En Zamora ya se cuentan tres cerdos por cada persona. Mientras el censo poblacional humano mengua año tras año, desde hace más de una década no deja de crecer el del ganado porcino. Casi medio millón de marranos conviven con los zamoranos y eso convierte a esta tierra en juez y parte de la polémica desatada a raíz de las palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, acerca de la conveniencia de apostar por el modelo de las macrogranjas si lo que se busca es un cierto escenario de sostenibilidad ambiental. El problema es que la legislación es laxa. Incluso, para establecer la consideración de macrogranja. Intereses económicos y ecológicos chocan, y los pequeños pueblos de la España Vaciada sufren las consecuencias. Como siempre.

Los datos son los únicos que ofrecen reposo en mitad de la guerra que libran derechas e izquierdas acerca de las macrogranjas y la España Vaciada durante las últimas jornadas. Una contienda en la que hay muchas opiniones, pocos números y aún menos interés real en el medio rural. La Junta de Castilla y León elabora cada año un censo agroganadero y es ahí donde se puede conocer la realidad de las cosas. Recién concluido el año 2021 y sin tiempo a recabar la información completa, la administración regional tiene a disposición del ciudadano todo lo relativo al año 2020. Y es ahí donde se puede comprobar que Zamora cuenta con una cabaña de 485.495 cerdos.

Ganado porcino en una explotación de la provincia de Zamora.| | LOZ Luis Garrido

Las cifras permiten hacer cierta radiografía sobre el tipo de ganadería que se practica en las granjas zamoranas. De esa cifra total arrojada en el censo, 369.587 son cerdos de cebo, mientras que 74.978 son lechones y cerdos de menos de 20 kilos de peso. A ellos hay que sumar una de las partes más importantes de la cadena, que son las 40.410 hembras reproductoras contabilizadas. Mientras que la estadística se cierra con 520 verracos.

Estos números, sin embargo, no responden a la pregunta del millón. ¿Significa ese medio millón de cerdos que Zamora es una provincia prolífica en macrogranjas? La realidad es que no se puede decir que así sea. Pero decir que no lo es sería mentir. A día de hoy, no existe consenso en España sobre cuántas cabezas de ganado porcino son necesarias para que una explotación tome la consideración de macrogranja.

Lo más parecido a ese umbral lo establece el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes, que es el organismo dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica encargado de velar por las consecuencias de la industria en el medio ambiente. Según sus parámetros, se puede hablar de macrogranja en aquellas instalaciones destinadas a la cría intensiva que dispongan más de 2.000 plazas para cerdos de cebo de más de 30 kilogramos o más de 750 plazas para cerdas reproductoras. Su base de datos contabiliza en la provincia de Zamora 53 explotaciones que cumplen estas características y que, por lo tanto, se podrían considerar como macrogranjas. Una cifra bastante aproximada a la manejada en el año 2020 por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, que contabilizaba 51 granjas de esta índole.

El conflicto que persigue a las macrogranjas es el balance entre retorno económico e impacto medioambiental. El Ministerio para la Transición Ecológica ha detectado en la provincia de Zamora cinco acuíferos contaminados por nitratos de origen agrario que se corresponden con la instalación de este tipo de explotaciones en sus alrededores. Entre ellas aparece, por ejemplo, el río Aliste a su paso por Carbajales de Alba, el río Duero en Villaralbo y parte de las lagunas de Villafáfila, en el término municipal de Villarrín de Campos. Ni una reserva natural se libra de este modelo.

Sin embargo, los puestos de trabajo que generan son mínimos y no existe en Zamora una industria transformadora que genere riqueza. Algo que sí ocurre, por ejemplo, con el ganado ovino, cuya cabaña es la más importante en cuanto a número en la provincia de Zamora y goza de una potente industria agroalimentaria a su alrededor para la fabricación de quesos y derivados lácteos. Frente a eso, a menudo, el ganado porcino abandona este territorio después del cebo para continuar con el proceso fuera de las fronteras, dejando aquí el rastro de los purines, pero no el del dinero.

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¿Acicate contra la despoblación? Los datos indican lo contrario

La defensa de las macrogranjas puede tener múltiples aristas, pero ninguna de ellas es que sea un sistema que fije población. Los datos, de hecho, dicen lo contrario. Aunque sería injusto achacar a estas explotaciones la pérdida de habitantes de los municipios donde se instalan, máxime en la provincia de Zamora, que año tras año se vacía prácticamente en todos sus núcleos, el análisis cabe en el momento en que la industria cárnica trata de demostrar que sí hay un efecto real sobre los censos. Ecologistas en Acción ha elaborado un informe sobre esta variante en el que trata de demostrar la inexistencia de una relación positiva entre la ganadería industrial porcina y la lucha contra la despoblación. Y los resultados son los que se podía esperar. El estudio toma como referencia los datos del Instituto Nacional de Estadística sobre la evolución demográfica y los censos porcinos aportados por la Junta de Castilla y León entre los años 2000 y 2020. En el caso de Zamora, el incremento de la cabaña porcina se ha disparado en más de cien mil cabezas hasta las 485.000, mientras que los habitantes no han hecho más que decrecer hasta la cifra de los 172.000. Una tendencia individualizada también en cada uno de los pueblos donde se alojan estas explotaciones.