Lo que no significa que tuviera suficiente enjundia, con un premio extraordinario protagonizado por el joven toque de un seguro Nono Reyes que puso muy alto el listón de su valía. Veintitrés años bien aprovechados en el manejo de la bajañí.

Abrieron por generosa tanda de soleares: Joaquín El de La Paula, Jerez, Triana, Juan José Vargas El Chozas, Curro Frijones, Paquirri El Guanté en versión de Aurelio Selle y cierre. Muy aplaudidos.

Continúan por alegrías de Cádiz con dos letritas finales por sus homónimas de Córdoba. También agradecidas por la concurrencia.

Tangos, con recorrido variado de algunos maestros, además de los inspirados en zambras caracoleras.

Descanso.

Vuelta a escena para pelear con las seguiriyas, Manuel Torre, Paco La Luz y Tomás El Nitri. Más aplausos y vítores.

Largo recorrido por bulerías, con canción por bulerías, villancico (El Gloria), además se acordaron de Caracol, Pansequito, Chozas, Juanito Villar y otros, pero todo con su característico sello personal, sonando a puro Antonio Reyes con excelente apoyo de su hijo Nono.

Cuatro fandangos en la estela caracolera y otro en la de Rafael Antúnez, Niño Gloria.

“Y ahora, como ya casi estamos en Navidad, vamos a hacer Los Campanilleros de Manuel Torre”. Cerrados con enorme y prolongado aplauso del público puesto de píe.

De nuevo, otro sonado éxito de “Amigos del Cante”, recuperando con creces las omisiones debidas a la pandemia. En enero más.

Si la de octubre y noviembre resultaron ser unas veladas para los anales de la ilustre Peña, la de hoy no le va a la zaga. Seguimos hablando de actuación privada, para peñistas y sus acompañantes. Serán necesarias las mascarillas y las distancias de seguridad. Pero ahí estamos, con un cartel de lujo, disfrutándolos a la mínima distancia, sin megafonía y en directo. En La Peña zamorana nunca se han utilizado micrófonos ni cualquier otro componente transformador de la voz. Todo es a palo seco, para el cantaor y para el guitarrista.

Hoy nos visitan Antonio Reyes al cante y su hijo Nono Reyes a la bajañí. Ambos empapados por los aromas de Jerez, Cádiz y su Bahía.

Ambos tienen pedigrí gitano por sus ocho cuarterones. Antonio Reyes Montoya, de Chiclana de La Frontera. Además de saber estar, que no es poca cosa en estos vericuetos de lo jondo, es sobrino nieto de Roque Montoya, el gran Jarrito, del que hable hace unos días a propósito de Flores El Gaditano. Emparenta, también con Pansequito.

Nacido el 26 de junio de 1976, resultando ser, a fecha de hoy, un cantaor en plenitud de facultades. A sus buenas cualidades musicales y excelente metal de voz, le suma en grado extenso su conocimiento de los clásicos, a los que en general nunca conoció, únicamente oyó hablar de ellos, los escuchó una y mil veces en los discos -algunos vinilos- y los asimiló perfectamente para devolverlos personalizados y frescos al flamenco presente. Estudioso de los grandes maestros, de la talla de Antonio Mairena, Juanito Mojama, Tomás Pavón, La Perla, Camarón, e incluso Luis De La Pica. También Rancapino, pero sobre todos ellos, su cantaor de cabecera: Manolo Caracol.

El de Chiclana presenta una novedosa primicia: viene arropado por la sonanta de su joven retoño el Nono Reyes, una jovencísima promesa que apunta maneras y que a base de experiencias en contextos profesionales fijará el listón de su valía. Zamora, y más en concreto La Peña, está plagada de oportunidades, tanto para los nóveles, como de rescate honorable para los consagrados venidos a menos. En todos los casos el acierto ha sido pleno.

Resumiendo, cante y guitarra prometedora, con ecos ancestrales y de alta escuela para abordar los exquisitos sones de la Bahía y todo su maravilloso entorno.