El escritor zamorano Luis García Jambrina acaba de publicar una nueva entrega del pesquisidor Fernando de Rojas, la novela “El manuscrito de niebla”.

–En esta nueva novela Rojas comparte protagonismo con Nebrija. ¿Cómo se le ocurre introducir a este personaje en la trama?

–Antonio de Nebrija aparecía ya mencionado en algunas de mis novelas anteriores. Me parecía un personaje muy potente y atractivo, una figura fundamental del período en el que se sitúan mis “manuscritos”. Nebrija va a asociado, además, a conceptos y cosas que me interesan mucho, como el humanismo, la lengua, la imprenta, los libros, la enseñanza, la defensa de la libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión…; también fue un pionero en la defensa de lo que luego se llamarán los derechos de autor. Llevaba ya mucho tiempo con ganas de convertirlo en protagonista y el hecho de que este año se celebre el V centenario de su muerte me sirvió de acicate.

–De este humanista sabemos muy poco ¿quiere reivindicar su importancia al otorgarle tanto peso en la novela?

–A pesar de su enorme importancia, es un desconocido para eso que llamamos el gran público. De modo que decidí convertirlo en protagonista, junto a Rojas, de uno de los manuscritos, con la sana idea de divulgar su figura y una parte de su obra. Para muchos es tan solo una imagen en un pedestal y yo he tratado de humanizarlo y convertirlo en un personaje divertido y sugerente. Presento a Nebrija como un humanista muy humano. Se trata de una figura compleja y con muchos matices. Al brillante latinista y filólogo, autor de libros de gran éxito y catedrático en Salamanca, contrapongo el ser humano, con su carácter vitalista y con su sentido del humor, pero también con sus debilidades, miedos y contradicciones. Fue un luchador incansable contra la barbarie y el oscurantismo que se habían instalado en la universidad, de ahí que tuviera tantos enemigos y sufriera alguna que otra represalia.

–Nebrija tuvo que rendir cuentas ante la Inquisición y este proceso figura en su novela con minuciosidad, con unos parlamentos brillantes por parte del juzgado frente a la cerrazón de Deza. ¿Qué nos puede decir de estas páginas?

–Sabemos que Nebrija fue objeto de un proceso inquisitorial por haber osado enmendar la traducción latina de la Biblia, utilizando como referentes los textos originales en hebrero, arameo y griego. Eso es un hecho probado, aunque no tenemos ninguna documentación sobre el asunto. Esto hace que en mi novela Rojas tenga que defenderlo ante el Santo Tribunal.

–Son unas páginas donde Nebrija exhibe su dominio de las Sagradas Escrituras.

–En los interrogatorios, para los que me he servido de un libro que el propio Nebrija escribió en su defensa en 1507, podemos ver su espíritu abierto y tolerante y su apología de la libertad de pensamiento y de expresión. Por otra parte, Nebrija piensa que la animadversión contra él de Diego de Deza, a propósito de esa denuncia, «no es más que una bofetada del arzobispo de Sevilla contra su odiado Cisneros, pero dada en mi propia cara, ya que debe de sospechar que las enmiendas a la Vulgata las hago bajo su patrocinio». En esos capítulos he tratado de mostrar cómo eran los procesos inquisitoriales, que podrían definirse claramente como kafkianos. Todo en ellos era secreto y al reo nunca se le decía de qué se le acusaba realmente, lo que creaba gran indefensión.

–La imprenta también tiene gran relevancia en “Manuscrito de niebla”, un invento que en la novela siembra controversia como ahora quizá sucede con otros adelantos.

–La novela recrea el periodo inicial de la imprenta en Castilla, con la rivalidad entre los impresores más importantes, las suspicacias de muchos catedráticos y eclesiásticos hacia aquel nuevo invento de Satanás y la sospecha permanente de los inquisidores. La aparición de la imprenta supuso toda una revolución en el campo del conocimiento y la cultura, que antes estaba bajo el control de algunos monasterios. Se trata del primer paso hacia la democratización del saber y eso hará que muchos la consideren un gran peligro. Nebrija nació por los mismos años que la imprenta y se desarrolló con ella. De hecho, es una de las figuras que más hizo en pro de la imprenta y que más vinculado está a ella. Algunas de sus obras se reimprimieron muchas veces. Él fue su gran paladín. Por otra parte, podemos trazar un paralelismo entre aquella época y la actual, caracterizada por la aparición de nuevos soportes y tecnologías para la difusión del conocimiento y la cultura, solo que cinco siglos después.

–Zamora no es uno de los lugares donde se desarrolla la novela, pero sin embargo en este manuscrito es el texto donde, de manera muy indirecta, está más presente.

– En efecto, Zamora siempre está presente de una manera u otra en mis novelas a través de diversos personajes procedentes de ella. Aparece el catedrático Pedro Suárez de Grado, al que apodan el maestro de Zamora, por ser originario de esta ciudad, gran enemigo de Nebrija y uno de los principales detractores de la imprenta por considerar que representa un peligro para la universidad, ya que los profesores van a perder el control sobre el conocimiento, que empieza a ser accesible para todos aquellos que sepan leer.Además Zamora fue muy importante para el desarrollo de la imprenta en las primeras décadas de su difusión en la corona de Castilla. También figura Diego de Deza, un personaje nacido en Toro muy importante que aparece en varias de mis novelas y en esta con un protagonismo especial.

–¿Es el manuscrito en cuya escritura más ha disfrutado?

–Yo diría que sí. Para mí era un reto hacer una novela que fuera atractiva, adictiva y emocionante para los lectores con un personaje a priori poco atractivo, dado que se trata de un catedrático de gramática de hace cinco siglos. Pero, después de darle muchas vueltas, logré encontrar la manera de abordarlo y convertirlo en un personaje apasionante y hasta divertido. También he gozado mucho recreando los ambientes de las imprentas y librerías y la vida cotidiana de ese momento o reconstruyendo algunos lugares, como el castillo de San Jorge de Sevilla, donde tenía su sede la Inquisición, del que quedan muy pocos restos. En el solar se encuentra ahora un mercado muy popular del barrio de Triana, junto al río Guadalquivir, que yo había visitado muchas veces.

–¿Qué tal está siendo la recepción de la novela?

–Está siendo muy buena, con numerosas entrevistas y presentaciones, a pesar de la pandemia. Acabo de presentarla en el Festival Literario Barcelona Negra y en los próximos días viajaré a Sevilla, Lebrija, donde nació nuestro protagonista, Bilbao, San Sebastián… Hay ya un proyecto para hacer una miniserie para televisión sobre “El manuscrito de niebla”, con un elenco de actores muy conocidos; esperemos que la cosa salga adelante y llegue a buen puerto.

–¿Tiene alguna nueva aventura para Fernando de Rojas?

–De momento, le quedan dos casos más para completar la segunda tetralogía. En fecha próxima me pondré a escribir la séptima entrega, que sitúo en la ciudad de Roma a comienzos del siglo XVI. Con ello quiero internacionalizar un poco el personaje y llevarlo por otros territorios. Como es sabido en los manuscritos no sigo la cronología, pues estas novelas pueden leerse de forma independiente. De modo que el manuscrito de Roma se situaría entre los dos primeros y el que acabo de publicar. Una vez que termine la segunda tetralogía, ya veré qué es lo que hago con el personaje. Dependerá también de los lectores, pero auguro que hay Rojas para rato.