El sacerdote Fernando Valera cumple hoy un año al frente de la Diócesis de Zamora, un tiempo en el que ha puesto en marcha distintos proyectos, alguno de ellos bastante ambicioso como la sección de tapices del Museo Catedralicio.

El prelado durante la entrevista. | | JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ

–Se cumple un año desde su toma de posesión como obispo de Zamora, ¿qué radiografía realiza de este periodo?

–Si tuviera que realizar una mirada general a mi primer año como obispo de Zamora destacaría en primer lugar la acogida. En segundo lugar, el encuentro con una realidad que para mí es muy nueva. Todo lo que es el mundo rural y la realidad histórica de Zamora con toda su idiosincrasia. En todo momento ha habido experiencia de paz y de alegría.

–La diócesis está marcada por la escasez de vocaciones, existencia de pocos sacerdotes jóvenes y muchos presbíteros mayores. Con este panorama, ¿cómo puede llegarse a todos los núcleos de población?

–A lo largo de este año hemos visto que hay que hacer una estructura nueva de acompañamiento pastoral a los pueblos. Estamos viendo que gran parte de los sacerdotes son mayores, están en la franja de 75 años, y luego va a quedar un grupo pequeño, pero yo creo que es suficiente, para la atención. Esta situación va a exigir una estructura nueva en la que estemos los sacerdotes, los religiosos y los laicos en un clima de comunión y de acompañamiento. Tenemos que comenzar también con una Iglesia ministerial: el ministerio del catequista, que nos ha pedido el Papa, los ministerios laicales y el ministerio del diaconado permanente.

–La reestructuración ¿afectará también a la capital?

–Sí, a toda la diócesis. También habrá comunidades de laicos que van a servir a pueblos. En la experiencia sinodal que nos pide el Papa necesita que la responsabilidad bautismal del laico se haga efectiva. Vamos a ir poniendo en marcha cambios sustanciales, pero que no van a ir en detrimento del acompañamiento, si no que va a ser simplemente distinto.

–¿Cuándo quiere comenzarla?

–Estas realidades las vamos a ir instaurando en los próximos años. Es un proceso de diálogo, de consulta, de buscar y de discernimiento. No quiero que sea algo elegido por una élite, ni por el consejo de gobierno sino que lo dialoguemos y se pueda asumir por todos.

–En ese proceso de consulta ¿se enmarcó, meses atrás, la realización del análisis DAFO a los miembros de los siete arciprestazgos?

–Quise aprovechar este elemento usado en la empresa que ofrece datos con objetividad. No son datos estadísticos, sino que recoge las opiniones y yo también quería escucharlas.

–Algunas de las conclusiones fueron bastantes contundentes, como un clero muy individualista o división entre los presbíteros jóvenes y mayores, ¿qué lectura extrae?

–La transparencia supone que tenemos que escuchar a veces cosas que no nos terminan de gustar. Lo negativo es siempre un reto a crecer. Creo que tenemos que ir construyendo una iglesia diocesana más comunitaria, un presbiterio más fraternal e ir haciendo una Iglesia más de escucha y de diálogo.

–Habla de transparencia y precisamente en estos meses ha puesto en marcha una oficina con este cometido.

–Es algo presente en todas las instituciones. Nos pide la Conferencia Episcopal que todas las diócesis tengamos una oficina de transparencia y nos vayamos adecuando a los estándares de transparencia que nos exige hoy la sociedad. Y creo que no hay más camino que la transparencia.

En la Diócesis de Zamora no tenemos ninguna denuncia sobre abusos sexuales a menores o a personas vulnerables

–También la diócesis ha estrenado la oficina de prevención e intervención en posibles casos de abusos a menores y personas vulnerables que se pudieran cometer en el seno de la Iglesia. ¿Les han notificado algún caso?

–No tenemos ninguna denuncia sobre abusos sexuales a menores o a personas vulnerables. Lo gestiona un equipo integrado por laicos con distintas responsabilidades en distintos campos de la diócesis.

–La situación económica de la diócesis zamorana no es muy boyante.

–En principio tenemos unas cuentas saneadas, pero hay unas cuantas cosas de la diócesis que tienen un déficit estructural, como son el Seminario San Atilano, la Casa Sacerdotal o el patrimonio. Son elementos puntuales que nosotros tenemos que estudiar para que la diócesis, con ingresos y gastos, pueda responder. Queremos buscar la viabilidad en todo y nunca restar. El objetivo es que con imaginación lo que tenemos lo pongamos en funcionamiento para que no sea deficitario.

–Pero la imaginación y la cuestión económica inicialmente son un poco difíciles de casar.

–Sí (se sonríe), pero hay cosas que podemos llevar a cabo. El edificio del Seminario está toda la tarde abierto, hay muchas dependencias que no se utilizan y que pueden ser empleadas. También tenemos habitaciones y una serie de recursos que se pueden poner en valor.

–De sus palabras se desprende que inicialmente ni la Casa Sacerdotal ni el Seminario se cerrarán.

–El objetivo es sumar. Estamos hablando con instituciones educativas para hacer viable nuestro centro. A corto plazo no lo contemplamos, pero vamos a ponernos en manos de una instancia externa que nos va a indicar lo que tenemos que hacer. Será una auditoria que nos van a diseñar una consultora a través de la Conferencia Episcopal Española.

–¿Barajan para el Seminario la apertura a las chicas?

–Actualmente hay seminarios menores de muchas formas. Yo vengo de un seminario que estaba la primera etapa en un colegio concertado y la segunda, el bachiller, en un instituto público. Siendo los dos centros mixtos. Nosotros no queremos una instancia educativa burbuja. Queremos formar a hombres que, en el futuro, se sepan mover con libertad, con madurez y con humanidad en el mundo.

–Cuando habla de hombres ¿habla en genérico porque el seminario también puede ayudar a la consolidación de vocaciones femeninas?

–Las religiosas ya tienen sus instancias distintas. El seminario es propio de la diócesis.

–Usted se ha implicado directamente en la conversión del Palacio Episcopal en la sección de tapices del Museo Catedralicio, donde cada serie artística contará con una sala propia, y ha ofrecido el edificio al cabildo. ¿Por qué?

–Todo lo que tengamos patrimonialmente tiene que estar cumpliendo una función. El edificio del Palacio Episcopal estaba a medio gas y hemos tenido problemas con unos maderos desprendidos, lo que nos ha obligado a trasladar el Obispado a un nuevo edificio en Ramos Carrión. En la diócesis tenemos unos tapices maravillosos, tres de los cinco mejores del mundo, y no los tenemos dignamente expuestos. Además, el edificio seguirá siendo un lugar de recepción del obispo, un lugar para visitas y para actos oficiales.

–¿Cómo lo conjugarán?

– Serán dos salas, las más próximas a la casa del obispo, para que el edificio siga teniendo el mismo fin que ha tenido siempre. El Salón del Trono se conservaría como tal, es un testimonio de la historia, y queremos hacer visitable toda la galería. Queremos hacer accesible a la sociedad de Zamora ese mirador con unas maravillosas vistas al Duero que casi nadie conoce. También queremos que el patio pueda albergar actividades culturales como pequeños conciertos, actos literarios... que sea un lugar para la vida cultural. El patrimonio de la Iglesia es la gran aportación a Zamora. La gente viene a ver la catedral, a ver las iglesias románicas. Nosotros tenemos claro que cada euro que las instituciones invierten en cualquier aspecto del patrimonio revierte en 5 ó 6 euros en beneficio de la sociedad zamorana. Además, estoy percibiendo que el orgullo de nuestros pueblos son sus iglesias y sus obras de arte, por donde voy me encuentro con maravillas.

–¿En qué momento se encuentra el proyecto de los tapices?

-–Aún está en la fase de redacción del proyecto valorado. Todavía no sabemos la cuantía económica que supondrá. Con las instituciones ya hemos hablado, lo respaldan, y el siguiente paso será ir con una memoria valorada para ver cómo podemos gestionarlo. Nosotros tenemos claro que cada euro que las instituciones invierten en cualquier aspecto del patrimonio revierte en 5 o 6 euros en beneficio de la sociedad zamorana.

–¿Qué relación mantiene el obispo con las instituciones civiles?

–Me he sentido acogido y me he sentido escuchado por las instituciones civiles de Zamora por la Junta de Castilla y León, la Diputación como por el Ayuntamiento y la Subdelegación del Gobierno.

El Archivo Diocesano está cerrado para consultas físicamente en él, pero sigue funcionando

–El cierre del Palacio Episcopal ha conllevado también el del archivo diocesano.

–Está cerrado para consultas físicamente en él, pero sigue funcionando. El archivero sigue atendiendo las peticiones motivadas por un procedimiento administrativo. Además, estamos potenciando la digitalización de todos los documentos. Queremos en el espacio de unos cuantos años toda nuestra documentación este digitalizada y al acceso de quien lo necesite.

–¿En qué plazo de tiempo será una realidad?

–Nos lo va a marcar la economía. Este año hemos dado un paso importante dado que se han digitalizado más de un millar de documentos y el próximo año vamos a multiplicar por cuatro la asignación para ese cometido. Toda la documentación tiene que estar al servicio de la sociedad

–Y ¿dónde pasará a estar físicamente?

–En principio está donde estaba, en el Palacio Episcopal. Si tenemos un lugar mejor se moverá, pero el Palacio podría perfectamente albergar el archivo y los tapices. La diócesis tiene otros edificios, como el Seminario o el actual obispado, donde hay bastantes metros cuadrados, pero lo van a decir los técnicos y velaremos por la seguridad de todos los documentos.

–La diócesis está inmersa en la celebración del 900 aniversario de su restitución. En uno de los actos enmarcados en esta efeméride manifestó que “vamos a abrirnos al diálogo con la sociedad”. ¿De qué manera lo están haciendo?

–La pandemia nos ha acondicionado porque nos hubiera gustado hacerlo presencial, pero hemos mantenido un diálogo social. Hemos hablado con sindicatos, con políticos o con personas que trabajan en el marco de la pobreza. Hemos establecido un diálogo del que estamos satisfechos. Vamos a seguir trabajando en este ámbito y en el campo cultural y religioso. Nuestra misión es sobre todo dialogar, escuchar y aprender.

–¿Estos encuentros se han materializado en…?

–Va fructificando en un estilo de Iglesia que se hace solidaria, que se hace cercana al hombre, que sabe que tienen un humanismo que nace de Jesucristo, que sirve a la sociedad y a la cultura.

–Por la efeméride, ¿qué otros actos tienen en cartera?

–En función de lo que la pandemia nos permita, seguiremos siendo muy sobrios porque tenemos que ser muy cuidadosos para que no haya problemas. Concluiremos con un concierto del maestro de capilla de la Catedral de Roma, Marco Frisina, en marzo y una celebración el 19 de ese mes a la que acudirá el cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez

–¿Qué relación mantiene con la Junta pro Semana Santa y las cofradías?

- Tenemos un diálogo constante. He nombrado nuevo delegado de cofradías, un nuevo capellán de la Junta pro Semana Santa y de algunas cofradías. Quiero que exista una relación muy fluida de colaboración. Ellos son nuestra Iglesia de Zamora y estamos juntos en la misma barca.

–¿Le han solicitado colaboración para cuando haya que sacar los pasos para la construcción del nuevo Museo de Semana Santa?

–Las iglesias tienen que servir para las celebraciones eucarísticas y hay algunas que son pequeñas, pero, todo lo que se pueda hacer se hará en diálogo.

–La Borriquita está pendiente de la posible repetición de elecciones a su presidencia.

–En todo el proceso electoral pueden existir sus pequeñas tensiones. En toda realidad humana que sea viva tiene que haber problemas. Los problemas están para solucionarlos para dialogar, no para dividir y no para enfrentarse. He pedido que se cumplan los estatutos.

–La hermandad de Luz y Vida carece de capellán tras el fallecimiento de Fabriciano Prieto.

–Les he pedido nombres de presbíteros y en breve tendrán un sacerdote.

–Desde su punto de vista ¿qué retos tiene por delante la Pasión postpandemia?

–Tiene una función muy catequética y evangelizadora. El futuro de la Semana Santa pasa por no perder lo que es esencial para las cofradías que es el misterio que se celebra: la Pasión, muerte y resurrección de Cristo. Nosotros tenemos que cuidar eso y haríamos un flaco favor al futuro si solo diésemos una carcasa vacía sin corazón, sin profundidad y sin fe. Mi experiencia el año pasado que no hubo desfiles es que hay mucha vivencia religiosa dentro de las cofradías de Zamora.

–En estos meses ¿qué espinita tiene clavada?

–El cierre del colegio San José ha sido muy duro. Este centro nos hubiera dado la posibilidad de haber hecho viable el seminario. No hay misión sin cruz. A veces la cruz son nuestras reticencias, a veces uno se encuentra con gente que quiere conservar privilegios o tiene un estilo elitista ... y cuesta asimilar un estilo nuevo.

“Queremos profundizar en la atención de la mujer vulnerable”

–La pandemia también ha afectado a la realidad social de los más desfavorecidos con los que trabajan a través de Cáritas.

–Tenemos una Cáritas importante en toda la diversificación de cuestiones que hay en la sociedad, como por ejemplo la atención a la tercera edad, a través de las residencias que estoy visitando y escuchando al personal y a los mayores, lo que está siendo muy enternecedor y duro por la realidad del COVID; la atención a la gente sin hogar, a través de la Casa Betania, y de distintas iniciativas como son las empresas de inserción. Estoy contento con el trabajo que se hace en el campo solidario donde hay mucha gente implicada y Cáritas lo está haciendo muy bien en este ámbito. Por el momento no barajamos abrir más residencias y con el año jubilar, condicionado por la pandemia, planteamos profundizar en la atención a la mujer vulnerable, a la mujer que peor lo pasa y que, a veces, está muy en la sombra. La atención tenemos que realizarla y los testigos deben de avisarnos.