“Escultores y escultura procesional de la Semana Santa de Castilla a y León” es el extenso estudio sobre una de las tradiciones más arraigadas del territorio regional que el historiador Javier Burrieza Sánchez ha recogido en un ejemplar que hace un recorrido por lo mejor de la iconografía de la Pasión castellana. De ello hablará esta tarde (19.30 horas) en el paraninfo del Colegio Universitario, dentro del Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA.

En esta ocasión, el protagonista del foro del periódico compartirá mesa con Dionisio Alba Álvarez, hermano mayor de la Penitente Hermandad de Jesús Yacente, presentados por la directora del Club, Carmen Ferreras. Se descubrirá un magnífico libro con gran variedad de fotografías, muchas de ellas de desfiles zamoranos.

Pasos, imágenes devocionales y sus escultores son los protagonistas de esta obra sintética, didáctica, rigurosa, que trata de ser amena y bella. “Desde las diferentes dimensiones de esta Semana Santa en Castilla y León, trataremos de ir a sus esencias artísticas y espirituales, porque es imposible conocer las obras de los escultores-imagineros sin ellas. No dejaremos de lado, aunque no sea esta vez nuestra principal atención, las referencias a la historia de esta celebración, de los escenarios artísticos que la rodean, paisajísticos o incluso musicales”, promete el autor. Todas ellas son facetas de un modo de expresión propio para con la Semana Santa, que se han ido sumando en el discurrir del tiempo. “Una manifestación religiosa, en una espiritualidad que hunde sus raíces en el siglo XV, que se refuerza con lo que habitualmente se ha venido llamando “contrarreforma” en los siglos XVI y XVII, y que se revitaliza en el siglo XX. Tras el Concilio Vaticano II, la vivencia religiosa dentro de una cofradía continúa teniendo sentido, convirtiéndose las procesiones en una manifestación pública de la fe de un pueblo a través de los cofrades que conforman la procesión y de los espectadores que contemplan la procesión en la calle”, se relata en el libro.

De esta manera, los desfiles se convierten en una oportunidad “irrepetible” de contemplar toda una antología de las principales obras de la escuela barroca castellana y de otras épocas. “Cada uno de sus elementos se reúne en torno a un espectáculo, porque desde el barroco que consolidó estas procesiones en la calle, todo se explicaba desde una dimensión espectacular, capaz de impresionar a quien lo descubre”, apunta el ponente.