El Código de Derecho Canónico dice que el administrador “debe ser diligente como un buen padre de familia”, por lo que la Iglesia se puede gestionar como se haría en un gran hogar. De eso sabe mucho Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española, quien protagonizó ayer el Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA con la presentación de su libro “Una casa de cristal. El camino de la transparencia y el buen gobierno en la Iglesia”, escrito junto a su compañera Esther Martín, directora de la Oficina de Transparencia de la Conferencia Episcopal.

“La transparencia tiene que ver con explicar qué somos, qué hacemos, con qué lo hacemos y qué aportamos a la sociedad”, resume. En este camino reconoce que se encuentra varias piedras, como las inercias del pasado o la edad de algunos sacerdotes. “Además, aunque no lo parezca, la estructura de la Iglesia es muy descentralizada y cada párroco gestiona su propio patrimonio, aunque tenga que rendir cuentas al obispo”, señala. Declarar correctamente los donativos, reducir el uso de dinero en efectivo —“para evitar el riesgo de blanqueo de capitales”, argumenta—, explicar el uso de la cuenta corriente o buscar al menos tres presupuestos para cualquier reforma son algunos de los pasos que se están dando para alcanzar esa deseada transparencia.

“Todas estas buenas prácticas son las que nos permiten gestionar bien el dinero y que sirva para lo que tiene que servir la Iglesia: anunciar la buena noticia, vivir la fe y, sobre todo, para darse a los demás, es decir, la labor asistencial”, enumera.

Respecto a este último aspecto, la Iglesia tiene repartidos por España 9.000 centros asistenciales, por los que pasan cuatro millones de personas cada año. “En Zamora son 84 centros con 30.000 personas atendidas al año”, calcula Giménez Barriocanal, quien apunta que se trata del cerca del 20% de la población. “Por eso decimos que la labor de la Iglesia en favor de la sociedad es algo muy importante que hay que cuidar, por no hablar del mantenimiento de todo el patrimonio artístico”, añade.

Público asistente al Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA ANA R. BURRIEZA

Un patrimonio que en Zamora tiene un peso específico importante. “Aunque haya convenios con las administraciones públicas, tú eres quien abres los templos, contratas al personal y los pones a disposición del público para su uso y disfrute, para el enriquecimiento cultural y económico de una ciudad”, señala el ponente del foro del periódico.

Sobre los principales gastos de la Iglesia, estos pasan por sostener a sus sacerdotes —más de un centenar en el caso de Zamora— y tener al día las parroquias, con el pago de las facturas de la luz o de teléfono. “A todo ello hay que añadir la labor asistencial y pastoral que se realiza, con las catequesis, la atención a los enfermos y a todos los que se acercan a una parroquia”, describe.

Por ese motivo, Giménez Barriocanal agradece de manera especial el gesto de aquellos contribuyentes que deciden marcar la “x” en la casilla de la Iglesia de la declaración de la renta. “La generosidad de la gente hace que ocho millones y medio de personas marquen esa casilla. En Zamora la cifra es de más de 30.000 personas, el 42% del total, muy por encima de la media nacional”. Esta generosidad se traduce en una aportación de 700.000 euros, mientras que la diócesis recibe del fondo común cerca de dos millones de euros. “En la Iglesia, una tercera parte del dinero que se usa viene de esa casilla, por lo que es una ayuda muy importante par alas diócesis más pequeñas”, asegura.

La transparencia, sin duda, es una cualidad que la población aprecia. “La gente, cuando sabe qué se hace con el dinero, contribuye más, por eso es importante que sepan en qué se gasta el dinero. Hoy en día las personas que han abandonado la Iglesia, que no la conocen o que solo leen de ella en la sección de sucesos, es importante que también vean lo que hace en favor de lo demás”, finaliza.