“Las cofradías son las que mejor conservan el patrimonio procesional, que hay que tener que cuenta que se ha realizado para salir a la calle. Con todas las precauciones, porque hay que legárselo a las generaciones futuras, pero no se tratan de piezas de museo”. El historiador Javier Burrieza destacó así la gran labor que realizan las hermandades de Semana Santa con sus pasos, durante la presentación de su libro “Escultores y escultura procesional de la Semana Santa de Castilla a y León”, que analizó ayer en el Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA.

Se trata de una obra detallada de uno de los patrimonios más ricos de la región. “No soy historiador de arte, pero me parecía muy interesante relacionar los distintos ámbitos del surgimiento de los pasos profesionales”, comenta sobre el motor de este libro. “Además de trazar todo lo que significa el escultor en el siglo XVI y después de ver lo que supone Gregorio Fernández en el conjunto de Castilla y León en los siglos XVII y XVIII, con Ramón Álvarez en Zamora durante el XIX, me encontré con un siglo XX sin una escultura castellana, más bien con individualidades que han sobrevivido y han podido realizar sus interesantes aportaciones”, añade.

Alba enseña a Burrieza el Yacente en la iglesia de Santa María la Nueva. |

Este libro demuestra también una de las máximas de este profesor de la Facultad de Historia de Valladolid. “Creo más que en la comparación de las historias, en la historia comparada , que se trabaje mucho en que los historiadores de la Semana Santa de Castilla y León hablemos, veamos los orígenes de las cofradías, su desarrollo y también el del patrimonio procesional”, enumera. En particular, este libro se centra más en lo segundo, aunque el autor no descarta iniciar un estudio —para transformarlo en libro— sobre la historia de las cofradías. En la actualidad, está inmerso en una obra que analiza la Semana Santa en España.

De extraordinaria calidad

De las esculturas de la Pasión castellana y leonesa, Burrieza las califica en conjunto de “patrimonio inigualable”, provisto e una extraordinaria calidad. “Ha vivido muy unido a las circunstancias de cada uno de los lugares y de cada uno de los focos”, señala. En el caso de Zamora, destaca “la relevancia de los pasos en el siglo XIX, hechos a la medida de la ciudad, en un proceso de restauración muy importante, con un Ramón Álvarez que tuvo sus continuadores”, destaca sobre el imaginero.

Incidiendo en esa calidad, describe el profesor de Historia la maderas policromadas, los pasos del tela encolada y madera del siglo XVI “y los pasos de madera que se realizan a partir del siglo XVII, donde destaca Gregorio Fernández”, apunta.

Precisamente, sobre este autor recayó gran parte de su conferencia en Zamora, en deferencia a la Penitente Hermandad de Jesús Yacente, cuya imagen procesional —que visitó junto al Hermano Mayor, Dionisio Alba, en la iglesia de Santa María la Nueva antes de participar en el foro el periódico— es de un discípulo de Fernández, Francisco Fermín.

“Tiene su propia marca”, asegura el experto, que la desglosa de esta manera. “Primero, asume la monumentalidad de algunos de los escultores anteriores. Plasma el dolor de la Pasión desde la coordenada del naturalismo, pero con una extraordinaria serenidad, con un estudio anatómico privilegiado, con una producción abundantísima, lo que supone que detrás había un taller muy bien organizado, con sus correspondientes aprendices y oficiales. Al frente estaba él, que era todo un empresario de su taller, no trabajaba en todo absolutamente de arriba abajo en sus imágenes. La producción fue ingente porque la popularidad era inmensa”, apunta. “No ha sido nunca un artista olvidado, no como otros, que tuvieron que ser rescatados”, remata.

Escultor muy popular

La razón de esta popularidad radica, según Burrieza, “en que sus obras siempre han estado en el ámbito de las devociones y del culto en numerosos lugares. Algunos han podido ser incluso rescatadas”, aplaude sobre aquellas piezas que sirvieron de modelo hasta el siglo XVII, compitiendo en popularidad con el propio Ramón Álvarez.

Sobre el libro que presentó ayer en el foro del periódico, que se desarrolló en el paraninfo del Colegio Universitario, con el patrocinio de la Fundación Caja Rural, Burrieza reconoce haber aprendido mucho sobre la Pasión de esta comunidad. “Normalmente los historiadores nos dedicamos exclusivamente a nuestras parcelas, pero hay un espacio único e incomparable en la Semana Santa de Castilla y León que hay que trabajar”, reconoce. Un camino que él mismo ha iniciado y que tiene pequeñas recompensas más allá de la publicación de este tipo de libros, como es su nombramiento como pregonero de la Semana Santa de su tierra, Valladolid, este próximo mes de abril, algo de lo que está agradecido y orgulloso.