El veterano y reputado José Luis Gómez pone en escena el viernes y el sábado, 11 y 12 de febrero respectivamente, la obra “Mio Cid. Juglaría del siglo XXI”, un montaje que, además de en el Teatro Principal de Zamora, también representará en Salamanca o en Burgos ante la tumba de Rodrigo Cid de Vivar.

–¿Cómo pone “Mio Cid” en escena?

–Como correspondencia a mi elección como académico de número de la RAE propuse a su dirección realizar un programa, que se hizo en el Centro Dramático Nacional, en la Compañía de Teatro Nacional de Teatro Clásico, en el Teatro de La Abadía y en la sede de la RAE, “Cómicos de la lengua” parafraseando a los cómicos de la legua, que se constituyó con diez lecturas esenciales de la lengua española. La RAE me puso como condición que se iniciara con el texto más antiguo de la lengua española el Cantar del mio Cid.

–¿En castellano antiguo?

–Entendí, en cuanto me acerqué al texto, que tenía que ser en castellano medieval sin duda. Yo entonces no lo hablaba y durante seis meses estuve trabajando para poner hacerlo tutelado por una eminente medievalista, Inés Fernández Ordóñez. Al mio Cid siguieron nueve lecturas de textos esenciales de autores entre los que figuraron desde Cervantes, Lope hasta Valle Inclán. Además, durante un congreso internacional de Academias de la Lengua me pidió el director de la España que hiciera una lectura del mio Cid, que tuvo un gran impacto entre los académicos latinoamericanos que nunca había oído el castellano medieval. En ese punto me puse a fraguar la idea de hacer un espectáculo de juglaría del siglo XXI. Ese mio Cid se gestó en La Abadía.

El actor y director José Luis Gómez Cedida

–¿Qué destaca del texto?

–Cuando uno lee el Cantar del mio Cid se da cuenta de que es teatro en estado puro, teatro primigenio, te das cuenta de que en la juglaría está el comienzo del teatro. El Cantar del mio Cid es un cantar fundacional español, es un mito fundacional de la lengua castellana, la segunda lengua vehicular del mundo. En “Mio Cid” hay una evolución extraordinaria de la lengua que es el mayor bien que tenemos.

–Pero la maltratamos...

–Hay quien la usa bien y quien la maltrata muchas veces a través de las redes sociales, que son una especie de plaga que se ha abatido sobre nosotros.

El Cantar del mio Cid se da cuenta de que es teatro en estado puro, teatro primigenio, te das cuenta de que en la juglaría está el comienzo del teatro

– ¿Qué supone para usted poner en escena esta obra que es teatro en estado puro?

–Significa una oportunidad única, puesto que es la lengua de los que nos precedieron en esta tierra ayer y que se ha tornado en la nuestra hoy, lo que tiene un valor extraordinario. El umbral por el que hay que pasar para la sociabilización, la comunicación, el umbral por el que hay que pasar es la lengua materna a través de la que conocemos el mundo.

–¿Cómo reacciona el público al escuchar el castellano antiguo?

–El espectador al principio se queda sorprendido al oír esa lengua que tiene muchas similitudes con la que hablamos actualmente, pero no es la misma. En algunas partes puede que no llegue a entender bien, pero lo comprende por el contexto. Además, a lo largo del espectáculo se ofrecen una serie de claves para entender el castellano medieval.

Representación de "Mio Cid" Teatro de La Abadía

–Usted ha manifestado que mio Cid es un texto vanguardista.

–En cierto modo lo es. Bertolt Brecht, que fue un vanguardista, derriba la cuarta pared que había en el teatro a finales del siglo XIX y principios del XX y exhortaba a sus actores a que interpelasen directamente a los espectadores y les convencieran razonándoles y es lo que hace siempre un juglar.

–Como juglar usted interpela directamente al espectador transmitiéndoles…

–Que el Cid era un hombre justo, generoso, que se atiene a derecho. Hay que establecer una diferencia entre el Cid histórico y el del Cantar del mio Cid. El primero fue un mercenario que en ocasiones arrendó su lanza y su espada al servicio de los taifas, pero al mismo tiempo nunca en contra de su rey. El Cid del Cantar es un hombre justo que se atiene a derecho, que profesa un extraordinario amor y respeto a su mujer y a sus hijas, lo que en tiempos de esta lacra del maltrato tiene un gran valor, profesa una generosidad y una amistad cívica hacia todos los que le siguen al destierro y es un hombre siempre leal a su rey.

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–Defiende el texto en solitario.

–El juglar era solitario por eso estoy en solitario. Me acompaña en el escenario una pianista, Helena Fernández, que no toca el piano de manera habitual, sino que extrae del instrumento sonidos que tiene que ver con el mio Cid, que huele a esparto, a sudor, a cuero, a acero… es lo que destila y esa misma lengua primitiva castellana huele también a eso. Lo que salen de ese piano son sonidos insólitos.

–¿Resulta fácil ser juglar en el siglo XXI?

–Sí, si se tiene la formación que yo he tenido. Yo he buscado la formación donde la había. Me fui al extranjero. Fui alumno de uno de los grandes maestros del siglo XX, Jacques Lecoq, en París, de quien aprendí la técnica de “decidor y contador” que es una técnica de juglaría.

Mi patria es el teatro y no necesito refugio porque me gusta la intemperie

–¿Llega a la interpretación de manera vocacional?

–Totalmente. Mi patria es el teatro.

–¿Y su refugio?

–No lo necesito, me gusta la intemperie. (Silencio).

–¿Por eso se sigue subiendo al escenario?

–Sin duda.

José Luis Gómez Teatro de La Abadía

–¿Qué ha puesto el Teatro de La Abadía para José Luis Gómez?

–Es la tarea de mi vida. Vine de París donde había dirigido “La vida es sueño” en francés y “Carmen” y en ese momento me llegó la propuesta de la Comunidad de Madrid para hacer un teatro distinto que no entrara en colisión con los teatros existentes en Madrid. Tras pensarlo dos o tres veces dije que sí. Desde entonces me puse a fundarla y a sostenerla durante un cuarto de siglo. Dejé la ópera y el cine y no he actuado prácticamente en otros sitios. He dedicado todo mi tiempo y mi energía a La Abadía y lo doy por bien hecho.

–Agustín García Calvo estuvo vinculado estrechamente a La Abadía.

–Yo tengo una deuda con él. En el año 80 decido poner en escena para el Festival de Mérida su traducción de “Edipo Rey”, única con unos hexámetros perfectos, que fue un éxito arrollador. Agustín se quedó muy sorprendido con el respaldo que la obra tuvo en la gira que hice por toda España. Él escribió cosas extraordinarias para el teatro. Con los años, cuando fundé La Abadía, recurrí a él y le invité a ser maestro de prosodia en ella.

Agustín García Calvo fue providencial para la formación de algunos actores de La Abadía que ahora están en la cúspide

–¿Cómo fue la experiencia?

–Agustín accedió y durante muchos años, al menos unos 12 ó 15, fue nuestro maestro de prosodia. Este “Mio Cid” es deudor de Agustín García Calvo. Agustín fue providencial para la formación de algunos actores de La Abadía que ahora están en la cúspide como, entre otros, Carmen Machi o Israel Elejalde.

–Sin embargo es un intelectual injustamente tratado.

–Creo que Agustín García Calvo no ha sido suficientemente valorado, pero quienes los conocimos y disfrutamos de su maestría no le olvidamos y estamos en deuda de gratitud.

–Juan Mayorga acaba de ser nombrado nuevo director de La Abadía.

–Creo que hay que saludar esa elección del equipo de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid. Juan Mayorga es un nombre indiscutible en el teatro español. Sus espectáculos han estado en La Abadía de manera continuada en los años que yo he estado al frente. Es un compañero de la RAE y su nombramiento es muy positivo.

Los sucesivos gobiernos españoles no han tenido en cuenta la importancia del teatro para nuestra lengua

–¿Qué echa en falta en el panorama escénico español?

–En el teatro es donde mejor se emite, con el mejor sonido y con el mejor sentido, la lengua de cada país y España tiene el sistema teatral más pobre de Europa.

–¿Por qué?

–Por negligencia, por ceguera, por no entendimiento, por falta de valoración de la lengua. Los sucesivos gobiernos españoles no han tenido en cuenta la importancia del teatro para nuestra lengua. ¿Cómo es posible que Lituania, con mucha menos población que España tenga cuatro teatros de Estado, lo que es un teatro de repertorio, que cambia de obras cada dos o tres días, y que tiene actores contratados durante varios años? España, pese a ser el país con la segunda lengua vehicular del mundo, tiene la red de teatro más pobre de toda Europa. Cuando se reformaron casi todos los teatros provinciales se perdió la oportunidad de crear una red de teatros públicos al estilo de otros países, como Alemania que tiene 180 teatros públicos de repertorio con elenco fijo, de los cuales 60 son de tres ramas, ópera ballet y drama. Aquí no lo hay por cortedad de vista de los políticos y por el lugar que la cultura tiene en nuestra sociedad.

El intérprete José Luis Gómez en una representación de "Mio cid. Juglaría del siglo XXI" Teatro de La Abadía

–¿Vislumbra una solución?

–En nuestras manos está. En manos de los políticos y de las gentes del teatro que tienen que luchar. Esta profesión tiene el 75-80 % de paro endémico. No tiene parangón en Europa. Creo que urge una reforma integral del sector. Tras una transición política como la que hubo, tocaba ponerse al día y pese a los años que han pasado, todavía no lo hemos hecho.

–¿Qué opinión tiene sobre las programaciones ofrecidas?

–Desde hace años los teatros de las ciudades fuera de Madrid se nutren, en muchas ocasiones, de programaciones que no tienen ninguna ambición cultural. Se llenan los teatros con gentes de televisión o de series, aunque también hay propuestas de mucha calidad pero no es la regla. Además, en las regiones en vez de crear teatros fuertes, proliferan las escuelas de arte dramático que generan actores que lamentablemente muchos acaban en paro o en un malvivir.