Antonio Basanta es uno de los propietarios de la colección de belenes Basanta-Martín, una de las más importantes de todo el mundo, que exhibe esta Navidad más de 3.200 piezas en 58 conjuntos procedentes de 38 países en la sala de exposiciones del Teatro Ramos Carrión.

–Todo tiene un inicio. ¿Cómo llega usted al mundo del belenismo?

–Como herencia familiar. En casa de mis padres en las fechas de Navidad ponían un humilde belén, una tradición que luego prolongo a mi propia familia. Por la profesión que ejerzo durante casi 30 años viajo muy frecuentemente a lugares muy distantes en el mundo y descubro, para mi sorpresa, que el belén está presente en todo el mundo. Casi por una curiosidad y un capricho, voy adquiriendo una serie de grupos y voy entrando en contacto con artistas y artesanos que se dedican a este emotivo y voy acopiando las primeras piezas de la colección que conforme va pasando el tiempo va creciendo y creciendo.

–¿Recuerda cuál fue la primera obra?

–La primera pieza, a la que más cariño tengo yo de la colección, es mi belén de infancia del que recuperé el misterio, que compré personalmente en la Plaza Mayor de Madrid. Son unas piezas sencillas de factura murciana. No obstante, la primera pieza con la que yo doy un paso decisivo en la puesta en marcha de la colección está expuesta en Zamora. Se trata de la muñeca del nacimiento que abre la exposición. Es una figura muy grande muy frágil de barro secado al sol, hecha con la técnica del pastillaje, que adquiero en México.

–Y ¿cuántas han sumado desde entonces?

–Tenemos más de 4.000 conjuntos y más de 25.000 figuras. Este año hemos comprado cerca de 80 más y la última pieza procede de Birmania. Hemos optado por la contemporaneidad porque mi intención es mostrar y demostrar que el belén no es una manifestación artística anclada en el pasado sino que sigue presente como motivo artístico en multitud de artesanos y artistas. Lo empezamos de manera privada y familiar hace 40 años, pero ha sobrepasado este carácter. Desde 2000, hemos hecho 46 exposiciones.

–¿Cómo selecciona los belenes?

–En la colección hay como dos fases distintas. La primera en la que yo “me aprovecho” de tres fuentes fundamentales. Órdenes religiosas, misioneros españoles que están en el mundo que me conectan con artesanos que se dedican a este motivo. En segundo lugar, cooperantes y ONG que trabajan también muchas veces con artesanos y, la tercera que puede resultar curiosa, los agregados culturales de las embajadas españolas. Cuando identificaba en un determinado lugar la presencia de un taller o un artista interesante para la colección, yo, si no recurría a las vías anteriores, escribía a la Embajada de España de ese país. Me ponía en contacto con las agregadurías culturales y solicitaba su ayuda. Y salvo, en un caso, siempre su respuesta fue absolutamente favorecedora. Todo cambia radicalmente sobre el 2000 con Internet. Desde entonces me pongo en contacto con muchos artistas bien conocidos o bien nuevos a través de emails.

–Parte de sus nacimientos se exhiben nuevamente en Zamora.

–Es mi tercera presencia en Zamora. La primera fue a petición de Agrupación Belenista La Morana cuando organizó el congreso nacional belenista que me pidió que mostrara una selección de mis belenes portugueses en la maravillosa iglesia de la Magdalena. El año pasado, y de la mano de un proyecto impulsado por la Universidad de Salamanca y la Unión Europea que tiene que ver con las nuevas sociedades longevas, se me encargó que hiciera una propuesta cultural en la que pudieran coincidir varias generaciones. En “Belenes del mundo” estuvimos trabajando con 150 personas, también algunos socios de la Morana, y luego se exhibió la exposición en el Ramos. Ante el éxito que tuvimos, me piden que repita con una nueva propuesta.

–Y en esta ocasión ¿qué puede descubrir el público?

–La muestra se mueva en un primer núcleo en el que se reúne en función de los materiales en los que se fabrican o elaboran las figuras con presencia preferencial del barro y la madera. Un segundo apartado que se dedica a las culturas que se reflejan en el belén en función del espacio geográfico en el que nacen. El belén como documento etnográfico es formidable. Muchos de nuestros niños, sobre todo los urbanos, podrán descubrir la cultura rural que estamos perdiendo a pasos agigantados en estos belenes. La tercera área está dedicada a los públicos, que precisamente explícita el hecho de que es muy difícil encontrar una manifestación artística que atraiga por igual a personas de todas las edades, de todos los niveles sociales y culturales y eso lo tiene el belén porque llega al corazón. Es muy curioso cómo se observan los belenes, pues se tiene una mirada de asombro, sorpresa y de inocencia. Da igual qué años tengas, se te asoma a la cara una sonrisa.

–A mayores cuentan con un área dedicado a belenes infantiles.

–Efectivamente. A mí me gusta escuchar a las personas que ven el belén y el año pasado echaban en falta dos cosas, por un lado que no hubiera belenes infantiles y que no hubiéramos montado un belén completo, ambas cosas las subsanamos en esta ocasión. Hemos dedicado una zona a belenes infantiles y exhibimos uno de los cuatro grandes prototipos de belenes que hay en el mundo que es el siciliano de Angela Tripi que puede verse en la parte inferior de la exposición.

–Exhiben belenes de todo el mundo incluso de latitudes en las que tienen otras creencias religiosas.

–Por sus preceptos religiosos en el campo del luteranismo el belén no suele tener una presencia importante. También es cierto que los países que podemos imaginar de presencia importante luterana o protestante tienen también presencia católica. Allá donde hay comunidades católicas el belén tiene una entidad importante por ejemplo en Baviera el belén es preferencial absolutamente. Donde hay comunidades religiosas católicas en ámbitos de protestantismo o luteranismo hay belenes.

–¿Ha cambiado mucho cambio el mundo del belenismo en las cuatro décadas que lleva de colección?

–Sí, en positivo. Aunque inicialmente pueda pensarse que el belenismo sea un fenómeno o una manifestación artística en regresión, es todo lo contrario. Prueba de ello la cantidad de belenes en diversos lugares del mundo que yo puedo seguir adquiriendo. El belén tiene una fuerza creciente y cada vez está más extendido en el mundo

–¿Por qué?

–Porque además de su componente religioso hay muchas personas que se aproximan al belén por un componente tradicional, por un componente artístico, etnográfico o simbólico. Todo eso está presente en el belén. No solamente ponen belenes personas de fe cristiana o de la confesionalidad católica. Hay personas una actitud agnóstica que colocan el belén como un elemento de carácter artístico o de carácter histórico, no olvidemos que el belén es signo inseparable de la identidad cultural española. Una prueba este año en la propia exposición de Zamora.

–Explíquese.

–No hay lugar en el mundo que España haya estado por lejano que sea el territorio o por breve que haya sido nuestra presencia donde no se mantenga la tradición de montar o de elaborar belenes. Hay un belén en la exposición que compré en una población camboyana que fue protectorado español durante el reinado de Felipe II. Mantuvimos aquel territorio escasamente 30 años y siguen realizando y tallando belenes a pesar de las circunstancias que el cristianismo ha atravesado en ese territorio. La explosión definitiva es América. No hay país latinoamericano en el que el belén no tenga una presencia absoluta y todos aquellos países africanos en los que fundamentalmente por predicación de los jesuitas también España tuvo una importante implantación. Es un rasgo de identidad cultural e histórica española y hay personas que colocan el belén también de esa dimensión.

–Subraya que el belén es un rasgo de identidad cultural español, pero sin embargo parece que nos interesan más la cultura que nos viene del mundo anglosajón.

–Benévolamente podríamos explicarlo porque somos un pueblo de acogida continua de civilizaciones diferentes. España básicamente se ha hecho con la presencia de culturas que inicialmente no eran aborígenes. Nosotros recibimos a los griegos, fenicios, a los romanos, recibimos a los cartagineses, a los godos a los árabes y a la comunidad judía, lo que implica una condición en la que lo admirable es lo que viene de fuera y se le da menos valor aquello que tenemos aquello que tenemos nosotros como rasgo prototípico. Lamentablemente se está produciendo un deterioro gravísimo en la formación en el campo de las humanidades y consecuentemente desconocemos la historia y el sentido general y lo qué es más dramático a efectos artísticos desconocemos las narraciones de lo que llamamos anteriormente la Historia Sagrada. Occidente se construye sobre una religión que es la cristiana. Todo el arte hasta llega al siglo XX en Occidente y está basado en esa religión y consecuentemente los jóvenes y los niños culturalmente ignoran esos episodios en los que se basa el arte no van a poder entender nada del patrimonio histórico artístico y cultural de nuestro país y de Europa. Es un déficit cultural hemos ido acumulando en los últimos años y que merecería la pena que empezáramos a reflexionar sobre él.

–Sin embargo en otra religiones se ha separado la creencia del arte.

–Nosotros hemos sido capaces de disociar las religiones antiguas de lo que es la expresión artística, pero necesitamos saber quiénes eran las divinidades griegas para comprender su maravillosa escultura. Ahora estamos asociando laicismo con la ruptura de todos estos enlaces de carácter cultural. Una sociedad como la española puede ser laica. A lo que no puede renunciar a su historia y a su basamento cultural.