huecos en el interior donde “guardan las joyas y el dinero que sustraen para seguir robando por la ciudad”, indican fuentes de la investigación.

Los cacos “eligen los pisos al azar, son hábiles, bien vestidos y educados, mientras uno conversa con el inquilino o le pide que encienda y apague luces o electrodomésticos, otro va recorriendo las estancias para localizar dinero y joyas y el tercero se queda vigilando en el portal”. Otro de los casos fue denunciado el día 15 de febrero, cuando el anciano que vive en el piso permitió el acceso a los supuestos técnicos de la luz, en la creencia de que eran técnicos oficiales, uno de ellos cogió las joyas del dormitorio. Precisamente, estas personas que son más vulnerables y confiadas suele ser más susceptibles de sufrir este tipo de engaños que terminan en robos.