Cuando en marzo de 2020 el coronavirus hizo acto de presencia, los más optimistas se aventuraron a presagiar una Navidad en la que la pandemia estaría ya controlada. No es necesario forzar mucho la memoria para recordar que las fiestas navideñas del año pasado se celebraron con la pandemia fuera de control, con la incidencia aumentando por momentos y con importantes restricciones. Fue precisamente en la Navidad del año pasado cuando dio comienzo la campaña de vacunación —el pinchazo a Araceli, el 27 de diciembre del año pasado, forma parte de la memoria colectiva—. Y esos mismos optimistas que contaban con celebrar las Pascuas del año pasado en normalidad pensaron ya en el 2021. Entonces, con gran parte del país vacunado, ya sí. Pero la realidad es tozuda, la Navidad ha vuelto y el COVID aún no se ha ido.

Zamora se enfrenta, así las cosas, a la segunda Navidad de la pandemia. Fechas delicadas en las que aumentan los viajes y, sobre todo, las reuniones. Encuentros y desplazamientos, los dos ingredientes que hacen del coronavirus un plato muy difícil de digerir. El aspecto de las principales calles de la capital zamorana durante los últimos días es el prólogo perfecto de lo que se avecina. Habrá que ver si los datos de lo que queda de diciembre permiten unas fiestas sin restricciones o si, por el contrario, las autoridades se ven obligadas a aprobar medidas ante el devenir de la pandemia.

En el recuerdo están aún los toques de queda de las Navidades del año pasado, las limitaciones en las reuniones familiares y las “ventanas” en las que se permitió la movilidad entre comunidades autónomas para familiares, no para allegados. Medidas severas que se tomaron, pese a todo, con unos datos bastante diferentes a los que existen hoy en día.

El portal de información sobre la pandemia de la Junta de Castilla y León indica que, pese a que los datos de los últimos días no son buenos, la situación no es la misma que el año pasado. La incidencia acumulada a dos semanas, sin contar con los datos del puente de la Constitución, está en estos momentos en la provincia en 239. A esta cifra se ha llegado después de semanas de ascensos y supone, o al menos así lo interpretan desde la Junta, el pico de la sexta ola. El año pasado, en estas mismas fechas, Zamora contaba con una incidencia acumulada a catorce días de más de 560 casos. Es decir, la enfermedad tiene en estos momentos la mitad de fuerza que hace un año. La proporción es similar en la incidencia semanal, ahora a 145 cuando hace un año se encontraba en 228 casos por cada 100.000 personas. Muy diferente es la situación en el Complejo Asistencial de Zamora. Hace doce meses, 89 personas luchaban contra el virus desde las camas de planta y doce lo hacían desde la Unidad de Cuidados Intensivos. Ahora las cifras caen a 8 y tres personas respectivamente según los datos publicados por la Junta el pasado viernes, los más recientes hasta que se publique la actualización de hoy a mediodía.

Con todo, es la vacuna la que hace que los zamoranos guarden hoy ciertas esperanzas de celebrar una Navidad “normal”. El año pasado por estas fechas la sociedad esperaba como agua de mayo al primer cargamento de viales mientras que ahora, doce meses después, la campaña avanza con cifras esperanzadoras. 143.000 zamoranos están ya vacunados. Las cifras son buenas —hay que añadir los 43.000 zamoranos con la tercera dosis— pero recuerdan que, pese a todo, la pandemia se resiste a irse con la llegada de la Navidad.

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