Sus pinturas son reconocibles en cualquier contexto. Miradas penetrantes, interrogantes e incluso inquisitivas, naturalezas muertas que apelan a la belleza de lo sencillo y a la melancolía o una paleta cromática muy concreta definen el hacer de Fernando Pennetier, quien ayer inauguró una nueva exposición en la galería de arte Espacio 36-Ángel Almeida.

Dos mujeres contemplan la obra pictórica exhibida. | Emilio Fraile

Varios desnudos de mujer, una temática que el artista ha trabajado prolíficamente, dan la bienvenida al visitante a “Contemplación” donde el zamorano reúne un total de 23 pinturas y ocho esculturas, efectuadas desde el año 2014 hasta la actualidad.

Junto al cuerpo femenino Pennetier también investiga en la naturaleza muerta. Opta por bodegones de elementos tradicionales, como pueden ser uvas, membrillos o unas rosas, en coloristas tonalidades, sin pasar por alto las vajillas de cerámica o cubiertos donde el nonagenario creador juega con las luces con maestría.

La muestra se complementa con una hipnótica alegoría al campo donde el pintor introduce tonalidades alegres, poco habituales en sus óleos donde abundan los grises, marrones y azules en sus muchas intensidades, o un retrato con unos ojos cautivadores, cuyo marco también ha realizado el creador que vive desde hace muchos años en Madrid.

Y precisamente pese a haber fijado su residencia en la capital de España, Pennetier prosigue pintado su tierra y para ejemplo una panorámica de la ciudad desde los Pelambres realizado en óleo sobre tabla.

Las pinturas de Pennetier son hipnóticas lo mismo que la creación escultórica que por primera vez comparte con el público de su ciudad natal. “Lleva toda la vida haciéndolas, pero nunca las había mostrado hasta ahora. Yo he querido mostrarlas para que el público descubra el proceso de creatividad que lleva a cabo este artista que es un creador nato, que se establece en un territorio interno en el que crea y crea recreándose”, sentencia el galerista Ángel Almeida.

Un hombre en la muestra de Fernando Pennetier EMILIO FRAILE

Pennetier se vale de madera recortada y pulida, que funde con acrílicos o escayola, entre otros materiales, para alumbrar, a modo de juego, unas pequeñas esculturas donde otorga volumen a temáticas de sus pinturas. Los pequeños maderos los encaja como piezas de puzzle resultando singulares ángeles alados, máscaras, un torero, una careta o un inquietante esqueleto humano.

Un tributo a una larga trayectoria que podrás descubrirse hasta el próximo 23 de febrero.