Zamora ha rechazado el ofrecimiento de la Fundación Carmen & Lluís Bassat para exponer en la capital un centenar de obras de su colección particular. La razón es que existen otros proyectos “prioritarios” en materia turística que hay que abordar antes de marcarse nuevos objetivos. Iniciativas como el Museo de Baltasar Lobo o el Museo de los Tapices que, por lo visto, no pueden convivir con una estrategia de cara a conseguir espacio en la capital para una de las colecciones privadas de arte más importantes de toda España. El tren que se ha dejado escapar será difícil que regrese en el futuro, perdiendo así una oportunidad única para conseguir ese deseado centro de referencia artística.

La última reunión del Consejo General de Zamora 10 ha dado carpetazo a la posibilidad de ubicar en la capital un espacio dedicado al arte contemporáneo impulsado por la poderosa firma de Lluís Bassat. El publicista había ofrecido a la ciudad la oportunidad de organizar una exposición, por tiempo indefinido, con un centenar de piezas de su colección particular que se renovarían de manera anual. El proyecto tan solo requería un continente: un centro en el que albergar estas obras y otras que pudieran concertarse con distintas fundaciones, además de las de artistas zamoranos. Pero nada de eso ocurrirá.

El gerente de Zamora 10, Francisco Prieto Toranzo, ha explicado que la decisión ya ha sido comunicada a Lluís Bassat. “Le hemos dicho que no, de acuerdo con lo debatido en el último Consejo General en el que las instituciones acordaron que no era el momento porque existían proyectos de tipo museístico que resultaban prioritarios frente a este”, ha indicado en declaraciones a este diario. Adiós a nombres como nombres como Tàpies, Guinovart, Miró, Picasso o Ráfols-Casamada.

Para la asociación por el desarrollo de la provincia, esta es una auténtica “oportunidad perdida” de cara a albergar en la capital una colección de calado como es la de Lluís Bassat. “Él se ofreció desinteresadamente porque quedó prendado de la ciudad cuando vino a presidir el concurso de la Marca Zamora; tiene muy buena relación con Francisco Somoza y por eso quiso echar una mano de alguna manera”, ha señalado Prieto. “A nosotros nos parecía una oportunidad única, pero es verdad que las instituciones han decidido que existen otros proyectos más urgentes para la ciudad en esta materia”, ha desvelado.

En el Consejo General de Zamora 10 se encuentran representadas las principales instituciones que operan en el territorio, como son el Ayuntamiento de Zamora, la Diputación Provincial, la Junta de Castilla y León y el Gobierno de España. Las cuatro, por ejemplo, están involucradas en el nuevo Museo de Semana Santa. Por su parte, el Consistorio también tiene entre manos el Museo de Baltasar Lobo y se ha ofrecido a colaborar con el Obispado de Zamora en el Museo de los Tapices, donde es previsible que también participe la comunidad autónoma.

Adiós a la llegada a la ciudad de Miró, Picasso, Tàpies o Subirachs

Fue el pasado mes de mayo cuando el publicista Lluís Bassat ofreció a la ciudad de Zamora la posibilidad de organizar una exposición con un centenar de piezas de su colección particular que se renovarían de manera anual. Lo hizo tras conocer la capital y sus planes de habilitar un museo para reunir el legado de Baltasar Lobo. De acuerdo con su criterio, este proyecto podría complementarse con un centro de arte contemporáneo que trazara estrategias de colaboración con diferentes fundaciones, como la suya, para la llegada de piezas a esta parte del oeste. Eso, a juicio del filántropo, colocaría a Zamora en “una inmejorable posición” de cara al exterior y la convertiría en un reclamo turístico universal.

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Bassat quiso dar el primer empujón a ese centro con la cesión de parte de los fondos de la fundación que gestiona junto a su esposa y que ha reunido a lo largo de los años una importante colección de arte contemporáneo que alcanza las 2.500 piezas, la mayoría de autores catalanes. Entre ellos, aparecen nombres como Antoni Tàpies, Josep Guinovart, Joan Miró, Pablo Picasso, Albert Ràfols-Casamada, Joaquín Torres García, Eduardo Arranz-Bravo, Joan Ponç, Josep María de Sucre o Josep María Subirachs.

Sin embargo, ese ofrecimiento ha caído en saco roto y la colección de Bassat nunca llegará a orillas del río Duero por haber otros proyectos más importantes sobre las mesas de las instituciones. Una oportunidad, quién sabe si única, que se marcha igual que vino hasta este territorio.