La Audiencia Provincial de Huelva ha condenado a la pena de prisión permanente revisable a Bernardo Montoya, hombre acusado de agredir sexualmente y asesinar a la joven zamorana Laura Luelmo en la localidad onubense de El Campillo en el mes de diciembre del año 2018, todo ello tras el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular.

Un asesino reincidente

La Audiencia condena al acusado a la pena de prisión permanente revisable por un delito de asesinato con la agravante de reincidencia (fue condenado por sentencia firme de 31 de diciembre de 1997 de la Audiencia de Huelva por delitos de allanamiento de morada, obstrucción a la justicia y asesinato) y le impone además 17 años y medio de cárcel por un delito de detención ilegal en concurso ideal con un delito de agresión sexual con la agravante de género, según informa el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

La sentencia recoge que “es claro que la detención ilegal de la víctima constituyó un medio para la posterior agresión sexual”, de modo que “nos encontramos ante un concurso medial o instrumental, en el que el encierro” de la víctima en la casa del encausado “fue el medio utilizado para poder realizar seguidamente la agresión, y no tiene sentido ni finalidad sin ella”.

400.000 euros de indemnización

El presidente de la Audiencia y ponente de la sentencia impone al acusado el pago de 400.000 euros a los padres y hermanos de la víctima en concepto de responsabilidad civil, por el sufrimiento causado con el asesinato de Laura Luelmo. Sin embargo, estima que el novio de la joven zamorana no tiene derecho a una indemnización, ya que “no consta que la parte que lo solicita, acusación particular, ostente formalmente su representación procesal” y, además, “no consta que existiera una relación estable, con convivencia análoga a la del matrimonio”.

La Audiencia recuerda que, en su veredicto, el jurado declaró probado que los hechos se produjeron sobre las 17.30 horas del día 12 de diciembre de 2018, cuando la joven regresaba de hacer la compra en un supermercado y fue abordada por el condenado, que vivía frente a ella en una vivienda de la localidad onubense de El Campillo, a donde se había trasladado de alquiler tres días antes de que su vecino, Bernardo Montoya, le arrebatara la vida y la violara.

Su intención era que el cuerpo no fuera localizado

Montoya introdujo a Laura Luelmo “a la fuerza” en su domicilio “con intención de agredirla sexualmente”, de modo que, una vez dentro de la casa, el condenado cerró la puerta, “impidiendo” que la víctima saliera de la vivienda y que se le prestase auxilio, comenzando en ese momento a propinarle “fuertes” golpes. Estos golpes se produjeron mediante puñetazos y utilizando para ello además un objeto contundente, de tipo romo, según prosigue la sentencia. La sentencia recoge como hecho probado que el asesino, “aprovechando el aturdimiento e indefensión” de la joven, “le ató las manos a la espalda y le tapó la boca con cinta adhesiva”, para trasladarla a uno de los dormitorios del inmueble, donde la agredió sexualmente. De inmediato, “con ánimo de acabar con la vida” de la joven de 26 años, y “para evitar que se conociera la comisión de los hechos”, le asestó un fuerte golpe con un objeto contundente. De inmediato, sobre las 18.42 horas del 12 de diciembre, y “encontrándose aún con vida” la zamorana, el condenado la envolvió en una manta y la introdujo en el maletero de su coche, junto a su bolso, que contenía el teléfono móvil y otros objetos personales de la profesora. Una vez en el vehículo, realizó un recorrido por los términos municipales de Minas de Riotinto, Nerva y El Campillo, para terminar, entre las 19.44 y las 20.42 horas, el paraje de "Las Mimbreras", donde dejó el cuerpo de la fallecida con las manos atadas a la espalda, así como el resto de los objetos a excepción del teléfono móvil, en una zona escarpada y de difícil acceso, “con intención de que su cuerpo no fuera hallado y sin comunicar el paradero del mismo hasta su detención”, cuando ya había sido localizado el 17 de diciembre por la Guardia Civil, gracias a la localización por parte de un voluntario de Cruz Roja de ropas de mujer.

Para entonces, los agentes, familiares de Laura Luelmo y vecinos de El Campillo y Nerva llevaban tres días realizando batidas para intentar localizar a la joven desaparecida el 12 de diciembre por la tarde, tras comprar en el supermercado del pueblo donde acababa de instalarse. Montoya fue detenido el 18 de diciembre, cuando se confesó autor del crimen ante la Guardia Civil y la juez del Juzgado de Valverde del Camino que investigó el caso, para desdecirse poco después y culpar a su exnovia.

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Agravante de género

La joven falleció aproximadamente a las 20.15 horas del día 13 de diciembre de 2018, en el lugar donde la abandonó su asesino con las manos atadas a la espalda, aclara la sentencia de acuerdo con la información facilitada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. La sentencia considera que, al causar a la joven las heridas que provocaron finalmente su muerte, el condenado “se valió de su superior fuerza física y de una extrema violencia”, ya que la “encerró y amordazó” para que “no pudiera pedir auxilio” y le amarró las manos a la espalda, “consiguiendo con todo ello cometer estos actos de manera que impedía efectivamente cualquier reacción defensiva” de la fallecida, que había tenía conocimientos de kárate. El imputado sometió a la joven a “padecimiento innecesarios y un sufrimiento más intenso que el que se requería para causarle la muerte”, mientras que, al agredirla sexualmente, “utilizó la violencia para conseguir su sumisión total a la satisfacción del deseo sexual, incurriendo en una conducta particularmente degradante para la mujer, de cosificación y dominación, que se corresponde con su propio concepto de los roles de género”.