En las fotografías que los visitantes se llevan como recuerdo de Zamora aparece el icónico cimborrio de la Catedral, la inmensidad del río Duero desde cualquiera de sus múltiples miradores, el patrimonio tallado en piedra de sus de iglesias románicas o las estrechas callejuelas en las que uno entra sin tener muy claro por dónde va a salir. Una sucesión de instantáneas que, eso sí, comparten un par de cosas entre ellas. La primera es que están tomadas en el Casco Histórico. Y la segunda es que en todas ha habido un trabajo previo de encuadre para que no se vea lo que hay alrededor. Lo que nadie quiere en su álbum. Lo feo. Y lo que está llevando a la zona noble de la capital a un escenario en el que nadie quiere estar.

12

GALERÍA | El imparable deterioro del casco histórico de Zamora, en imágenes Ana Burrieza

Hace apenas tres días, los bomberos tuvieron que intervenir en la medianera de un par de edificios de la rúa de los Notarios por el derrumbe parcial de una construcción recientemente intervenida ante la amenaza de ruina. Un episodio que es de todo menos un hecho aislado. Tan solo hay que tirar de hemeroteca para recordar sucesos similares como el edificio que obligó a cambiar itinerarios de la Semana Santa en 2018 ante el severo riesgo de colapso, el que mantuvo durante años un andamiaje imposible a escasos metros de la Catedral de Zamora o la fachada que se precipitó a la vía pública en la calle de la Plata en el año 2019.

sobre el Casco Histórico

Para los vecinos, la situación comienza a ser “insostenible”, como así defiende el propietario de uno de los pocos negocios que sobreviven en esta zona de la capital y que prefiere preservar su identidad ante problemas que, afirma, ya ha tenido con algún que otro conciudadano. “¿El Ayuntamiento puede hacer algo para cambiar esto? Sí. Pero, desde luego, la culpa es de quienes tienen estos edificios así, hechos mierda, que cualquier día se nos van a caer encima”, se queja de forma airada.

Precisamente, en el seno del Ayuntamiento de Zamora apuntan en la misma dirección. Romualdo Fernández, concejal de Hábitat Sostenible, considera que existe una “propiedad muy concentrada en muy pocas manos” que está complicando la situación. “Ellos tienen los edificios, pero no tienen ningún tipo de iniciativa de cara a vender o rehabilitar, a lo que hay que sumar la ausencia de demanda”, indica el edil.

sobre el Casco Histórico

En su programa electoral para las elecciones de 2019, Izquierda Unida incluía un epígrafe en el que mostraba su intención de modificar el Plan Especial del Casco Histórico “para facilitar la rehabilitación, construcción y la actividad comercial, promoviendo un espacio atractivo para vivir y para generar riqueza”. Sin embargo, esa intervención sobre el papel está hoy más lejos que nunca. “Hay que reconocer que el Plan Especial impone unas normas sobre la construcción que fuera de esta zona no existen, pero tampoco creemos que este sea el principal problema”, apunta el concejal, que todavía deja una puerta abierta a “estudiar qué cuestiones del Plan Especial hay que modificar para hacer más atractiva la construcción” en esta delimitación.

Ciudades de toda España han mostrado su intención de concurrir a los fondos europeos de la recuperación para regenerar sus cascos históricos. Una opción que, por el momento, el Ayuntamiento de Zamora ha decidido desechar. En la Casa de las Panaderas no apuestan por la vía unilateral. Si actúan en un plan de regeneración, será a petición de parte. “Lo que nos dice el pasado es que, si ejecutamos un proyecto de este calado, como fue el ARI de Los Bloques, que promovió directamente la administración, al final todo son problemas; necesitamos un poco de iniciativa privada, que los dueños quieran y así nos lo digan”, se explica Romualdo Fernández.

sobre el Casco Histórico

El Casco Histórico de Zamora presentaba en el año 2018, el último del que hay datos, un total de 4.451 personas censadas. Desde el inicio de este siglo, esta zona de la capital ha perdido más de 2.000 vecinos. Una situación que es perfectamente conocida en la administración. En el año 2016, durante la elaboración de un estudio ejecutado por profesionales para la petición de fondos europeos que finalmente nunca llegaron, se puso negro sobre blanco que esta zona era un “espacio potencial de infravivienda desconectado de las zonas residenciales de la ciudad, tanto desde un punto de vista físico como económico, convertido en un fondo de saco”.

Han pasado cinco años desde aquel diagnóstico y el vaticinio se va cumpliendo. Desde la plaza de Viriato hasta la plaza de la Catedral, los negocios existentes se pueden contar con los dedos de un par de manos. Y las rúas se están convirtiendo en una sucesión de carteles de “se vende” en los edificios más antiguos. Inmuebles hoy abandonados y mañana declarados en ruina. Las inmobiliarias acumulan propiedades, pero es prácticamente imposible darles salida. Los precios, a menudo, están fuera de mercado, según los parámetros de los portales especializados. Y la renta per cápita de esta zona no es de las más boyantes de la ciudad. De la Plaza Mayor hacia Santa Clara, el sueldo medio asciende a 15.960 euros; pero, desde la misma Plaza Mayor hacia la calle de Ramos Carrión, esa cantidad desciende hasta los 12.808 euros.

El Casco Histórico, puerta de entrada a la ciudad, se enfrenta a sus peores fantasmas. Y lo hace, por el momento, en soledad.