Apuesta por las nuevas tecnologías para crear espectáculos que hagan avanzar al ilusionismo sin perder su esencia. El mago vallisoletano Óscar Escalante, con treinta años de trayectoria a sus espaldas, llega este sábado (20.00 horas) al Teatro Ramos Carrión con su último espectáculo, “3 grados”, para demostrar que la magia todavía sigue sorprendiendo a grandes y pequeños.

–¿Qué presenta en su último trabajo que trae a Zamora?

–Se trata de un espectáculo de ilusionismo teatral con un leitmotiv principal, que no es algo muy habitual en este tipo de eventos, que suelen ser más bien una sucesión de trucos. En este caso, el tema es la teoría de los tres grados, basada en aquella de 1975 que decía que estamos conectamos a cualquier otra persona del mundo por un máximo de seis individuos. Esto quiere decir que si quisiera conocer, por ejemplo, a mi actor favorito, habría seis personas por el medio que me pueden ayudar a conseguirlo. Lo que hay que saber es quiénes son esas personas (risas).

–¿Y es fácil conseguirlo?

–Con la llegada de las redes sociales y de Internet, se reduce ese número a solo tres personas, lo que hace que cada vez estemos más cerca; de ahí la teoría de los tres grados de separación, de donde sale la idea original del espectáculo. Partiendo de esa base, comienzo el show diciendo que la teoría está muy bien, pero que a veces necesitamos un guía para descubrir esas conexiones y ofreciéndome a ello. A partir de ahí, arranca el espectáculo con efectos de creación propia, porque además de mago soy creativo de magia e intento que todo lo que haga sea original mío, que el público no lo vea en otro espectáculo.

–Esa conexión de la que habla, ya parece mágica en sí misma.

–Por eso elegí esta teoría. La descubrí leyendo por Internet y me pareció un concepto muy bonito para trabajar sobre él. Y la verdad es que ha estado ahí guardado un montón de años, hasta después del confinamiento, cuando ya nos dejaron salir, literalmente. Ahí cambió algo en mi cabeza y me decidí por hacer algo que me apeteciera de verdad, no un espectáculo comercial, sino que saliera de dentro. Y con tan buena suerte que está siendo todo un éxito y al público le está gustando.

Lo peor del COVID es no tener a gente interactuando a tu lado sobre el escenario

–¿A qué tipo de público se dirige?

–Aunque estoy habituado a trabajar con público más familiar, en este caso concreto el espectáculo va dirigido a un público más adulto por la temática y porque es una obra de ilusionismo teatral, donde hay mentalismo. Lo recomiendo para gente a partir de los trece o catorce años.

–¿Ha tenido que adaptar de manera considerable sus espectáculos por el COVID?

–Me tocó adaptar el espectáculo para poder ser competitivo. Con mi compañera, durante el confinamiento estuvimos trabajando para ver qué podríamos hacer cuando saliéramos y llegamos a la conclusión de que lo único que podíamos era hacer magia de lejos, sin sacar a la gente, tanto por la característica del virus como por la tranquilidad del público. Lo que hicimos en ese primer año fue adaptar los espectáculos de magia con la complicación de no sacar a nadie al escenario, teniendo en cuenta que los magos nos nutrimos mucho de eso. Montamos un espectáculo familiar que funcionó muy bien y, poco a poco, hemos ido evolucionando. Aunque no sacamos a tanta gente como antes por las mismas razones, al menos ahora parece que, con las mascarillas y manteniendo las distancias de seguridad, es más fácil. Hay que adaptarse a lo que nos toca vivir.

El mago Óscar Escalante Cedida

–¿Qué ha sido lo más complicado de esta adaptación?

–Precisamente, el no poder tener a la gente interactuando a tu lado. Son espectáculos más bien de salón o teatro, pero siempre se necesita la cercanía de alguien y eso fue la parte más complicada.

–Al menos parece que funciona, porque el público responde favorablemente.

–La verdad es que la magia y el público tienen siempre muy buena relación, con estos espectáculos se olvida de sus problemas un rato. La magia, además, te hace vivir emociones que no te hacen vivir otros tipos de espectáculos, combinando el asombro y la risa, lo que se agradecen muchísimo.

–En su currículo, junto a su formación de mago está la de actor, mimo o clown. ¿Qué aporta ese plus a sus actuaciones?

–Conseguir espectáculos distintos. Yo soy un enamorado de la magia como arte e intento elevarla al máximo exponente. Hace tiempo que me di cuenta de que necesitas más cosas que solo la magia para que el espectáculo funcione, así que siempre intento aportar aspectos de mi formación actoral, de mimo o de comedia. Y sigo formándome para añadir detalles que haga que el espectáculo crezca. Siempre se sigue aprendiendo.

Hay que seguir trabajando, como en todas las artes, para continuar evolucionando

–Con tres décadas de profesión, ¿cómo ha evolucionado la magia desde que hacía sus primeros pinitos?

–Hay una evolución muy interesante, sobre todo en los últimos años. Cuando empecé, lo que había era el típico mago de frac que hacía aparecer palomas de una chistera, todo muy elegante. Luego llegó Pepe Carrol, que hizo un cambio radical a la hora de entender la magia y metió muchísima comedia, como hacía también Juan Tamariz, con su cartomagia. Con esta última generación, más tecnológica y enfocada a las redes sociales, se está aportando muchísimo a la forma de entender la magia. Puedes ver muchos espectáculos y muy distintos, que es algo genial. Quizá antes se parecían demasiado los shows entre sí y ahora hay más interés en crear cosas nuevas y distintas relacionadas con la magia.

–¿Las nuevas tecnologías no son entonces un enemigo?

–Siempre hemos tenido miedo a que el avance de la tecnología afectara a la magia, desde la llegada de la electricidad, temiendo que la gente ya no se pudiera sorprender. Pero la magia tiene ese algo del imposible que vives tan de cerca y de forma tan directa que creo que da igual la revolución tecnológica. La gente se sigue sorprendiendo, sobre todo si te estás renovando y creando cosas nuevas.

El mago vallisoletano, en pleno espectáculo Cedida

–¿Es más complicado impresionar a las nuevas generaciones con la magia?

–Yo creo que no, porque al final la magia es un lenguaje universal, aunque suene un poco manido, y gracias a ella ves las reacciones de los chavales. Yo trabajo mucho para público familiar y para niños de entre seis y 16 años. La edad más complicada para mantener la atención es la adolescencia, pero eso ha sido así siempre, no solo ahora, porque tienen ese momento de sentirse ya muy mayores. Pero cuando les haces algo que de verdad les gusta, como que de repente el mago les adivina el número ellos estaban pensando, algo en su cabeza descubre que la magia les mola más de lo que pensaban y se enganchan.

–¿Cómo valora la cantera actual de magos en España?

–Hay muy buenos nuevos profesionales. Concretamente en la magia de escena y de cerca, que son las más conocidas, la cantera es verdaderamente genial, como se ha demostrado en los últimos concursos europeos y mundiales , donde los españoles se han llevado varios premios. Hay que seguir trabajando, como en todas las artes, para que esto siga evolucionando pero tenemos una cantera es muy potente.