El abogado y politólogo Manuel Monereo (Jaén, 1950) presentó ayer martes en el Museo Etnográfico de Zamora el libro del histórico líder de la izquierda española Julio Anguita “Vivo como hablo. Combates de este tiempo”. Monereo, que militó en el Partido Comunista de España y en Unidas Podemos (salió elegido diputado por esta formación una legislatura) reflexiona sobre el legado de Anguita, el futuro liderazgo de la izquierda con Yolanda Díaz o la situación abierta en Ucrania, que, dice, es un enfrentamiento entre Estados Unidos y las potencias emergentes, como China.

—¿Qué legado deja Julio Anguita?

—El primer legado que Anguita nos deja es la gran coherencia que había siempre entre lo que hacía y decía. Esta coherencia entre el hacer y decir es seguramente la parte más importante de lo que podemos llamar la herencia o legado de Anguita. El segundo elemento que tiene mucho que ver con esta coherencia son los principios. Anguita siempre ha defendido unos principios claros desde el punto de vista de la izquierda que él consideraba que eran la seña de identidad de un proyecto histórico que él pretendía que los ciudadanos asumieran como propio. Y luego la tercera cuestión que tenía mucho que ver con todo eso era un estilo. Anguita tenía un estilo de hacer política marcado por la elaboración colectiva, el programa, el diálogo franco con la ciudadanía. Inclusive la capacidad que tenía Anguita de hacer pedagogía y de convertir sus ideas en algo que se plasmaba colectivamente en programas. Esos han sido los elementos fundamentales: coherencia, principios claros y proyecto de país y un estilo basado en la pedagogía y un diálogo franco con la ciudadanía.

—Después de Anguita la izquierda ha asistido al auge de Podemos, y más tarde su declive, con la pérdida del liderazgo que ejercía Pablo Iglesias. ¿Puede ser Yolanda Díaz el nuevo referente de la izquierda?

—Me da la impresión, como a otras personas que estamos en la izquierda y, como en mi caso, venimos del PCE e Izquierda Unida de que efectivamente con la dimisión de Pablo Iglesias se cierra un ciclo no solo personal, sino político. El ciclo de Unidas Podemos está terminando y lo que se va a intentar poner en pie en torno a Yolanda Díaz es una nueva propuesta política en torno a un proyecto alternativa de país. Y que eso terminará convirtiéndose en una plataforma electoral pero también en una nueva formación política más allá de la ribera de Unidas Podemos.

—¿Desaparecerá?

—Eso no significa que Unidas Podemos siga existiendo y tenga el papel que tiene hoy. Pero mi impresión es que Yolanda Díaz va a abrir una etapa nueva que todavía está llena de matices e incógnitas en el sentido de que es un proyecto todavía no bien definido, que no está suficientemente claro y me imagino que ya en los próximos meses, una vez aprobada la ley de Reforma Laboral eso ya va a estar más claro y ella se va a poder dedicar tanto a la gestión de su ministerio como a la gestión de un nuevo proyecto que efectivamente está ahí. Si vemos la crisis actual del PP son evidentes dos cosas. Una, que el sistema de partidos en España sigue estando en crisis unas veces por la izquierda y otras por la derecha y que las posibilidades de una convocatoria electoral están siempre abiertas, y para muchos más que abiertas ahora dada la situación que vive el Partido Popular. Por lo tanto este nuevo proyecto alternativo de país que es lo que ya ha concretado Yolanda Díaz puede ser una perspectiva de futuro pero con la incógnita de no saber muy bien a qué se refiere y cuales son los motivos verdaderos. Acuérdese que uno de los “leitmotiv” de Anguita era ese programa y programa; hoy nos falta saber cual es el programa de Yolanda Díaz.

—¿A qué atribuye el auge de Vox?

—Me de la impresión de que el auge de Vox tiene que ver con esta crisis del sistema de partidos y específicamente una crisis larvada del PP y por otro lado lo que se ha llamado el debate territorial. Vox , aunque sea un proyecto con poco tiempo como tal, representa una larga historia de lo que se llama el núcleo duro de la derecha española, un viejo proyecto que hemos podido conocer históricamente en la derecha española fundamentalmente de los años 30 en torno a Ramiro de Maeztu, Calvo Sotelo, etcétera. Una vieja derecha anticomunista, nacionalista y muy nacional católica. Esa ideología es también uno de los fundamentos de la derecha española del Partido Popular que ha intentado modernizar pero que está ahí. Vox es a mi juicio la otra cara del PP pero a su vez expresa una crisis del sistema de partidos en España.

—¿Y una reacción al independentismo?

—Vox es la reacción de un nacionalismo español nacionalcatólico a la crisis que supone para España el secesionismo catalán. Vox vive de eso y hay una especie de continuum entre el nacionalismo español duro y nacionalcatólico de Vox y el independentismo. Los dos de alguna manera se complementan y se dan razones para seguir existiendo. De hecho la crisis que ahora se abre con Ayuso es fruto de esta situación, de estas dos almas que tendría el Partido Popular, un alma que le llevaría a estar mucho más cerca de la experiencia de Madrid, es decir, una alianza estratégica entre Vox y el Partido Popular y la otra alma que sería un PP más autónomo, que busca un electorado más moderado que de una u otra forma pugnan por disputase la hegemonía. Sin la existencia de Vox no se explicaría esta crisis que estamos viviendo en el PP.

—En la amenaza de guerra de Ucrania, ¿Putin es el malo?

—Eso me recuerda mucho aquello de que Rusia es culpable. Nos equivocaríamos mucho si viéramos este enfrentamiento entre la OTAN y Rusia como un enfrentamiento por Ucrania. Está habiendo un surgimiento de grandes potencias que son además potencias de oriente, el eje se está yendo hacia oriente y cuestionan la hegemonía norteamericana. Ese es el problema central que hay ahora mismo en el mundo. Estados Unidos reacciona con una estrategia preventiva que intenta de una u otra manera asediar a los países que le pueden cuestionar en un futuro próximo su propia hegemonía. El conflicto de Ucrania tiene que ver mucho con esa reacción norteamericana que además tiene una gran ventaja para Estados Unidos, que resitúa la zona de conflicto en Europa; tiene una capacidad prodigiosa para generar conflictos lo más lejos posible de sus fronteras.

—¿Qué busca Putin con su amenaza militar?

—Dejar de convertirse en un territorio asediado e impedir que la frontera de la OTAN acabe llegando a 340 kilómetros de Moscú. Gorbachov había planteado un acuerdo inclusivo de incorporar Rusia a la OTAN en un nuevo concepto de seguridad colectiva y ofreció la posibilidad de desnuclearizar Europa. Estados Unidos no lo acepta y lo que hace es ir incorporando a expaíses del Pacto de Varsovia al núcleo militar de la OTAN. Y ahora pretende que terminen siendo parte de la OTAN ya no países satélites, sino países que fueron la URSS, como Georgia, Moldavia o Ucrania. Obviamente Rusia que ya no es la Rusia de hace diez años, sino que se ha recuperado y que es aliada estratégica de China plantea que hasta aquí hemos llegado y que no están dispuestos a seguir por esos mecanismos. Y lo que plantea Rusia no interesa para nada a Estados Unidos, pero si a Europa, desmilitarizar Europa, desnuclearizarla, y buscar elementos que permitan una seguridad compartida entre Rusia y la Unión Europea.