Matar al patriarcado, poner fin a la violencia de género y lograr una sociedad inclusiva, romper con la binaria que sustenta el machismo debe pasar inevitablemente por un profundo esfuerzo en cambiar los conceptos, los valores y los principios, sostuvo en Zamora el psicólogo, experto el psicólogo experto en Violencia de Género, Miguel Pérez Fernández. Y la herramienta esencial para este experto es la educación desde temprana edad.

–Defiende que la educación es esencial para cambiar la sociedad y eliminar el patriarcado, ¿debe implicarse a todas las carreras universitarias?

–Sí, en la Universidad de Salamanca solo hay una asignatura en Psicología, “Igualdad y violencia de género”, porque cuando fui secretario de la Facultad me empeñé en incluirla en el plan de estudios de Bolonia. Hay alguna otra de perspectiva de géneros en Sociología y una optativa en Derecho, pero a ningún profesional universitario más se le enseñan cuestiones de igualdad, de lucha contra la violencia de género... De hecho, la que yo doy es abierta y acuden alumnos de otros estudios universitarios.

Aboga porque esa formación comience a muy temprana edad en los colegios, ¿sería preciso una asignatura concreta?

–Por supuesto, en todos los colegios e institutos. Pero, si implementamos un programa general a los primeros que hay que formar es a profesores, psicopedagogos, pedagogos, orientadores de los colegios, a quienes darían esas charlas a los niños, a los adolescentes. Nadie está formado en esta materia.

–Habla de la división de los espacios en el patio del recreo de los colegios como ejemplo de la distribución de roles masculino y femenino: el centro lo ocupan los niños; el resto, la periferia, queda para las niñas.

–Y ningún profesor sabe eso, nadie les ha formado en su carrera de maestro o Matemáticas, de Historia, Filología, no saben nada.

Los académicos de la Lengua Española que dejen de ser machistas y creen reglas acordes con la sociedad del siglo XXI

Miguel Pérez Fernández - Doctor en Psicología de la Universidad de Salamanca

–¿Es necesaria una acción globalizada que implique a la sociedad en todos los ámbitos?

–Habría que implementar un programa de actualización, de reciclaje, de formación en perspectiva de género al profesorado de la educación reglada para que tuvieran herramientas, recursos, conocimientos, habilidades sobre cómo enfrentarse a muchas de las situaciones que van a dárseles en las aulas, en los recreos. O con padres que protestan por alguna actitud machista de alumnos, que los profesores sepan cómo abordar el caso desde la perspectiva de género. Los alumnos protestan por cuestiones de igualdad, de perspectiva de género, inquieren cuestiones machistas, pero los profesores no saben cómo responder, no tienen conocimientos en esa materia.

–Se habla mucho de perspectiva de género, pero hay un desconocimiento al respecto, ¿qué es enseñar desde ese principio?

–Implica respetar la diversidad, al otro en sus diferencias; y no seguir planteando una sociedad binaria: la sociedad del siglo XXI no es de hombres y mujeres, hay muchos géneros y hay que respetar. El presunto lenguaje inclusivo está favoreciendo al machismo, al patriarcado, que necesita una sociedad binaria. La perspectiva de género contempla una sociedad cambiante en la que cabemos todos y está demostrado científicamente que somos unos cuantos géneros.

–¿El lenguaje inclusivo no tiene nada que ver, entonces, con el desdoblamiento de género?

–No, porque ¿dónde está el resto de géneros, dónde entran en “los” o “las”? Usamos un lenguaje machista pensando que es inclusivo, y no. La perspectiva de género debe de enseñar a relacionarnos con respeto con todos los géneros, con tolerancia, comprensión de la diversidad, de que somos diferentes y eso no es malo, enriquece la vida, una sociedad plural suma.

–¿Se olvida que el lenguaje define el pensamiento?

–Tenemos que decirles a nuestros académicos de la Lengua que encuentren un lenguaje inclusivo y ergonómico, que no me hagan triplicar el lenguaje, que me enseñen una nueva sintaxis, reglas gramaticales en las que entremos todos los género, para que cuando me dirija a las personas, al mundo, sepa cómo hacerlo sin discriminar a nadie. Tenemos que enseñar a pensar, a no tener matices en las palabras dependiendo del género, que no representen diferentes metáforas, enseñar que zorro y zorra es el masculino y femenino del mismo significante con el mismo significado.

Hay que crear una escuela de padres para enseñarles a serlo, porque tienen vidas a su cargo, futuros adultos

Miguel Pérez Fernández - Doctor en Psicología de la Universidad de Salamanca y experto en violencia de género

–¿No es pedir peras al olmo?

–Hay que decir a los responsables de la gramática “señores dejen de ser machistas y pónganos unas reglas acordes al siglo XXI, no nos compliquen un lenguaje que ya lo es de por sí, bastante complicada es la lengua española”. Hay que pedir que lo simplifiquen, que sea un lenguaje versátil, tolerante, en el que todos entremos, que nos den las herramientas sintácticas y lingüísticas necesarias.

–Eso supone vaciar de contenido un montón de términos despectivos hacia las mujeres.

–Lo primero que debe hacerse es eliminar de los diccionarios esas acepciones peyorativas en función del sexo, habría que hacer un estudio para ello. No es aceptable que tengan que seguir porque son de uso popular, no sigamos dando certificación académica a un mal uso del lenguaje.

–Los detractores dirán se merma la riqueza del castellano.

–Excusas tenemos para todo. Vuelvo a los patios de los colegios, a que los niños ocupen el espacio central porque ¿dónde van a jugar al fútbol, al balonmano y al baloncesto?, ¿quiere que hagamos 50 patios?: No. Los niños ya tienen clubs federados, en el recreo no hay obligación de hacer un deporte. “Es que se ha hecho toda la vida”, hay cosas que se han hecho toda la vida y no se pueden seguir tolerando, hay que modificarlas. Las mujeres recogían la mesa, fregaban los platos... Las personas que ocupan un hogar, sean hombres, mujeres, transexuales o queer, deben responsabilizarse de la gestión.

–¿Por qué es tan difícil esa transformación social?

–El ser humano es muy resistente al cambio, pondrá mil y un impedimentos para boicotearlo, sobre todo, si tiene dudas de si será para bien o para mal. Los conservadores y machistas no tienen claro que el cambio del lenguaje sea para bien, “¡cómo vamos a reducir su riqueza!”, excusas para no cambiar. Hay que ponerse las pilas y buscar argumentos que defiendan ese cambio necesario.

–Es partidario de educar en perspectiva de género desde los 2 años, ¿demasiado pronto?

–No, el ser humano es una esponja vacía de absorción, se pasa la vida metiendo lo que ve y oye en su cabeza consciente e inconscientemente. Sin filtro, con uno, dos, tres años mi entorno, muy reducido, papá, mamá, hermano mayor, abuelos, el vecino, el del quiosco, el cuidador de la guardería, el profesor son mis líderes sociales y todo lo que hagan lo voy a incorporar en mi cabeza, no sé para qué sirve, pero los estímulos que reciba más adelante lo activará. Algo muy parecido pasa con prejuicios, valores, principios, actitudes y clichés infantiles casi automáticos.

–¿Con los micromachismos?

–Eso es, no somos conscientes de muchos porque toda la vida los hemos escuchado y visto.

Educar en valores y principios adecuados, alejados del machismo, es más efectivo si se hace desde los primeros años de la infancia

Miguel Pérez Fernández - Doctor en Psicología en la Universidad de Salamanca y experto en violencia de género

–¿Cómo educar?

–Está la teoría de la primacía: lo que aprendo primero se queda más consolidado que lo posterior, que irá a almacenarse a un espacio ya ocupado; para aprender un nuevo comportamiento tengo que desaprender el viejo. Por eso es mucho más eficiente aprender en los primeros años, lo que venga debe ser mucho más atractivo para que lo incorpore en positivo y sustituya al viejo. Así, los aprendizajes sustitutos no están exentos de machismo no encontrarían donde asentarse.

–¿La familia es el primer núcleo de aprendizaje?

–Hay que hacer escuelas de padres para enseñarles a serlo. Debemos demostrar que sabemos y que tenemos las competencias adecuadas para tener a cargo vidas, a un futuro adulto; deben enseñarnos a construir esa vida, a incorporarla actitudes, valores, principios y a cuidarlos adecuadamente. Reproducimos lo aprendido o lo contrario: hemos pasado de una educación tirana, con un autoritarismo casi perverso, a veces, a una dejación de funciones. Los padres han dejado de ser educadores para ser “helicópteros”, todo el día encima de los hijos proveyéndoles de cosas, no educándoles. Es el efecto péndulo, pasar de un polo a otro.

Resulta esencial implementar un programa para formar a profesores en perspectiva de género

–Y llega Internet...

–Los padres están muertos de miedo, la sociedad les presiona para que sus hijos tenga móvil, tablet, portátil, conexión a Internet, y no tienen ni idea de cómo controlar que no vean ciertos contenidos. Los niños se pasan horas estudiante, pero en una ventana a un mundo que es horrible, en el que hay, también cosas buenas. Hay que dotarles de herramientas para ese control, que existen.