Ricardo lleva un gorro de Papá Noel, un pantalón corto incompatible con el inicio del invierno y una sudadera de la que cuelgan chapas. Muchas chapas. Viaja desde Madrid hasta Orense, pero su trayecto comenzará en Zamora. “Es el único tramo que me falta”, dice. En realidad, su periplo arrancó veinticuatro horas antes en Barcelona, desde donde se desplazó a la capital de España para participar en este hito histórico de la jornada de ayer. “He estado en las inauguraciones de todos los trenes de Alta Velocidad en absolutamente todas las líneas. Siempre el primer día”, recuerda. “Tan solo fallé en la primera, que me pilló trabajando. La Madrid-Sevilla se inauguró en abril y yo hice el recorrido en junio”, expresa de pie en uno de los pasillos de este “pato”. En el año 2015, también en diciembre, se subió al convoy que cubrió la distancia entre Zamora y Madrid, por lo que ahora quiere completar el tramo entre las capitales del Duero y del Miño.

Para Zamora, la apertura total de la línea Madrid-Galicia se traduce en ahorrar apenas unos minutos en la conexión con Madrid. Sin embargo, para los vecinos del noroeste supone poco menos que derribar el muro invisible que les aislaba de la meseta en cuestión de infraestructuras. Por eso, quizá, la presencia de medios de comunicación gallegos en este primer viaje es abrumadora.

Renfe ha apostado por utilizar para este trayecto el tren de la serie 112, también conocido como el “pato”. Se trata de un Talgo 350 compuesto por doce coches y dos locomotoras en los extremos cuyo diseño permite circular comercialmente a velocidades de 350 kilómetros por hora, aunque se ha homologado tan solo a 330. En este trayecto entre Zamora y Madrid, no obstante, nunca se rebasan los 300 kilómetros por hora. Que ya son. Cada uno de estos trenes puede transportar a 365 viajeros, aunque pronto puede haber novedades al respecto. Y es que, la operadora ferroviaria pretende hacer uso de esta serie para prestar servicios de Alta Velocidad bajo su nueva marca de bajo coste, con una distribución sin cafetería y únicamente con clase turista que permitiría aumentar la capacidad de pasajeros en un 20%, hasta las 438 plazas. De hecho, coincidiendo con la apertura total de esta línea, Renfe ya ha confirmado que Avlo llegará a esta tierra.

Un viajero toma el tren en Chamartín dirección Zamora. | Emilio Fraile

La oscuridad de la noche capitaliza prácticamente todo el trayecto en el primer viaje comercial entre Zamora y Madrid, de manera que la única manera de evaluar el recorrido es en la vuelta. Puntual, el AVE 4105 sale de Chamartín a las 10.00 horas con destino Orense y una única parada prevista en Zamora. Apenas unos minutos después de partir, el “pato” cruza Guadarrama y pronto atraviesa la provincia de Segovia, donde ahora ya no hace fondo. A las 10.40 horas, el tren pasa por Medina del Campo; a las 10.47 hace lo propio por Tordesillas; y a las 10.50 se ve Toro a través de las ventanas del convoy. Dos minutos más tarde, el pájaro comienza a perder velocidad, hasta detenerse a las 10.59 horas en Zamora. Un minuto más tarde, y sesenta después de salir de la capital de España, se abren las puertas.

Los andenes de Zamora están ahora más concurridos que a primera hora de la mañana, fruto de la gente que vuelve de Madrid. Laura se baja del tren tirando del trasportín en el que viaja su gato. Vive en la capital de España y ha tenido que pagar dos billetes: uno para ella y otro para el gato. Todavía tiene que llegar a Benavente; quién sabe si algún día también en AVE. El primer viaje comercial entre Zamora y Madrid, y viceversa, toca a su fin. Pero, ahora es cuando comienza el de Ricardo. Y también el de toda Galicia, que desde ayer tiene la meseta a un paso.