El proyecto le llegó casi por casualidad. Alguien contactó con ella por una red profesional de Internet porque buscaba una perfumista de Salamanca que creara la fragancia de la ciudad y aunque Paloma Martín Oviedo es zamorana, residió durante varios años en Salamanca, mientras estudiaba la carrera de Química. “Estaban interesados en tener un perfume de Salamanca para que la gente pudiese llevarse el olor de la ciudad a casa, que es algo muy complicado de lograr, porque siempre de recuerdo de un lugar nos llevamos fotografías y poco más”, asegura la perfumista, que en la actualidad trabaja en Barcelona.

Su vínculo con Salamanca le dio esa oportunidad y, tras una primera reunión, se puso a trabajar en este interesante proyecto. “Realicé diferentes muestras hasta que dimos con el olor que nos convencía a todos”, resume Martín Oviedo, quien recientemente estuvo en la Casa Lis de la capital charra, donde se presentó bajo el nombre de Agua de Salamanca.

Entre el primer contacto con los promotores de la idea y el lanzamiento del producto —que ya se puede adquirir en tiendas de turismo y recuerdos de Salamanca o Mercatus, la tienda oficial de la USAL— hay todo un proceso que arranca por reunir aquellos aromas sello de la ciudad y que, según los impulsores de la iniciativa, deberían estar presentes en el perfume. “Me comentaron que les gustaría que estuviera desde el olor a iglesia y piedra de la catedral hasta los aromas de la biblioteca, las maderas y los libros que allí se acumulan o incluso de los gin-tonics que se sirven las noches de fiesta universitaria, sin olvidar los olores de los cafés entre horas o del propio río Tormes y el campo castellano”, enumera la zamorana.

Agua de Salamanca, el perfume creado por la zamorana Paloma Martín Oviedo. Cedida

En definitiva, en su cabeza no paraban de agolparse multitud de ideas que le iban proponiendo. “Mi trabajo fue transformar esas imágenes conceptuales en olores para crear un perfume que fuera bonito, armónico y agradable de oler”, sintetiza la profesional. Y todo ello lleva un proceso de selección y acordes olfativos. “Fuimos añadiendo y descartando elementos hasta que dimos con la mezcla adecuada”, asegura.

También tuvieron estas muestras sus “catadores olfativos”, para saber si la propuesta estaba yendo por el camino correcto. “Muchas de esas muestras se las dábamos a oler a gente que conocía la ciudad de Salamanca, para que nos fueran diciendo si eso les evocaba realmente al lugar”, recuerda. Unas colaboraciones que le fueron guiando los pasos. “Siempre digo que los perfumes tienen que provocar emociones”, sentencia la zamorana. Y eso era lo que quería alcanzar también con este producto.

Resultado final

El resultado final es un perfume con tres partes diferenciadas. Las notas de salida, las primeras que se perciben, son bastante frescas. “Es chispeante, con notas que recuerdan un poco al gin-tonic, porque tiene un acorde de bergamota, un crítico italiano, con bayas de enebro”, concreta. Por su parte, las notas de corazón son más bien florales. “Son agrestes, tipo lavanda, salvia y mimosa, que son flores silvestres y más humildes, propias del campo castellano. Son notas que, una vez que desaparece ese primer impacto de salida, se reciben de una forma menos volátil”, indica. Por último, las denominadas notas de fondo, las que se quedan impregnadas en la piel de manera más profunda recuerda a la madera. “Son notas de cedro y de sándalo para evocar a las bibliotecas, con esa madera barnizada antigua y ese olor a libro”, señala. Con almizcles que hace que el aroma se fije todavía más en la piel, la fragancia también tiene notas de incienso, que recorre el perfume de salida a fondo y recorre todas las partes del perfume, dando ese toque más frío, como de piedra de la catedral”, equipara. Y como toque final, algunas notas dulces que recuerdan a la crema de whisky.

La zamorana Paloma Martín Oviedo, durante un concurso internacional. CPL AROMAS

Además, se trata de una fragancia unisex, una característica que le aporta un punto más de dificultad. “Es complicado realizar un aroma que sirva tanto para hombre como para mujer, porque tenemos muy asociados los olores masculinos y femeninos y nos cuesta mucho separarlos. Habrá gente que lo vea más de una manera o de otra, pero lo cierto es que yo no he pensado en ningún género cuando lo he creado”, se justifica, por lo que considera que “una vez que alguien se lo ponga, lo interpretará cómo considere”.

Y es que además las fragancias desprenden un aroma diferente dependiendo de quién la lleve puesta. “Aquí juega por un lado la parte química, ya que cada uno tiene una piel con un pH diferente y eso hace que el perfume se aprecie, objetivamente, de una forma distinta en cada persona. Luego está también la parte subjetiva, es decir, depende de qué persona lo lleve o en qué momento estés, huele de una u otra forma”, explica.

Se trata del primer proyecto que realiza de este tipo, “más personal”, como ella misma describe. Una experiencia con la que se ha sentido muy cómoda y que esperar poder repetir en un futuro. “Ojalá sea creando el perfume de Zamora”, aspira.